Como chófer nocturno, la jornada de Francisco comenzaba cuando la ciudad se sumergía en la oscuridad y finalizaba justo cuando los primeros rayos de sol anunciaban un nuevo día. Con una taza de café y un optimismo sereno, emprendía su ruta nocturna.
El aire de la madrugada acariciaba su rostro mientras transitaba por las calles vacías, escoltado por el titileo de las luces de los semáforos. Cada noche se preguntaba qué historia viviría en su ruta, qué fragmentos de vidas ajenas se cruzarían con la suya. Pero lo que más anhelaba eran esos amaneceres que nadie más veía, esos momentos mágicos que la mayoría de la ciudad dormida ignoraba.
Una noche, en medio de una lluvia fina, Francisco recogió a una pasajera habitual, una joven periodista llamada Clara. Compartían pocas palabras, pero ambos sabían que sus caminos se entrelazaban en el silencio cómodo de las horas de la madrugada. Esa noche, Clara le contó sobre un artículo que estaba escribiendo sobre los secretos de la ciudad que sólo se revelan bajo la luz de la luna.
Al llegar al último destino de la noche, Francisco estacionó el auto en un mirador desconocido para muchos, desde donde se podía contemplar la transformación de la ciudad a medida que amanecía. Con el horizonte desplegándose ante ellos, Clara y Francisco fueron testigos de un espectáculo sublime: el cielo pintado con tonos de naranja, rosa y púrpura, y la ciudad despertando lentamente.
Ese amanecer fue diferente. No solo por la magnitud de su belleza, sino porque, por primera vez, Francisco compartía ese momento con alguien más. Clara tomó fotografías, no solo del paisaje, sino del brillo en los ojos de Francisco, capturando la esencia de un hombre que encontraba en cada amanecer una renovación de su espíritu.
Cada amanecer contaba una historia distinta, y Francisco sabía que mientras los pudiera presenciar, su trabajo de chófer nocturno no era solo una labor, sino una ventana a los momentos más hermosos y fugaces de la vida. Y así, en cada jornada, continuaba su búsqueda de esos espectáculos efímeros que solo los verdaderos amantes de la noche podían apreciar.
Foto(s) tomada(s) con mi smartphone Samsung Galaxy S22 Ultra.