En una fresca tarde de diciembre, los esposos Galué se dirigieron a su lugar favorito: la cafetería Noviembre, un rincón acogedor en el barrio de Palermo, conocido por su ambiente bohemio y sus deliciosos cafés artesanales. Esta visita tenía un significado especial, ya que era el último café del año que compartían, un ritual que les permitía reflexionar sobre el año que terminaba y soñar con el nuevo que estaba por comenzar.
La cafetería Noviembre, con sus paredes de ladrillo visto, estanterías repletas de libros y cuadros de artistas locales, ofrecía un ambiente cálido y relajante. Carla y Fernando escogieron su mesa habitual junto a la ventana, desde donde podían observar el bullicio de la ciudad mientras disfrutaban de su café. La barista, que ya los conocía bien, los recibió con una sonrisa y sus pedidos habituales: un cappuccino espolvoreado con cacao para Carla y un espresso intenso para Fernando.
Mientras esperaban sus bebidas, Carla sacó una libreta de su bolso, una tradición que mantenían año tras año. "Es hora de hacer nuestro balance anual", dijo con una sonrisa. Fernando asintió, tomando su mano y agradeciendo en silencio esos momentos que compartían. Comenzaron a hablar sobre los eventos más destacados del año: el viaje a la Patagonia, las cenas familiares, los pequeños logros en el trabajo y las metas personales alcanzadas.
Las bebidas llegaron, y con cada sorbo, los recuerdos se volvían más vívidos. "¿Recuerdas cuando nos perdimos en el bosque durante nuestra caminata?", preguntó Fernando, riendo. "Sí, y cómo terminamos encontrando ese hermoso lago escondido. Fue una aventura inolvidable", respondió Carla, con los ojos brillando.
El tiempo pasó entre risas y susurros, y la libreta se llenó de notas y reflexiones. Decidieron también escribir sus deseos y metas para el próximo año. "Me gustaría aprender a tocar la guitarra", comentó Fernando. "Y yo quiero inscribirme en un curso de fotografía", añadió Carla, emocionada por la idea de capturar momentos únicos con su cámara.
La tarde avanzaba y la cafetería empezaba a llenarse de nuevos clientes. Los esposos Galué, sin embargo, seguían inmersos en su conversación, disfrutando de la intimidad que Noviembre les ofrecía. Carla, mirando a través de la ventana, notó cómo las primeras luces navideñas comenzaban a brillar en las calles, creando una atmósfera mágica y festiva.
Antes de partir, Carla y Fernando pidieron un postre para compartir, una tarta de chocolate que hacía honor al toque dulce de su ritual. Al terminar, se tomaron de la mano y se dirigieron a la caja para pagar. La barista, consciente del significado de su visita, les deseó un feliz año nuevo y les agradeció por ser clientes tan especiales.
Al salir de la cafetería, Carla y Fernando caminaron por las calles de Palermo, sintiendo el aire fresco en sus rostros y el calor de la compañía del otro. Sabían que el próximo año traería nuevos desafíos y alegrías, pero también sabían que, mientras tuvieran su amor y su tradición del último café del año en Noviembre, todo estaría bien.
Foto(s) tomada(s) con mi smartphone Samsung Galaxy S22 Ultra.
Tienen que probar Molina, una sucursal está sobre la calle Ramón Falcón, al 2000 creo pero nuestra favorita está en Parque Chacabuco, a pocos metros de ese enorme espacio verde lleno de añosos árboles, estatuas, fuentes y otras delicias visuales y sensoriales. Está sobre la calle Baldomero Fernandez Moreno.
Saludos @vgalue
Muchas gracias por la recomendación querido amigo