A comienzos del siglo II era cristiana, agonizaba en un barrio marginal de Bagdad Persia, una viuda miserablemente pobre, extenuada por la avanzada edad y privaciones, supo que la muerte muy pronto vendría a reclamarla, por lo que llamando a su hijo menor le entregó cierto libro; que durante años había mantenido oculto.
Hijo mío le dijo al muchacho, este libro me fue dado en pago por un poderoso hechicero a quien hace mucho le dí posada por una noche. Sus páginas contienen detalladas instrucciones para localizar un inmenso tesoro oculto en un país lejano. Una vez que tengas ese libro en tus manos, sólo hay una condición que tienes que observar estrictamente: Debe ser leído por ti, página por página, y sin saltar ninguna. Si te adelantas para llegar más rápido al final, este libro comenzará a esfumarse de inmediato y jamás podrás encontrar el tesoro; recuerda bien esto, página por página, y serás un ser rico y poderoso cuando llegues a la última.
Fuente: https://tocandoloscorazones.wordpress.com/2014/06/11/el-libro-del-tesoro/
Después que su madre falleció y tras el obligatorio luto, Omar, que así se llamaba el joven, comenzó a leer el libro tal y como se lo había indicado su madre; pero varias páginas más adelante el texto ya no continuaba en idioma persa, sino en otra lengua árabe. De inmediato el joven pensó en un traductor, pero y si encontraba alguno, esté también sabría cómo llegar al tesoro.
De allí que se empeñó en estudiar aquel idioma árabe y tras varios meses aprendiendo, continuó leyendo sus páginas una por una. Pero ocurrió que páginas más adelante aquel texto continuaba en otro idioma, aprendiéndolo, continuó leyendo sus páginas una por una, pero ocurrió que páginas más adelante de aquel texto continuaba en otro idioma que era el chino; y así cada tantas páginas estas variaban a otro lenguaje, obligando al persistente Omar a dedicarse con disciplina y tesón a dominarlos todos.
Ya siendo un experto políglota comenzaría a ganar buen dinero como traductor e intérprete de todo tipo de textos foráneos, acercándose ya a la parte final del libro y como en su contenido habían detalladas instrucciones para cómo administrar el tesoro una vez que estuviese en su poder, se empeñó en estudiar economía y adicionalmente minería, incluyendo todo lo relativo a la composición y valor de metales, como el oro, plata, y minerales valiosos; convirtiéndose además en un calificado experto en diferentes tipos de piedras preciosas.
De igual manera aprendió ingeniería y urbanismo, creciendo a tal punto su reputación de hombre culto y gran sabiduría, que hasta llegó a oídos del supremo mandatario persa, quien le encomendó varios proyectos, Omar los llevó a cabo con tan eficiente profesionalismo que el así llamado rey de reyes, lo citó a su palacio. Al salir de allí tras horas de conversación, ya había sido nombrado administrador general del imperio, fue tan honesta y acertada su gestión en tal alto cargo que al poco tiempo el otrora humilde hijo de una viuda marginal y paupérrima; llegó a ser tan admirado por la ciudadanía como el propio emperador.
Eventualmente y justo antes de su casamiento nada menos que con la más bella hija del Sha de Persia, Omar finalmente llegó a la última página del libro del tesoro. allí estaba escrito sólo esta frase: “Las más grandes riquezas que existen son el conocimiento y el saber.”