Aderezas mesa delante de mí
Aderezas mesa delante de mí
El salmo 23 tiene un mensaje muy hermoso; nos invita a poner nuestra confianza en Dios, aunque nos encontremos en situaciones difíciles. En las dificultades Dios estará pendiente de nosotros. Su misericordia nos alcanzará. Son reconfortantes las palabras que leemos en el versículo 5: "Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores."
Estas palabras me hacen recordar un hecho que tuvo lugar cuando era profesor activo. Estaba solicitando aumento de horas docentes. En mi Escuela habían 15 horas disponibles, las cuales deberían ser asignadas al profesor de la asignatura con más tiempo de servicio, y que no excediera de la carga máxima de 54 horas (en ese caso, mi persona). Pero yo no tenía algo que me identificara con la línea gubernamental. Por lo tanto, al decir de las Autoridades Educativas, no calificaba para que se me otorgaran las horas.
Esto fue motivo de oración durante varios días. Nada ocurría que fuera favorable a mi solicitud. Seguí orando a Dios. Un día jueves en la noche, como a las 11 p. m., me arrodillé delante de Dios, y pronuncié la siguiente oración: "Señor: no dejes que esos incircuncisos se burlen de mí, que soy tu hijo". Esta expresión me vino a la mente recordando las palabras que pronunció David respecto a Goliat en 1 Samuel 17:26: "Porque ¿quién es este filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente?".
Despues de orar, me acosté. Serían las tres de la mañana, cuando, dormido, vi que yo estaba boca arriba, y delante de mis ojos deslizaron una Biblia abierta. Tuve tiempo de leer un sólo versículo de la Escritura porque me fue mostrada una única página, y alcancé a leer la primera parte de un versículo que decía, y sigue diciendo: "Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores". Era la primera parte de Salmos 23:5. Entendiendo que era la respuesta de Dios a mi oración, nuevamente volví a arrodillarme y a dar gracias a Dios. Les confieso que creí la Palabra.
Ese día viernes me fui temprano al lugar donde se reunían los directivos de la Zona Educativa para hacer la distribución de las horas docentes. Estuve allí toda la mañana esperando ser atendido. Venían colegas de diferentes partes del estado, entre ellos profesores que habían estudiado junto conmigo, portando recomendaciones partidistas. Entraban a la Oficina, pero a mí no me daban acceso. Yo no tenía recomendación alguna, pero reflexionaba: "Señor: yo vi tu respuesta".
Pasó la mañana. Me retiré a almorzar. Volví a las 2 p.m. Aproximadamente a las 4 de la tarde me dieron acceso a la Oficina donde estaban tomando las decisiones respecto a las horas docentes. Recuerdo cuando estuve en la puerta de la Oficina, y vi varias mesas colocadas juntas, y como 4 ó 5 personas sentadas en sus asientos. El Jefe de Educación Media de la Zona Educativa habló en nombre del Equipo, y me dijo: "¿Qué es lo que tú quieres, Cabrera?" Respondí asi: "Señores, yo vengo en nombre de Dios a hablar con ustedes. Si no juzgan mi caso rectamente, Dios los va juzgar a ustedes."
Allí estaban mis angustiadores, los que me negaban las horas que me correspondían. El Jefe de Educación Media dijo: "Vamos a ver cómo ayudamos a Cabrera". Comenzaron a hacer revisiones y más revisiones. Al final, el responsable de la asignación de las horas docentes dijo: No se puede hacer nada. "Sí están las horas en tu Escuela, pero se las vamos a asignar a un dirigente político que está con el gobierno, y viene del interior del estado. En tu escuela hay muchos de la otra tendencia política". Le dije: "Está bien, profesor. Veré qué hace Dios con usted". El profesor salió del lugar, y yo me quedé allí durante un rato más, pensando en el sueño o visión.
Decidí regresar a casa, algo confuso, porque tenía la seguridad que yo había visto la respuesta. Al tratar de salir, el portero me preguntó: "¿Usted es el profesor Cabrera?". Le dije que sí, y él me entregó un pedacito de papel con un número de teléfono, diciéndome: "El profesor dijo que lo llamara esta noche a las 10 p. m."
Entendí que eso era la confirmación del sueño o visión. Ese viernes en la noche fui al Servicio de Oración, y di gracias a Dios por la respuesta. A las 10 de la noche llamé al número señalado, y el profesor Jefe de Educación Media me dijo: "Cabrera, aún tengo tus palabras en la mente. Al que está con Dios, se le hace justicia. Anda mañana sábado a las 9:00 a. m. para darte las 15 horas. Después te ayudaré con otras más". Le dí las gracias al profesor, y gracias a Dios.
El sábado llegué a la Zona Educativa antes de la hora convenida. Al poco rato apareció el Jefe de Educación Media, y me invitó a subir. Entramos a la Oficina de la Zona Educativa. Abrió una gaveta, me entregó una planilla, y dijo: "para que veas que no es embuste. Tú mismo te vas a colocar las horas." Coloqué mis datos, y a las pocas semanas apareció mi pago quincenal con el incremento de horas señalado. Gloria a Dios que me mostró su favor, utilizando a ese profesor como instrumento suyo.
Retomando nuevamente la expresión "Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores", es fácil entender los recuerdos del autor del Salmo 23, el rey David, de la manera cómo él guiaba a las ovejas al pasto verde y luego a las aguas de reposo. Así cómo utilizaba la vara y el cayado para conducir sin problemas a las ovejas. De la misma manera, Dios tiene cuidado de nosotros.
No sé qué situación pudiera estar inquietando la vida de quien lee estas líneas. Sólo sé que Dios es nuestro Alto Refugio. Él prepara mesa o plato especial para nosotros en presencia de los que quieren nuestro mal. Lleve a Dios todo lo que le afecta porque el resuelve las pequeñas y grandes cosas. Dios les bendiga.
Considera lo que digo, y el Señor te dé entendimiento en todo. 2 Timoteo 2:7.
Considera lo que digo, y el Señor te dé entendimiento en todo. 2 Timoteo 2:7.
23 Jehová es mi pastor; nada me faltará.
2 En lugares de delicados pastos me hará descansar;
Junto a aguas de reposo me pastoreará.
3 Confortará mi alma;
Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.
4 Aunque ande en valle de sombra de muerte,
No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;
Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
5 Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores;
Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.
6 Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida,
Y en la casa de Jehová moraré por largos días.
26 Entonces habló David a los que estaban junto a él, diciendo: ¿Qué harán al hombre que venciere a este filisteo, y quitare el oprobio de Israel? Porque ¿quién es este filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente? 1 Samuel 17:26.