EL INVISIBLE HILO DE EGOLATRÍA

in #spanish7 years ago

Película: THE PHANTOM THREAD. Dirigida por: PAUL THOMAS ANDERSON. Protagonistas: DANIEL DAY-LEWIS, VICKY KRIEPS y LESLEY MANVILLE

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Para trazar un corte en una fábrica de ropa se despliega el rollo de tela a lo largo del mesón de corte. Tendrá tantas capas como tela tenga el rollo y la altura de la tijera. Cuando terminas de desplegar al pasar la mano sobre la tela, sientes su suavidad, su textura, su resistencia y las fallas que tenga si las tiene. Conozco de corte de tela, de franelas, de chemises, de camisas, de pantalones. Conozco de realizar el trazado para el corte donde no se desperdicia ni un centímetro de tela en un mesón de 12 metros y sé utilizar una tijera industrial de 8 pulgadas. Fabricar ropa es un arte, aun si son las humildes franelas, las un poco más creídas chemises o unas arrogantes camisas. Pero la alta costura es otra cosa. Una vez cometí el atrevimiento de hacer vestidos de “diseñador”, hasta con desfile y todo, se vendieron, sí, pero nunca quedé satisfecho, faltaba algo y ese algo era sencillo de ver: yo no soy buen diseñador y tampoco perfeccionista y mi pasión no llega al suicidio. Reynolds Woodcock, magistralmente interpretado por Daniel Day-Lewis, es ese diseñador de vestidos de alta costura donde el dedal y la puntada están por encima de la simpleza de la cotidianidad y se crea lo único, lo exclusivo y lo más caro. Su pasión entra de una metodología que el arte se supone no debería tener. La disciplina, la pasión, la búsqueda de la perfección y ceder en otras manos la hechura de su arte, es opuesto a lo que hemos pensado muchos mueve a un artista.

La película The Phantom Thread, dirigida por Paul Thomas Anderson, nos muestra una historia sórdida de amor entre una pareja cuya mayor pasión son los vestidos que hace un gran hacedor de vestidos de alta costura. Con una disciplina férrea, superior a cualquier cuartel, llegando a extremos casi psicóticos, se confeccionan vestidos para la gente que pueda pagarlos y son tan caros que solo las más opulentas y pudientes mujeres pueden vestirlos. Cuando el diseñador realiza una escapada a su casa de campo conoce a una mesera quien se convierte en su musa. Una muchacha, alegre, rebelde, de un pueblo (Vicky Krieps) parece que su naif conducta la hace caer redondita en el haz de luz que ese hombre mayor emana con su fuerte personalidad y pasión. Esta hermosa joven se convierte en su musa, en su inspiración y a la vez en su fatalidad.

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Las telas utilizadas en la película, son realmente de altísima calidad al igual que los adornos, los encajes, los hilos, botones y gafetes. Con decirles que incluso las tijeras usadas seguramente costaran unos cientos de sueldos mínimos venezolanos. Por ejemplo la tela del vestido de novia para la princesa belga no solamente tiene ese blanco perlado uniforme pero a la vez tornasolado que una tela de altísima calidad puede poseer, tiene cuerpo, soltura capaz de vencer al aire con su presencia y de quien vista.

El primer vestido que Wooddock le confecciona a Alma, la astuta campesina, antes que ella lo vistiera, me pareció feo, sobrecargado, de encerrar a quien lo tenga, pero cuando ella se lo pone y entra al restaurante se nota que el diseñador de vestuario de la película sabe lo que hace. Y así con todas las obras de arte que crea. Woodcock obtiene una musa, una amiga, una ayudante, una amante y una cómplice. Pero también una cuaima piña de muchísimo cuidado. Un hombre como él merecía a una mujer como ella, no le quedaba otra porque su relación con la mujer (como género) tenía dos vertientes: su madre reencarnada por voluntad propia en su hermana (excelentemente interpretada por Lesley Manville) y quiénes son sus clientes. A esta zona de confort donde la voluntad del diseñador se comporta a ratos como caprichos de niño grande aparece una mujer quien su amor es tan grande que le dirá siempre sí a todo lo que él quiera. Pero es ella quien define la relación amorosa acerándolo a la muerte, es ella quien manipula su relación amorosa más allá de lo que él o su hermana pudieron alguna vez planificar. Y su amor, como ella misma afirma, va más allá de la vida, va más allá de la muerte y se mezcla dentro de un hilo enhebrado en una aguja de sentimientos con la responsabilidad de entregar las obras de arte en tiempo prefijado.

Quizás no es de las mejores actuaciones de Day-Lewis pero aun así es soberbia. Una película digna de verse, de disfrutarla, de encontrar una variante en cómo contar una historia pasar un rato que perdura un poco, solo un poco más allá del final de la película.