... horas, 3997 kilómetros. Ese es el tiempo y la distancia que les arroja el Google Maps para devolverse caminando a su hogar desde la ciudad de Lima, Perú a Maracaibo, Venezuela, del que salieron hace 3 años y que ahora se ven obligados a partir de nuevo empujado por la situación actual y por la xenofobia y la falta de oportunidades.

Jamás se imaginaron hace 3 años cuando partieron con sus ahorros producto de la venta del auto, casa y todas sus posesiones, que el destino les tenía deparado un escenario más que paupérrimo, miserable. Creían que con sus títulos universitarios, motivación y buena onda tenían conquistado la mitad del recorrido... Pero no, no pasó así, no se dieron las cosas así como lo planificaban y soñaban.
El hecho de poder comer y tener una vida "tranquila" dentro de los cánones que llaman "calidad de vida", siguieron batallando día a día sin dejar que los desmoralizara las largas jornadas de 12 o más horas (sin día de descanso) en trabajos que nunca un abogado y una química hubiesen realizado en su tierra. Pero la necesidad y la falta de oportunidades laborales, tienen cara de hereje.
Ya habían perdido la cuenta de las veces que las puertas se les cerraban en la cara cada vez que aplicaban a una oferta laboral correspondientes a su área de estudio. Podían más los prejuicios y la discriminación que la meritocracia y las capacidades y experiencias profesionales. Pareciera que el simple hecho de ser venezolano fuera un estigma que debemos llevar todos a cuesta. Muy pocos toman conciencia que un VENEZOLANO a caballo y espada los había liberado del yugo español hacía más de 200 años atrás.
Les toca devolverse a pie, como miles de compatriotas más, por no tener dinero para costear un viaje tan siquiera en bus. La desesperanza, el miedo y decepción pesa más que la razón y el sentido común y son suficientes para que las enormes distancias sean obstáculos que sólo existen en la mente. Saben que en Venezuela lo que reina es la miseria, pero por lo menos nadie los juzgará y humillará por el simple hecho de haber nacido en el país más rico del continente americano.
Esta historia es un homenaje que hago a los miles de valientes compatriotas que se han visto forzados a devolverse a mi amada patria a pie inclusive. Familias enteras parten a diario desde Colombia, Brasil, Ecuador y Perú, empujados a la calle por desalmados que no comprenden que sin trabajo no pueden cancelar el mes de arriendo o alquiler. No les tiembla la mano para tirarlos a la calle a expensas del maldito virus chino, o del hambre, o del frío.
Cada día, noticias como esta , o esta o esta otra inundan los diarios de américa, es una catástrofe silenciosa que padecen familias enteras. Espero de todo corazón que muy pronto Venezuela pueda resurgir como el ave Fénix y volvamos a ser lo que no hace mucho fuimos, la potencia de América.
La foto es una captura de pantalla de Google Maps.
Es una desgracia lo que sucede con nosotros, la diáspora venezolana. Todos esperamos poder regresar pronto a nuestro país