Diario personal.
Página 969
Hastings. Sussex del Este.
Inglaterra. 30 de noviembre de 1947
Intento sacar el máximo provecho a la capacidad de mis manos. La poca que me queda en ellas, para escribir unas páginas más en mi diario. Con un dolor terrible, golpeadas por el inclemente azote del tiempo, el frío y la falta de perspectiva, me he propuesto relatar las vicisitudes de mi vida durante los últimos días. Me siento agotado. Disminuido al punto más bajo de la existencia, como un otrora flamante lucero, que tras la explosión inevitable de su ser empieza a contemplar que no le queda nada más que la oscuridad gradual. Nada más que un súbito apagado en el firmamento para dar paso a la nada. La plena inexistencia. Helada e inevitable.
Tengo que confesar, que no he sido capaz de confiar en lo que mis ojos presencian y mis oídos captan en el transcurso de los últimos quince días. El insomnio ha colapsado la sanidad de mi mente al punto de no reconocer si estoy en la realidad, si la locura ha sido la última plaga que se ha apoderado de mi cuerpo o incluso si estoy dormido. Tal vez muerto incluso. Atrapado en un limbo de recuerdos y miedos que me han convertido en el fantasma que se abriga por las noches del frío plano de los no vivos con libros que aprendí de memoria en vida y con pensamientos sin compartir en hojas de papel creadas por mis deseos, pero irreales.
Nadie ha querido venir a verme en mi estancia en este olvidado lugar por los Dioses mismos. Y es que mi inestabilidad personal ha puesto en peligro a todos en el séquito. Hace dos noches, un joven aprendiz se dispuso a entregarme comida y frazada para soportar el gélido clima que se infiltra en esta ventana de mala muerte. Pero no pude distinguirlo, solo podía ver el rostro de un antiguo demonio devorador de almas que extendía la mano para convertirme en su banquete. Así que en mi temor por lo que mi vista contemplaba, tomé un viejo cuchillo e intenté apuñalarlo. Sin embargo, la visión del oscuro ser se había desvanecido para mostrarme que en realidad había sido aquel joven que solo estaba aquí con intención de ayudarme. Vi su cuerpo caer y lentamente agonizar por las heridas que le había infringido. Afortunadamente, el administrador de esta posada se encontraba cerca y pudo socorrer a esa alma desdichada que había recibido la encomienda de velarme.
Ese incidente fue la gota que rebosó el vaso en mi proceso de aislamiento. Encerrado en cuatro paredes, débil. Vencido por una fiebre y una molesta tisis que duele al punto de creer que se me saldrán las costillas. Solo veía el rostro de administrador que entraba a mi habitación, preso del pánico, para darme de comer y asegurarse de que la peste no me haya llevado.
Esta mañana, empecé a escuchar murmullos en las paredes, no he logrado distinguir de que hablan, pero siento que sean quienes sean los portadores de aquellas voces, me observan entre las sombras, como esperando la llegada de algo o alguien. Intenté concentrarme para poder comprender sus mensajes en los cuchicheos. Pero a estas alturas, dudo de que sea una lengua conocida por mí. Tal vez incluso sea una simple gráfica de mi enajenación. No lo sé. Pero las voces no se callan, ni siquiera por que las ignore. Así que, fantasía o no. Viven aquí, conmigo. Me acompañan en la soledad.
El administrador me había confinado para evitar que lo que tuviese se propagara ante los otros clientes, o incluso a el mismo. Me sentía secuestrado en primera instancia y al principio intenté escapar, golpeándolo con un candelabro en la cabeza cuando se disponía a alimentarme como era de costumbre. Pese a mis esfuerzos, la fuerza física propia de la juventud que representaba, pudo más que las maliciosas intenciones de un septuagenario febril y tembloroso.
Me esforcé al punto de obligarme a dormir, pero mis intentos eran completamente fútiles. El sueño me era esquivo y cuando lograba perforar la superficie onírica, caía en una completa turbulencia astral que me transportaba a la pequeña casa en la que viví cuando estaba casado. Parado frente a la puerta donde dormía mi hija, Nuit Ma. Salvo que, en esta ilusión, la puerta se encontraba teñida completamente de rojo. En aquel sueño recurrente, siempre me acercaba a la puerta con el propósito de abrirla y llegar a Nuit. Pero justo cuando tocaba la manija, notaba que el color rojo que teñía la puerta no se trataba de simple pintura, sino de sangre fluyendo a través de la madera, para luego escuchar los rugidos y palabras ininteligibles de Bughuul, ya dispuesto para llevarse a mi primogénita. Y cobrarse la deuda que yo sostenía con él.
Noche tras noche, se repetía aquella escena en mi mente al tratar de dormir, provocándome un estado de alerta que me mantenía despierto irremediablemente el resto de las horas hasta alcanzar el amanecer. Las voces susurrantes, se hacían más comprensibles cada vez que despertaba de aquella pesadilla. Logrando descifrar unas pocas palabras como “Miedo” o “Final” entre el río de vocablos.
Poco a poco he perdido las ganas de comer, mi apetito se había ido. Lo único que realmente deseaba más que a nada en este mundo era dormir. De forma pacífica y tranquila, como no la había hecho en toda una eternidad a mi juicio. El frío se clavaba en mis huesos, al punto de creer que los rompería. Mis manos se entumecían y el único pasatiempo que mantenía en este lugar para escapar, al menos mentalmente de este mugriento sitio era tomar un papel, una pluma y escribir. También se veía comprometido por la rigidez de mis dedos, quedándome completamente solo, abandonado a mi suerte y sin posibilidad de dar un grito de desahogo, literal o escrito.
Debo reconocer, que ya viéndome derrotado por las circunstancias, lo único que pude hacer en mi miseria fue acostarme en posición fetal, aguardando la muerte.
Y la puerta sonó, los cerrojos que me mantenían en mi empobrecida celda doméstica se abrían lentamente y yo solo cerré los ojos para no tener que mirar una vez más a la cara al desgraciado administrador de la posada.
El hombre se colocó frente a mi y solo me contempló en silencio durante varios minutos, yo seguía con los ojos cerrados intentando eludir el presente de manera pobre e infructuosa.
--- Supongo que ha de tener hambre. --- Mencionó en voz alta.
Mi silencio fue la respuesta a aquel comentario, para mí. El no estaba allí. Y de estarlo, quería que se fuera lo más pronto posible.
Pese a ser ignorado en primera estancia, el administrador de la posada volvió a dirigirme la palabra
--- Señor, debe comer algo. No pretenderá quedarse allí todo el día. ---
--- ¿Y es que podría ir a otro lugar acaso? – Repliqué aún sin mirarlo a la cara. --- A todas estas. Ni siquiera puedo diferenciar el día de la noche, así que el paso del tiempo para mí ya es irrelevante, como lo es el hecho de alimentar este ya inservible y envejecido cuerpo. ---
--- Envejecido e inservible, aún sigue con vida. Así que ¿Por qué no se levanta y come algo? ---
--- ¿Sigo vivo? Espere a que cambie ese hecho cuando deje de comer, entonces. Venga por mí con los mortuorios en un par de días. ---
Mi réplica vino acompañada de un súbito aumento del frío en la habitación. Mi cuerpo parecería congelarse por completo y sentía que de ninguna manera era capaz de mover un solo músculo.
--- Lo puedo sentir en mis huesos, no falta mucho. Estoy muriendo. ---
--- No, Aleister. Esa agonizante sensación en tus huesos no es el final, solo el indicio de miedo. --- Contestó de manera fría.
Abrí los ojos de inmediato, pude recordar que las palabras que escuchaba una y otra vez en mi cabeza eran justamente las dos que acababa de mencionar. Me levanté para recostarme, sentado en la pared helada, lo miré de reojo y le pregunté
--- ¿Qué has dicho? ¿Por qué has dicho eso? ---
--- Esa es la sensación que te consume a través de tu deteriorado esqueleto ¿No es así Aleister? El todopoderoso mago negro, el más perverso y temible de todos los seres humanos, reducido en una cama podrida a esperar a la única entidad cósmica que no has podido comprender y de la cual no te podrás salvar: La muerte. ¿No es algo patético para quién presumía ser algo más allá del común de los mortales? --- Preguntó con sarcasmo.
Alcé la cabeza para poder verlo con más claridad, aquellas palabras no podían venir de un simple administrador de un hogar de mala muerte. Había escuchado al hombre hablar anteriormente y solo era capaz de espetar vulgaridades e incoherencias. Sin duda, no estaba hablando con él.
--- ¿Quién eres? ---
Se puso de cuclillas para que pudiera verlo mejor, con un rostro completamente serio y amenazante pude observar su faz claramente. De una tez pálida en su totalidad, con una mirada intensa, poseída por aquellos sobrenaturales ojos rojos que me miraban fijamente. Una expresión igual de glaciar que la temperatura que aclimataba el lugar, llevando guantes negros y un sombrero de cuero sobre su cabeza, se dispuso a responderme.
--- Tu sabes quién soy Aleister. Has estado esperando por mi en este lugar olvidado de Dios, prácticamente me has invitado a entrar, y ahora que he decidido responder tu invitación ¿Intentas decirme que no me reconoces? ---
--- ¡No! --- Exclamé alejándome de él hacia la puerta. --- Tu no eres real, Esto es solo otro producto de los embates de la demencia que vienen a pasarme factura. ¡Tú no estás aquí! ---
--- Aleister, sé que no tienes tu cabeza en el lugar apropiado, pero esto no es producto de un delirio vago de tus fiebres. Mucho menos de tu autoimpuesta rutina famélica. Esto es real. De hecho, es lo más real que has experimentado en semanas. Estoy acá, como un visitante. A conocer al terrible hombre del cual me hablaban tantos entes y deidades alrededor del universo. Y para serte honesto, no me he sentido muy sorprendido con lo que he visto. ---
Sonreí escéptico de sus palabras y contemplé al piso. Lleno de moho y manchas por doquier para responderle con un dejo de interés.
--- Sal de mi cabeza, ilusión vaga. No eres más que un pobre delirio, el estrago resultante de mi cuerpo y espíritu entregados a la anarquía de mis horas finales. ---
El misterioso hombre sonrío fríamente y tocó mi cabello.
--- El tiempo no ha sido clemente contigo, Aleister. Ya puedo notarlo. Has degradado tu propio ser que ya dudas de lo que ves, reniegas de lo que escuchas. Ignoras lo que tocas y callas lo que percibes. No, definitivamente no soy una vaga ilusión de tu mente aquejada por el confinamiento. Y lo sabes, En el fondo, sabes que soy tan real como tu rostro envejecido y deformado por las arrugas, como el frío que sientes cada noche o el crujir de tu esqueleto en medio de tus fiebres. Yo soy, mi estimado, lo más real que has presenciado en días, de hecho. ---
Recosté mi rostro contra la pared, confuso, extenuado. Sintiéndome al borde de la locura ente el miedo de estar conversando con un espectro imaginario oculto entre las sombras de la habitación.
--- Llamaste por mí, justo cuando empezaste a tener esos sueños que tanto te perturbaban, viajar cada noche a través de ellos se ha vuelto un suplicio más doloroso que que tu peste y de la sangre que sale de tus pulmones en la madrugada. Es doloroso. Al punto de la agonía. Verte parado sobre esa puerta roja es equiparable solo a ser víctima de un naufragio y sentir como el agua colma tus pulmones hasta ahogarte ¿No es así? ---
Volteé a verlo nuevamente, mirándolo directamente a los ojos. Esos ojos inhumanos e inexpresivos sin mediar palabra, y tras unos segundos en silencio continuó.
--- ¿Ha funcionado? ¿Tratar de olvidar su rostro? ¿Ha traído paz a tu mente fingir lo que no eres para que sea más llevadero el hecho de lo que sí? ¿La recuerdas aún? ¿O es solo algo que has categorizado como una ilusión demencial de la misma manera en que intentas hacerlo conmigo? –
Al escuchar estas últimas palabras, sentí como un escalofrío recorría lo más profundo de mi ser, por unos segundos, pude volver a verla, su rostro. Su sonrisa, esa que me había cautivado durante tanto tiempo, lo feliz que me sentía a su lado. Y por último aquella habitación, oscura, lúgubre. Donde había querido ocultar tanto tiempo su recuerdo. Lo que era, lo que sigue siendo.
El desconocido visitante parecía tener la capacidad de hurgar en mi mente, porque su rostro denotó una expresión satisfactoria justo al tener aquellas memorias revividas dentro de mí. Cerré los ojos y pude volver a verme por un segundo en el blanco e interminable pasillo que resaltaba en aquella puerta teñida en sangre, esa puerta que me llamaba hacia ella con intensidad y que me brindaba un dolor agonizante con cada paso que daba para acercarme, al punto de detenerme para que dejara de doler.
--- Como te dije Aleister, no me siento muy impresionado. Para ser el temible mago negro. El hombre más perverso de la tierra, tus métodos para enterrar tus miedos y desesperanzas siguen siendo tan burdos y fútiles como los de otro cualquier mortal ordinario. Lo que me hace preguntar seriamente ¿A que he venido a ver acá? --- Sentenció.
--- Solo un ingenuo es capaz de creer que puede impresionar a la muerte misma. Si llegan a verla cara a cara probablemente solo vea carne y huesos en proceso de descomposición en vida, listos para ser servidos a las bandejas de Dioses y demonios que se reparten el botín de lo que significan nuestras almas. --- Repliqué de inmediato.
Me devolvió la sonrisa, para luego ponerse de pie y cruzarse de brazos.
--- Al menos, ya has reconocido lo que soy. Eso es un avance, he visto ancianos con mayor renuencia aceptar mi presencia en sus casas. ---
--- Esta no es mi casa. Es el lugar donde he venido a morir, y tu lo sabes bien. Porque has sido tu quien me has traído hasta aquí. ¿No es así? ---
Asintió y se dio media vuelta, mirando a través de los sucios vidrios de las ventanas.
--- Sí y no. Era mi intención hablar contigo antes de que fuese tu tiempo. El lugar para mí era irrelevante. Aunque debo reconocerte que contemplé con curiosidad ver tus pasos una vez que aparecieron en tu cuerpo aquellas dolencias que poco a poco se han hecho mayores, más presentes y más mortales. ---
--- ¿Qué es lo que quieres de mí? ---
--- Observar y conversar. Mucho se ha dicho de ti en toda la vastedad del cosmos durante los últimos años. El hombre más malvado del mundo. El caníbal inglés, el nigromante de las montañas, has adquirido un status de leyenda casi mitológica entre todas las entidades del universo. Irónico, Ya que la cualidad de mito suele ser asociada con lo sobrenatural y no con lo natural, eso que nace bajo estos árboles que rodean este asilo. Que ven crecer esa vida y que probablemente mueran a causa de esa misma vida que contemplaron un día, que en algún punto de su raciocinio prefirió vivir sin árboles para tener una vista más amplia. La humanidad. ---
--- Así que querías conocerme para comprobar si lo que oías en tus andares era cierto. Pues probablemente, la mitad sea real y la otra mitad… Pues también lo sea, solo que tal vez algo exagerada. ---
La muerte soltó una carcajada.
--- Al menos se que tu coraje a la hora de desafiar entidades milenarias, es un rasgo evidentemente cierto. ¿Sabes? Cualquier deidad con complejo narcisista te arrancaría la lengua al observar como te diriges a seres más trascendentales que tu insignificante alma. Eres solo un gusano en la tierra, uno muy grande y colorido. Pero gusano al fin. ---
--- Tu hostilidad hacia mi es bastante curiosa, si me consideras un gusano en el universo. ¿Qué haces acá conmigo en este momento? No le veo lógica a tus palabras. ---
La muerte se sentó sobre un viejo mueble color café que yacía degastado y con el relleno visible. Dejándose caer con gracia.
--- Diversión. Aleister. Pura diversión. Cada ser en el cosmos que te ha conocido se ha divertido o se ufana de ello cuando te conoce. ¿Por qué no habría de intentarlo yo? Es como sentirse inmerso en un espectáculo circense pasando por un pueblo completamente aburrido. El niño sin siquiera saber cuales serán las atracciones de la feria, saldrá corriendo a contemplar cualquier espectáculo que lo aleje de la poca interesante realidad del pueblo rutinario, vacío y del que ya conoce todo lo que puede aprender. Yo esta noche, soy el niño y tú. Tu eres el circo. ---
Me puse de pie para demostrar que no tenía miedo de él, ni de sus juegos. Ni mucho menos de lo que planeaba hacer conmigo. Así que, apoyándome de los muros, abandoné mi postura de renegado y destruido para mirarlo directamente a los ojos.
--- No se a que quieres jugar, pero honestamente no me interesa. Por más enigmática que me parezca tu mera existencia o falta de ella, la única razón por la cual he invocado con mis pensamientos a la muerte ha sido con el único propósito de que me arrastre hacia su reino de una vez por todas. La mortalidad de mi cuerpo resulta insoportable. Verme al espejo en esta pocilga resulta nauseabundo. Esto que veo, ya no soy yo. Es otra cosa, un estrago de las manecillas del reloj giradas por el mismísimo Cronos para mofarse de mí. Esto es insoportable. Y si has venido hasta acá, pues procede de inmediato. No deseo entablar chácharas con nadie, ni siquiera con la muerte misma. ---
La muerte volvió a soltar una carcajada que llenó toda la pequeñez de la habitación y quizás un poco de espacio más allá. El sonido de su risa hizo temblar cada microscópica parte de mi cuerpo.
--- No ha entendido nada Crowley, nada de lo que está ocurriendo ahora es producto de la casualidad, tus pesadillas. Las voces que te atormentan en la oscuridad, los recuerdos que tanto te esfuerzas en ocultar de ti mismo y mi compañía esta noche, se deben a lo mismo. Cada aspecto mencionado en tus delirantes tormentos se encuentra cohesionado en una simple razón. --- Dijo mientras se ponía de pie y se acercaba al punto de encontrarse cara a cara conmigo.
--- Sí, Aleister. Vas a morir, pero si has creído que vivir fue una experiencia dolorosa. Morir no será placentero en tu caso. Seguirá siendo un dolor, profundo. No será el fin que tanto has anhelado desde que estás acá, cuidado con lo que deseas. Se puede volver realidad. ---
--- Así que esto se trata de un mero castigo por mis acciones, has venido a traer el purgatorio ante mí, a darme las llaves del infierno mismo para condenarme en la penitencia eterna y flameante de las almas malvadas. ---
La muerte me tocó el hombro y en un tono sarcástico me respondió.
--- Solo soy la muerte compañero, mi objetivo no será otro que asegurarme que atravieses el velo, no soy un verdugo, ni un castigador. Mucho menos he venido a darte las llaves de tu propio infierno para ser quemado. Ese no es mi trabajo. Pero si el de él. --- Dijo señalando con la cabeza al fondo de la habitación.
Una silueta emergía de la profunda oscuridad que envolvía el lugar para dar paso a una figura completamente clara y nítida. Vestido de traje color negro y guantes, se acercó hacia mí dándome un golpe mortal en los oídos solo con escuchar el sonido de su voz.
--- Nos volvemos a ver, viejo amigo. --- Dijo en un tono completamente amigable, pero con ímpetu.
Era Lucifer en persona. El mismísimo rey de la oscuridad, aquel ente que había conocido hace tantos años, que parecía que fue una vida anterior. El centro, el eje de todo lo que alguna vez había buscado. Como el mismo se llamó el día en que nos conocimos “El parásito de la duda” que había infestado en mi toda una existencia completa para luego desaparecer.
--- Eres tú. --- Susurré sorprendido. Lucifer asintió y en su rostro se esbozó una sonrisa.
--- Verás Aleister. Hubiese sido imperdonable de mi parte no estar aquí. Ofreciéndome como guía en este nuevo viaje que debes emprender, después de todo. Tu travesía comenzó conmigo. Es más que apropiado que ella termine justo de la misma manera. ---
--- ¡Eres un fraude! --- Le grité a Lucifer. Quien me miró en silencio con desconcierto en sus ojos.
--- Fui tu juguete durante muchos años. Viniste a mi para corromperme y convertirme en un trofeo más. Durante toda una vida, creía ciegamente en tus palabras en aquella cena. Sería algo más. Más que aquel detestable mortal que conociste, más que un pueblerino tentado a lo desconocido, sería poder. Sería temible, sería un Dios. Y mírame ahora, acá estoy al borde del frío pabellón que aguarda mi cadáver putrefacto. Atrapado en una mazmorra en contra de mi voluntad, con la salud tan frágil como cualquier hombre común. De nada ha servido, mi viaje fue una conquista fracasada que se quedó solo en palabras frías que se han de borrar en lo que la muerte me arrastre a su nido. ---
Lucifer volvió a sonreír y caminó hasta la ventana de la habitación.
--- Deberías saberlo, No hay nadie, absolutamente nadie en todo el universo que no se sienta un juguete del destino, un pobre resultado de las casualidades que se juegan día tras día sobre la vida misma. Mortal e inmortal. Es por eso que ustedes son infelices, y es por eso que los seres inmortales somos crueles, su vacío de significado es compartido por cada uno de nosotros. Nacimos sin propósito, y si nos descuidamos. Podríamos morir sin él. Así que hay un pequeño vacío entre una casualidad y otra, que podemos usar para darnos la importancia que deseamos. No te engañé Aleister, solo te aupé para que fueras lo que quisieras ser, fuese lo que fuese, desde ser una luz para el cosmos, hasta un agujero negro en el cielo. Tu objetivo era tuyo. Yo solo contemplé en silencio. ---
Le di la espalda con un profundo desprecio.
--- Siempre estuve dudando sobre si el hecho de haberte conocido fue tan perjudicial para mí como haber muerto en vida misma. Hoy siento que esas sospechas son generalmente ciertas. ---
Lucifer me apuntó con el dedo índice y en un tono muy calmado.
--- Sospecho que me he ganado a pulso mi titulo de señor del engaño y corruptor de almas. Pero aún así, mi reputación es más antigua que tu y conociéndola, decidiste acercarte igualmente. Yo nací de la libertad de albedrío ¿Qué clase de manipulador y mentiroso crees que sería si no te permitiera a ti surgir del mismo modo? --- Dijo mientras sacaba un reloj de bolsillo y veía la hora.
Quedé en silencio, aún después de tantos años. Tenía la capacidad de deslumbrarme en cada respuesta. Era un tonto, una pobre alma desdichada que creyó en su propio guion teatral a tal punto de no recordar de nuevo que eran mentiras diseñadas para mi mismo, con el único objeto de sobrevivir a la nefasta realidad. De alguna manera, me había convertido en uno de los tristes actores de comedia que Lucifer había mencionado en nuestra reunión.
No era diferente, no era especial. Solo era un gusano de color en el pantano, justo como la muerte lo había dicho.
--- Ya no queda mucho de aquel joven que conocí. Al menos en aspecto. Mira lo que el tiempo ha hecho contigo. --- Dijo mostrándome su reloj. --- El ambicioso y omnipotente Aleister Crowley, el demonio en la tierra. El mal encarnado, cuyos embrujos y rituales desembocaron en un festival de horrores, diezmado a tal punto de verse desfigurado en un anciano maloliente de una posada de media estrella. ¿Qué te ha pasado? ---
--- La vejez, señor infernal. Eso me ha pasado. No hay nada temible en la vejez para el resto del mundo. Solo para quien la padece. ---
--- Tal vez sea la razón por la cual debes considerar levantarte de entre la basura que has apilado sobre ti mismo. --- Replicó.
--- ¿Para qué? ¿Qué más debo padecer en esta vida para que ustedes decidan terminar con ella? ---
Lucifer se puso al lado de la muerte y ambos me miraron de arriba abajo. Y tras unos segundos en silencio, Lucifer prosiguió en su ilustración.
--- Siempre hablaste de ser algo más. De transformarte en superioridad, alzarte de entre los mortales como el único ejemplar de una nueva entidad en el cosmos. Hoy te damos esa oportunidad. Nunca comprendiste nada Aleister, no podías ser diferente de los humanos viviendo como ellos, luciendo como ellos. Respirando al igual que ellos. No hay nada de grandiosidad en la mortalidad, pero en la inmortalidad, lo está todo. En tu caso. Debes morir primero para ser inmortal. Esa es la razón por la que ambos estamos aquí. Este es tu momento. ---
--- Mi momento. --- Repetí. --- ¿Momento de qué? ---
---- Transcendencia. --- Respondió. --- Tu escape final a la vida que tanto has despreciado. Tu botín de oro al final del arcoíris, listo para ser encontrado y dejar de ser una fábula en tu mente. ----
--- ¿Qué es lo que debo hacer para adquirir esta trascendencia? --- Increpé de inmediato.
--- Enfrentarte a ti mismo. --- Respondió la muerte.
Cerré los ojos por un microsegundo, para luego darme cuenta de que ya no estábamos en mi rutinaria pocilga donde esperaba morir, y que los tres yacíamos sobre un pasillo completamente blanco. Justo como lo había visto en mis pesadillas. Y de igual manera, al final de este pulcro pasillo se encontraba una puerta completamente roja. Cerrada y que de alguna forma parecía pedirme en susurros que fuese abierta. Me quedé paralizado y volteé a ver a Lucifer y a la muerte. Quienes se encontraban uno a cada lado de mí, contemplándome, con la misma expresión de curiosidad que tiene un niño cuando lee sus caricaturas favoritas cada domingo en los diarios, con la incertidumbre de que harían esta vez sus personajes favoritos.
--- Pues esto será así Aleister. Este pasillo es el camino a tu trascender. Empieza justo allá en esa puerta. --- Señaló a la puerta roja. --- Hasta que no hayas abierto y cruzado a la siguiente habitación. Seguirás siendo no más que un simple anciano al borde de la muerte en un lugar escondido de todo hombre y olvidado por cada entidad posible en el universo. ---
Miré hacia la puerta, dando unos cuantos pasos hacia ella. Pero justo como había sucedido en mis sueños. Mi cuerpo empezó a doler terriblemente. Mis oídos solo escuchaban gritos de desesperación y comenzaron a sangrar, seguido de un terrible dolor de cabeza.
Entre en pánico y retrocedí hasta chocar con la muerte misma, quien se separó de mí, evidentemente molesta. Lucifer tocó mi hombro y me habló en un tono tranquilizador.
--- No hay escapatoria de esto, viejo amigo. Es natural que sientas miedo. El miedo es la emoción primaria de tu especie. El humano ha sabido prevalecer durante tanto tiempo gracias a esa sensación de terror por su continuidad, por aquellas amenazas invisibles que comprometen su existencia. Pero tu no quieres seguir siendo humano ¿Verdad Aleister? De modo que, si realmente deseas trascender, debes deshacerte de tu primitiva emoción de pánico y cruzar esa puerta. El miedo de la humanidad, es solo el vasto reflejo de su ignorancia. Ustedes siempre se han refugiado en la capacidad de lo que entienden para desechar la incapacidad de lo que no. Esta ultima es la llave de ese miedo que carcome sus espíritus. Olvídalo, no tienes que comprender lo que hay tras la puerta. Solo debes cruzarla. ---
--- ¿Ustedes vendrán conmigo? ---
--- Por desgracia, no. Solo tu puedes cruzar el umbral de esa puerta. Nosotros solo podemos esperar acá afuera. No es mi puerta. No debo cruzarla. El día que me corresponda. Quizás lo haré. ---
---- ¿Quieres decir que la muerte va a llevarte incluso a ti? ¿No era acaso que estaban sobre sus manos todos aquellos que estaban fuera de la mortalidad? ---
--- La inmortalidad es un hecho, real. Pero momentáneo. Es una capacidad que tenemos algunos seres de caminar en la cuerda floja sin ser dueños del miedo de que podemos caer. Pero tal vez, pueda que llegue un momento en que la cuerda deje de existir. Tal vez, llegue el momento en que el universo no necesite de seres inmortales para seguir su curso. Y de llegar aquella situación, a todos nos espera un tránsito parecido al que tu ya tienes en este pasillo. ---- Respondió Lucifer.
---- Es un mundo muy raro en el cual ustedes han nacido. Se aferran y huyen de lo que no ven y de lo que difícilmente conocen. --- Interrumpió la muerte. --- Viven a la luz de un Dios que es una paradoja. Está y a la vez no. Y huyen de Lucifer, que no es más que el rostro del terror que respiran y que se infringen unos a los otros de ustedes. Yo soy lo único seguro que han tenido, que tienen y que tendrán. ---
Miré de nuevo hacia la puerta y respirando profundo, me dispuse a cruzar la puerta y decidí caminar hacia ella. Intentando ignorar el dolor y el ruido ensordecedor que aumentaban al estar más cerca. Tras un gran esfuerzo, llegué a la manija. Extendí la mano para abrirla. No sin antes mirar atrás y preguntar una última cosa
--- ¿Los volveré a ver después de esto? ---
A lo que Lucifer respondió.
--- Los libros nunca se leen a partir del final, sino hacia el final. ---
Sonreí, comprendiendo en aquella frase lo que había querido decirme y despojándome de todos los miedos, abrí la puerta y crucé a la siguiente habitación.
Continuará....
¡Qué gusto me da leer autores de fantasía en steemit! Me alegra saber que no soy el único que escribe de este género por aquí :D Tengo que ponerme al día con estas Crónicas, un saludo bro!
Muchas gracias por el feedback Bro. Estaré muy pendiente de tus publicaciones igualmente. Gracias por tomarte un tiempo para leerme. Un abrazo.