En un pequeño barrio de Buenos Aires, se encuentra una casa pintoresca, siempre llena de risas y aromas deliciosos. Esta casa pertenece a la familia García, una familia conocida en toda la comunidad por su calidez y generosidad. Pero lo que realmente hace especial a los García es la sopa de sancocho que prepara la mamá, Doña Rosa.
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Doña Rosa es una mujer de corazón grande y manos mágicas. Desde joven, aprendió los secretos de la cocina de su abuela, y con el tiempo, perfeccionó sus propias recetas. De todas sus creaciones culinarias, la que más destaca es su sopa de sancocho.
Cada domingo, Doña Rosa se despierta temprano para comenzar con la preparación. Primero, selecciona los ingredientes más frescos del mercado: yuca, plátano, mazorca, zanahoria, carne de res y pollo. Con una sonrisa en el rostro, ella saluda a los vendedores, quienes ya la conocen y le guardan los mejores productos.
Al llegar a casa, el ritual comienza. Doña Rosa lava y corta cada ingrediente con precisión y amor. Sus hijos y su esposo la observan con admiración, sabiendo que están a punto de disfrutar de una de las mejores comidas del mundo.
Mientras la sopa hierve a fuego lento, la casa se llena de un aroma reconfortante que hace que los vecinos se asomen por las ventanas, deseando probar aunque sea una cucharada. Doña Rosa, siempre generosa, invita a todos a unirse a la mesa. Saben que cuando ella cocina, hay suficiente para todos.
Finalmente, la sopa está lista. Doña Rosa sirve cada plato con una sonrisa, y al primer sorbo, todos sienten una explosión de sabores que calienta el alma. No hay duda alguna: la sopa de sancocho de Doña Rosa es insuperable. Los vecinos comentan que ningún restaurante en Buenos Aires podría replicar el sabor y la calidez que ella pone en cada plato.
Foto(s) tomada(s) con mi smartphone Samsung Galaxy S22 Ultra.
La inigualable sopas de Rosa; yo conozco una igual cerca de mi casa en Venezuela, cada vez que podemos, disfrutamos un hervido celestial!
Ese lo hizo hoy mi esposa