Graciosamente eran ellos quienes luego, me sacaban conversación a mí de cualquier cosa.
No pasó mucho tiempo hasta que llegaron unos encargos de comida que pidió mi papá en una esquina a la entrada de la calle, donde venden los "chicharrones" de cerdo y carne asada.
Las madres rápidamente pusieron a calentar algo del almuerzo que traíamos hecho y a su vez ofreciéndonos lo que, casualmente también tenían preparado: ¡Pasta! (Me encanta❤). Jaja.
Personalmente no soy amante de los chicharrones ni de la carne asada, pero algo que sí, definitivamente me hizo el día, fueron unas rodajas de queso mozzarella que dan vida... UFF, que las recuerdo y ya quiero volver a ir.
El caso es que esta familia lo produce y es completamente genial.
Para concluir la parada, obviamente comimos hasta la saciedad, aunque yo quería más queso, pero me detuve por decencia y nos fuimos a continuar el viaje hasta Valencia, pues ya se hacía eso de las 3 p.m. y quedaba mucho camino.
Les recuerdo que no había dormido casi nada en la noche anterior, y realmente me estaba pegando. Y ok, es cool tener una linda abuelita que siempre cuente sus anécdotas, pero sentía la cabeza a estallar y lo que más deseaba era silencio. Me colocaba los audífonos con música muy suave pero capaz de bloquear las voces de los demás, porque además, el auto no tenía Reproductor de sonido y todos, hacían de todo menos callarse y dormir. Mi hermano a veces es un especialista en darle cuerda a las largas conversaciones con la abuela.
A eso de las 5:30 p.m, cuando estaba atardeciendo, sé que caí y no supe de mí hasta que prácticamente llegamos a la casa de mis tíos en Valencia, serían las 10~11:00 p.m. Sé que era tarde. Igualmente, nos recibieron entre sonrisas, abrazos, bendiciones más las tradicionales arepas calientes recién hechitas, que de verdad no sé cómo lo logran, pero siempre coincide que estén listas y rellenas para el alivio placentero de nuestros ácidos.
Ése momento siempre es muy feliz y cálido.
Luego de saludar a todos los presentes, volví al ensueño precedente al despertar de la aventura.
Desde la mañana siguiente en adelante, todo fue creatividad y diversión con mis primos pequeños, que son como hermanos "menores" para mí, y ni tan menores, porque la edad se me olvida estando con ellos. :) 😛
Una de las tardes más bellas, el cielo coloreado de rosa y la luna llena. (Que sí, parece bombilla pero es la luna...). Aquí mi prima Zulmary Martina y Rafael Oswaldo, alias Rafaelito, y "duraznito bebé" como le apodé yo, pues le fascinan estas frutas.
Éste es Isaí, otro de mis primitos más pequeños. Tiene 4. También le llaman "el Mago" (Magordito).
Duraznito con sus transformers.
Éste es el esqueleto gordinflón.
El duende negro al ataque.
Por ahora cierro aquí, pronto con más fotos de nuestras aventuras.
¡Gracias por leer! ❤❤❤