LA AUTORIDAD DEPENDIENTE

Hoy, a todos los Steemers que me siguen en esta prestigiosa red de información, les traigo una gran verdad, que es necesario conozcan, pues, cada día vemos que personas desean ser más y más independientes de los demás. Los hijos muchas veces esperan con ansiedad ser mayores de edad para lograr su independencia de los padres, no tomando en cuenta lo que implicaría esa independencia, trayendo como consecuencia una libertad degenerada en libertinaje. Por esta razón existe gran cantidad de desajustes en las personas que conforman a esta sociedad.

Jesús mismo dijo en Juan 5.30: “No puedo Yo hacer nada de mí mismo. Según oigo, juzgo: y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.”

Él nos dio el ejemplo en su ministerio terrenal de que la autoridad de la que el dispuso esta en hacer la voluntad de su Padre celestial y no en desobedecer ni en caminar solo en lo que pudo hacer en su propia voluntad.

Vemos como la decisión de seguir un camino diferente a lo que Dios nos ha dicho que hagamos solo trae malas consecuencias y esto no es desde ahora, sino todo lo contrario pues lo vemos en lo que hicieron Adán y Eva que desobedeciendo a Dios quisieron hacer su propio camino contrario a lo que Él les había dicho trayendo así como consecuencia la entrada del pecado a la humanidad y por ello la perdida de la comunión con Dios.

Este ejemplo esta tan vigente hoy en día que aun nosotros debemos saber que debemos sujetarnos a las autoridades puestas por Dios, en la tierra, bien sea dentro de las congregaciones como en los gobiernos terrenales.

Hago un paréntesis acá, pues dejo la aclaratoria del hecho de que si por cualquier circunstancia, cualquiera de estas autoridades humanas, traten de imponernos que hagamos cualquier actividad contraria a la voluntad de Dios y al mandato personal, que cada uno tenemos dentro del plan de reconciliación dada por Dios a su Iglesia. Entonces y solo entonces podemos desobedecer lo que se nos esté diciendo que hagamos, por lo tanto no debe ser una manera de vivir en desobediencia a nuestras autoridades, y solo si esta comprometidos los principios bíblicos dejados por Dios a su Iglesia. Este será un punto que podremos tratar a más profundidad en otro momento.

Lo que quiero expresar en esta oportunidad, es que, si cada uno de ustedes desean tener algún grado de autoridad dentro del cuerpo de Cristo. Debemos estar sujetos a autoridad, es decir, primero sujeto a Dios, luego de las autoridades dejadas por Dios en la Iglesia y también las dejadas por Él en la sociedad donde se vive.

Jesús mismo no vino a abrogar la ley, sino a cumplirla y más de esto, tener una vida aún más estrictamente santa basada en el amor de Dios, (Mateo 7.17: “No penséis que vine a abrogar la ley o los profetas; no vine a abrogar, sino a dar cumplimiento.”).

Él se sujetó a ser bautizado por Juan el bautista, cumpliendo así la ley, como evidencia de lo dicho anteriormente, (Mateo 3.13-15).

El hecho de que La Palabra de Dios, nos diga que debemos estar sujetos a Él, tiene una gran significancia en los frutos que se generan como consecuencia de esta sujeción, viene expresado en Juan 15.5: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos. El que permanece en mí, y Yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mí, nada podéis hacer.” Acá nos dice claramente que solo si estamos sujetos a Jesús como nuestro Señor y Salvador, podremos llevar los frutos que está demandando Dios de sus hijos fieles, y además nos dice que cualquiera que haga cosas por si solos alejados de Dios, aunque tenga una apariencia de bondad, será como esa rama, (pámpano = rama), que está separada del tronco principal del árbol, (Jesús), secada y no llevara fruto, sino que solo sirve para ser quemada. En cambio cuando la rama está sujeta al árbol llevara mucho fruto, y fruto digno, entonces el mismo Dios la podara para que lleve más fruto del que ha llevado hasta el momento.

Por esta razón les dejo a ustedes el secreto de poder llevar mucho fruto digno dentro del cuerpo de Cristo; el cual no es otro que permanecer sujetos a Jesús, como el único que tiene la vida en sí mismo, y así tengamos una vida llena del propósito de Dios para nosotros y nuestro prójimo.