En una acogedora casa del barrio, vivía Kisa, una gata que parecía haber heredado la sabiduría de generaciones de felinos. Para la familia, Kisa era más que una mascota; era una acrobática compañera de vida, siempre en busca del equilibrio perfecto en todas sus aventuras.
Sin embargo, su verdadera obra maestra del equilibrio no estaba en los saltos imposibles sobre los muebles o el sigiloso caminar por el borde de la bañera. No, su hazaña diaria más notable se revelaba cada vez que entraba al arenero.
Kisa se tomaba su tiempo. Antes de siquiera posar una pata en el borde, estudiaba su entorno como si estuviera a punto de realizar una presentación ante el jurado de un concurso de gimnasia. Movía la cola con precisión, tanteando el aire como un equilibrista profesional. A veces, daba un ligero golpe con sus patas delanteras para asegurarse de que el borde del arenero estuviera estable.
La familia la observaba fascinada, en especial la pequeña Sofía, quien creía firmemente que Kisa era una especie de "ninja gatuno". Una noche, después de que la casa quedara en silencio, Sofía decidió investigar el secreto de Kisa. Sigilosamente, se acercó al arenero y vio cómo la gata mantenía su equilibrio con una precisión impresionante, levantando ligeramente una pata trasera mientras giraba sobre su eje para encontrar el ángulo exacto. Todo esto, por supuesto, antes de hacer sus necesidades con la misma elegancia con la que cazaba un rayo de luz en el salón.
Kisa terminó su ritual con un pequeño rastrillado perfecto de arena, como si estuviera colocando la última pincelada en una obra de arte. Al notar la presencia de Sofía, la gata maulló suavemente, casi como diciendo: "No es magia, es equilibrio".
Desde entonces, Sofía aprendió a valorar no solo la gracia de Kisa, sino también la importancia de tomarse el tiempo necesario para hacer las cosas bien, incluso las más simples. La destreza de la gata se convirtió en una leyenda familiar, recordándoles cada día que, en la vida, el equilibrio es un arte que se puede encontrar hasta en los momentos más cotidianos.
Foto(s) tomada(s) con mi smartphone Samsung Galaxy S22 Ultra.
