Como guerrera lucha
bajo un crepúsculo arrasador.
Su espada es la sonrisa
que después de varias batallas
se ve desgastada.
Con un poco de brillo
en los ojos de quien ama
todo se ve reluciente
excepto en su alma
que llora todas sus desgracias.
Pero calla,
como la han enseñado
es su casa,
en la escuela,
en cada espacio,
que aunque fuera pequeño
atesoraba como recordatorio
de ante quien se revelaba.
Su huida reflejaba su sus ansias de libertad,
pero fue en su regreso donde la halló.
En cada crujir de esa hoja metálica con las cadenas.
Es la mayor guerra a la que el mundo teme,
la propia,
en la que te acorralas, callas y gritas;
pero sobre todo en las más solitarias.
Aún a pesar de tener una sonrisa en la que apoyarse.
Pero no se rinde,
continúa arrasando
y lo hará hasta el final,
o por lo menos, hasta que la paz reine en su corazón.