Entre la luz y la oscuridad (IV)

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Sofía no sabía cómo o cuando sucedió todo. Es decir, sí sabía que algo muy malo le sucedería si no escapaba de Charlie, pero nunca se imaginó que sucedería pronto. Nunca se imaginó que al momento en que Charlie abandonara la casa se toparía frente a frente con alguien que no era del círculo de amigos de Charlie. Alguien que tenía la clara y evidente intención de violarla.

Jafet, si mal no recordaba, era un tipo que había visto un par de veces en la casa que compartía con Jeff hace unos meses. Era un hombre alto, de cabello negro, ojos aguileños, boca grande y de cuerpo fornido. Cualquiera diría que era la viva representación del hillbilly norteamericano tanto por su marcado acento como por su vestimenta. Por desgracia, estaban en Inglaterra, así que sería una tontería pensar que aquél desagradable sujeto era en esencia un individuo proveniente de alguna comunidad rural de Estados Unidos.

Al ver que se le acercaba peligrosamente, Sofía murmuró, tratando de ganar tiempo en lo que buscaba alguna alternativa de escape:

-No pensé que nos volveríamos a ver. ¿Cómo está Jeff?

Jafet, con una sonrisa, replicó:

-Jeff está bien... Bien muerto.

Sofía le miró con sorpresa. ¿Jeff había muerto?, ¿cómo?

-Encontraron su cadáver hace unos días. Parece ser que a la mafia rusa no le gustó lo que había hecho con su dinero -explicó Jafet mientras acorralaba a Sofía en la pared.

La joven no estaba sorprendida de que Jeff se involucrara con un grupo delictivo en particular. La ludopatía lo había llevado a un punto sin retorno en donde la ayuda profesional no sería suficiente para sanarle.

Sintió cómo una mano apretaba su cuello; Jafet, sin apartarle la mirada, murmuró:

-Hueles deliciosa, Sofía. Charlie te cuida muy bien... Me imagino que tu coño realmente hace maravillas con él.

-Él no me ha tocado, cerdo.

Haciendo caso omiso de las últimas palabras de Sofía, Jafet arrancó la delgada tela de la blusa y empezó a masajear uno de sus pechos. Sofía, tratando de controlar su miedo, empezó a forcejear con él a patadas. Jafet rió, diciéndole:

-¿Luchas aún contra tu destino? ¡Mujer patética! Deberías saber ya que tu patético novio te vendió anoche a cambio de dinero para su cerveza.

-Linda mentira.

Jafet se volvió.

Charlie estaba apoyado en la pared con un arma en mano apuntándole. La mirada risueña con la que le dirigía a Jafet era una mirada indescifrable, pero peligrosa.

-¿Sabes, Jafet? Deberías aprender a controlar tu pene apestoso y apartarlo de las mujeres ajenas. No es bueno para la salud de ellas portar en sus vientres tanta mala sangre.

Los dientes de Jafet crisparon. Sofía quiso darle una patada en la entrepierna y escapar de ahí, mas cuando Jafet se volvió hacia ella, comprendió que estaría cayendo en un grave error: Sus ojos negros se tornaron el color de la sangre.

Antes de que dijera o hiciera algo, sonó un disparo. Jafet, o lo que sea en lo que se estaba convirtiendo, lanzó un alarido de dolor que resonó en toda la casa mientras aparecía en su piel una serie de quemaduras que se extendían desde los brazos hasta el rostro. Charlie, aprovechando el momento, tomó a una estupefacta Sofía y se la llevó al otro lado de la habitación.

-¡Maldito seas, vamplobyon! ¡Mil veces maldito seas! -exclamó Jafet en medio del dolor y la rabia -. ¡Tú y esa puta de mierda!

Charlie se detuvo. Sofía lo miró de reojo: Sus ojos se habían vuelto verdes esmeralda.

-Charlie -murmuró, apartándose con cuidado mientras que el rubio, volviéndose hacia un moribundo Jafet, replicó:

-Eso fue tu madre antes de morir en mis manos.

Entre la luz y la oscuridad (IV)

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Parte V

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