Laura al mirarse al espejo no pudo menos que admirarse, el maquillaje perfecto para una cara ya perfecta, un cuerpo escultural que apenas cabía en aquel vestido tan ceñido y sus extraordinarias piernas que dejaban poco a la imaginación. Realmente estaba vestida para matar pero de deseo a aquellos hombres que la esperaban en aquel antro donde ella ejercía su trabajo de bailarina, era la reina del lugar y la mejor en el arte de bailar y sacarle jugosas propinas a aquellos débiles de voluntad que entre copa y copa dejaban todo su dinero en aquel lugar.
Se podía decir que Laura ganaba muy bien pero su hermana Angélica era todo lo opuesto a ella, era mas recatada, vestía decentemente y aunque ganaba mucho menos que su hermana era feliz con su trabajo de maestra de escuela.
Todas las noches Angélica escuchaba el llanto callado de su madre rezando sus plegarias para que Laura cambiara su oficio, ella era muy buena costurera y siempre le salían uno que otro pedidos de ropa y más de una vez le suplicaba a Laura que dejara ese trabajo que con el dinerito que ella ganaba más lo que ganaba su hermana podían arreglárselas pero la presuntuosa Laura decía que el olor a pobreza la asfixiaba y ella en aquel antro se sentía como en su trono, era la reina de la noche.
Era la primera vez que Angélica estaba despierta a medianoche, estaba leyendo y ya sabía que era la hora en que la reina de la noche bajaba por la escalera convertida en el objeto del deseo, ya sabía Angélica que en un cuarto estaba una pobre madre orando para que a su hija no le pasara nada en su trabajo de toda una noche.
Laura convertida en toda una vampiresa comienza a bajar pero que extraño, la luz de la sala estaba prendida y ella siempre salía en la penumbra para que nadie la viera transformada. Cuando termina de bajar, Angélica ni la mira para no hacer sentir mal a su hermana de que la viera en aquel minúsculo vestido que dejaba poco a la imaginación.
Cuando Laura termina de bajar, ve a su hermana leyendo sin levantar su vista de un libro:
Angélica, ¿ Que haces levantada a esta hora ?
Angélica sin levantar la mirada del texto le responde:
También me estoy embelleciendo.
Pero ¿ Como hermana, si estás en ropa de dormir?
Laura, estoy embelleciendo mi alma leyendo este Libro.
Cuando Laura ve el texto al que se refería Angélica se dio cuenta que era la Biblia pero igual cogió la calle.
Cuando aquel Cisne Negro va a su trabajo nocturno de repente se detiene y algo se movió en su interior, algo nuevo para ella, era como un toque mágico y divino.
Angélica que todavía estaba en la sala se asusta cuando alguien abre la puerta y sorprendida ve a su amada hermana que le dice:
- Hermana, espérame aquí, ya bajo.
Cuando Angélica ve a su hermana la vio distinta, ya no era la manzana del pecado, con su piyama de dormir Laura le dice:
- Hermana, yo también quiero embellecer mi alma.
Arriba en la escalera, una madre con lágrimas de emoción veía ahora dos cisnes blancos en la sala.