Devuelvo con gusto los 46 años que van desde el inicio de mis errores, el primero sin dudas, haber llegado antes de tiempo. Una inexplicable tinta, escribió mis papeles, mis pruebas y todas las equivocaciones que aún palpitan, como si apenas hace rato, se hubiese roto ese jarrón chimo milenario. Cuánta torpeza presente, el ser sin alma, sin éxito, en el corazón extrañado. No tuve elección, fui lanzada al aire, no pude atrapar la mochila, cayó al suelo en picadillo. Recompongo las piezas casi siempre por poco tiempo. Entonces, casi confirmado, pudiera estar hecha de algo que no existe.
Dice la leyenda.
interesante.