Tengo ahora siete gatos, te confieso;
Al principio no pensé quererlos tanto.
El primero es plateado, sus ojos eran pequeños y achinados
no muy juguetón y muchos menos muy maullador.
El segundo es negro, y lejos de dar mala suerte daba mucha ternura
pues era el felino con más locura.
El tercero es el más serio, su color era gris y se lamía a cada momento.
El cuarto lo llamé Mermelada pues era toda una mezcla rara,
tenía azul en los ojos, blanco y naranja en la espalda.
El quinto con pelo largo y bello siempre tiene mucho sueño
y por eso siempre andaba durmiendo
aunque a pesar de eso tiene un sentido despierto y por eso se mantenía atento.
El sexto es al que más se le veían las ínfulas de rey,
piensa que la mascota no es él y que a mí puede dominarme.
El séptimo es el que más me recordó a ti
pues se iba y yo no sabía en que momento
iba a venir, aunque siempre existe la seguridad
de que regresará a mí.
Todos son audaces, egocéntricos y majestuosos.
Yo una simple casa abandonada, que a veces le habla al gato
que en ella siete veces murió.
Aunque te digo; no veo el mismo futuro para estos bigotudos,
para ellos veo poder y rebeldía, todo menos fracasos,
te aseguro; ellos harán honores a sus ancestros que vivieron
hace más de nueve mil años y terminarán al planeta dominando.
No de manera agresiva, como ellos son inteligentes utilizarán sus
trucos y mañas, sin dejar de quererte harán que hagas lo que ellos quieren,
no te dejes engañar; siempre han tenido poderes.
A pesar de ser independientes a veces se quedan, buscan que lo acaricien
y cómo decirles que no a sus suaves patitas y a sus lindas caritas.