El regaño humilla y deprime
No me regañes, aconséjame ─dijo el niño de cinco años al padre gruñón que tenía la costumbre de regañar a su familia por la más insignificante falta, sin obviar las veces que el regaño no bastaba y la emprendía a castigos físicos con correas y fuertes nalgadas.
El padre gruñón reclamó a su hijo todo el derecho de regañar y castigar que tenía como padre.
Esos son tus derechos. Y cuales son los nuestros… ¿Papá? ─Le advierte el niño
En este caso ninguno; soy vuestro padre y eso basta para hacer lo que sea necesario para corregirlos cuando yo así lo considere.
Papá… el regaño “humilla y deprime”. Corrige mis faltas con concejos y palabras decentes, y no con esas “vulgares” que a veces nos dices a mí, y a mi mamá. ¡Por favor! Papá no nos trates más así. Por muchas cosas estamos en deuda contigo pero si quieres respeto a tus derechos como padre, tienes que darnos el ejemplo.
¿Quieres ponerme un ejemplo? ─Preguntó el señor Luis, que así se llamaba el padre. Y en ese momento estaba tratando a su pequeño hijo (Juan) como a un adulto.
No vengas más borracho a la casa papá ─exigió el niño.
Papá todos tus hijos somos unos niños. Que faltas podemos cometer para merecer los regaños y castigos físicos tan severos ¿que tú nos das? ¡Por favor! Recapacita. Y trátanos como lo que somos: “Tus hijos… Tus niños”
El señor Luis reaccionó de tal manera que los reunió a todos: esposa he hijos y una vez al frente de todos ellos. Todos temblaban de miedo por temor a un castigo ejemplar, por juan haber tenido la osadía de enfrentarlo de tú a tú.
Para sorpresa de toda la familia. El señor Luis cayó de rodillas, mientras pedía perdón y su rostro era bañado por las lágrimas.
El regaño “humilla y deprime”: corrige mis faltas con concejos y palabras decentes. ─Excelente la intervención de Juan ¿Verdad?
Escrito por: @tomasflores
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