Luis siempre fue un amante de los autos, y cuando finalmente se decidió a comprarse su propio vehículo en 2021, eligió cuidadosamente un modelo que le robaba el aliento cada vez que lo veía: un brillante y reluciente deportivo rojo. Desde el primer día que lo estacionó en su garaje, se dedicó con esmero a cuidarlo como si fuera una joya preciada.
Cada fin de semana, Luis sacaba tiempo para limpiar y encerar meticulosamente su coche, asegurándose de que la pintura siempre brillara bajo la luz del sol. Revisaba los niveles de aceite y los líquidos, y nunca permitía que una mota de polvo se posara sobre su querido auto. La dedicación de Luis era evidente para todos sus amigos y vecinos, quienes admiraban su devoción.
Sin embargo, Luis también tenía una peculiaridad: prefería no usar su coche más de lo necesario para no aumentarle el kilometraje. Solo lo sacaba en ocasiones especiales o para viajes cortos, asegurándose de que cada kilómetro recorrido valiera la pena. Durante la semana, prefería caminar o usar el transporte público para ir al trabajo, siempre consciente de que cada kilómetro añadido a su coche era una pequeña victoria de conservación.
Hoy, mientras revisaba el odómetro, Luis se sintió orgulloso al ver que su querido auto había alcanzado los 17.900 kilómetros. Sabía que, aunque el coche tenía ya unos años, seguía en perfectas condiciones, como recién salido del concesionario. Para Luis, el secreto estaba en el cuidado y la moderación, en disfrutar cada momento al volante y mantener su tesoro en el mejor estado posible.
Era una tarde soleada, y Luis decidió que hoy sería una de esas ocasiones especiales para sacar su coche. Con una sonrisa en el rostro, se subió al asiento del conductor, encendió el motor y dejó que el rugido de su deportivo resonara por el vecindario. Mientras conducía por las calles de Buenos Aires, sabía que cada kilómetro recorrido era una celebración de su amor y dedicación por su auto.
Foto(s) tomada(s) con mi smartphone Samsung Galaxy S22 Ultra.
