En una oficina en el corazón de Buenos Aires, Juan se encontraba inmerso en un día de trabajo particularmente monótono. Las horas parecían estirarse interminablemente mientras el zumbido constante de las impresoras y el tecleo de los compañeros de trabajo componían la banda sonora de su tedio.
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Juan, un fanático acérrimo de Boca Juniors, miraba con nostalgia la pequeña bandera azul y oro que tenía pegada en su vaso térmico marca Contigo. Su mente vagaba hacia La Bombonera, ese templo sagrado donde la pasión y la emoción siempre encontraban su hogar. Mientras la tarde avanzaba y el cielo se tornaba anaranjado, Juan se encontró revisando documentos sin prestarle mucha atención. Lo único que resonaba en su cabeza eran los cánticos y el aliento de la hinchada bostera.
Finalmente, llegó la hora del almuerzo. Juan decidió escaparse un momento y dirigirse a un café cercano, que tenía la televisión sintonizada en un canal deportivo. A pesar de que no había partido hoy, ver las repeticiones y los análisis de los encuentros anteriores le devolvieron algo de energía. Comentó con el camarero, también fanático de Boca, los últimos fichajes y las expectativas para el próximo clásico contra River Plate.
De regreso en la oficina, Juan se sentía un poco más liviano. Comenzó a trabajar con renovado vigor, como si la pasión por su equipo le hubiera inyectado nueva vida. Sin embargo, al caer la tarde, el tedio volvió a apoderarse de él. Se encontró fantaseando con la idea de estar en la cancha, alentando junto a sus amigos, en lugar de estar encerrado entre cuatro paredes llenas de papeles.
Cuando finalmente sonó la campana de salida, Juan se despidió rápidamente de sus compañeros y salió disparado hacia su casa. Allí lo esperaba su santuario personal: una habitación dedicada al Boca Juniors, con posters, bufandas y camisetas firmadas. Encendió la televisión para ver un documental sobre la historia del club y se sintió en paz.
Esa noche, antes de dormir, Juan se prometió a sí mismo que, sin importar lo monótono que pudiera ser su trabajo, la pasión por Boca Juniors siempre lo mantendría vivo y esperanzado. Porque, al final del día, su amor por el club era lo que le daba sentido a cada jornada, y sabía que siempre habría un partido esperando para darle una nueva razón para sonreír.
Foto(s) tomada(s) con mi smartphone Samsung Galaxy S22 Ultra.