Que el sonido de tus labios se pierdan en la superficie de los míos, para que aquellos labios ajenos se entumezcan por el deseo, que aquellos ojos soñadores con los que solías mirarme se cubran de tempestades de alegría que remueva mil tierras y sacuda mil corazones.
Que el sol se quede pequeño ante el brillo de tus ojos, que las olas del mar remuevan todo daño, que el alma grite para que las voces canten, que tu risa sea la mía, que tu voz resuene en mi espalda, que la brisa nos invada, y que cada día, al amanecer, sólo veas mi mirada.
Permíteme que todo suceda en tan sólo un breve instante, para volver a la normalidad y nunca dañar a nadie. Deja que tu rostro resuene con el mío, deja que tus manos no sean sólo parte de algo imaginativo.
No me pierdas.
Es sencillo perderte entre viejas carpetas, entre viejas grabaciones y entre conversaciones encubiertas...