Un sabio pensador chino llamado Confucio dijo una vez “No importa la lentitud con la que avances siempre y cuando no te detengas”. Siempre he tenido un don para encontrarle el sentido literario a varias citas, pero nunca había tenido una tan literal como mi odisea por conseguir los cómics de Scott Pilgrim.
Todo empezó un 9 de noviembre las 9:16 Pm. Hacia bastante tiempo que estaba buscando los dichosos cómics pero todo lo que había podido conseguir eran reimpresiones más piratas que los muñecos de Superman y Batman que vienen en empaques que exhiben el logo de Los vengadores. Quizás por una cantidad de dinero razonable habría pensado en comprarlos pero la exorbitante cifra que pedían en Mercado libre era verle la cara de inepto al comprador por menos conocedor que sea sobre estos libros.
En ese momento no sabía que era más grande, si mi fanatismo sobre la historia de Brian Lee O´mally que revolucionó la industria del cómic independiente también llamado “Indie” o el vacío de mi bolsillo ante el monto de la publicación. Durante ese gran momento de meditación histórica que tuve recibí el mensaje en Facebook de mi sensei de artes marciales, que también le gusta coleccionar figuras y todo tipo de mercancía del mundo “Geek”, sobre una estatuilla de un personaje de un videojuego. La cual estaba mucho más barata cuando, por lo general, es al revés.
Le di las gracias y le comenté que estaba ahorrando para, como dicen, morir en la orilla con esos cómics impresos en una impresora cotidiana y mandados a coser para que dieran la impresión de ser originales, aunque sea un poco. Cosa que no tardó en acotar para luego mencionar que un conocido de él estaba vendiendo los originales por menos de la mitad del precio de mercado libre, lo que hizo que casi sin pensarlo pidiera el contacto de su conocido.
En los días siguientes establecí contacto con el amigo de mi sensei, con el cual aún mantengo contacto y se llama Ramón. Establecíamos los términos de la transacción mientras aún pensaba que era demasiado bueno para ser verdad, pues a los que él estaba vendiendo si eran originales y estaba pidiendo muchísimo menos que los llamados “cómics artesanales”.
El 13 de noviembre a la 1:40 Pm. luego de pedir el favor a mi mamá de hacer una transferencia ya que la cuenta de Ramón era del Banco de Venezuela y mis experiencias con ese banco siempre terminaban en 3 o 4 horas de cola nada más para hacer un depósito. Le terminé de pasar los datos del envío a una de las oficinas de envíos que uso frecuentemente.
Al día siguiente Ramón me volvió a preguntar la dirección para confirmar a lo que respondí que hiciera el envío a otra oficina de otra empresa pues durante esas fechas corrí con la buena suerte de que mi empresa habitual de envíos había cerrado pues su concesión postal caducó y por algún extraño motivo que aún no logro comprender lo cual atribuyo a lo poco que pensé en escoger una empresa.
Pasaban los días hasta que el 17 de noviembre a las 12:28 Pm Ramón me avisó que ya había hecho el envío, a lo que le agradecí bastante con la ilusión de que pronto iba a tener pequeña y cotidiana vida de Scott Pilgrim en mis manos y lo mejor de todo es que era orginal.
Pasé toda esa semana rastreando el paquete ya que se me hacía raro que viniendo de la capital se tardara más de un día. Cuando escogí esta otra empresa, a pesar de haberlo pensado poco en el momento, reflexioné y me dije a mi mismo que en todo caso podía ir a la oficina pues habiendo tantas cosas que no sirven, pues para variar el teléfono de esa oficina en específico tampoco servia.
Durante esa semana fui por primera vez donde, luego de hacer una cola en el calor concentrado del estacionamiento techado, que un “guardia de seguridad” nos pidiera a cada una de las personas en la fila el número de guía de sus paquetes a los que estabamos formados, que en sus propias palabras era “Pa´ver si llegó”.
En ese momento pensé que más que una contra podía ser una ventaja ya que iba a tener una respuesta decente por primera vez durante esa semana, creo que nunca había estado más equivocado en algo. Luego de 1 hora 13 minutos me atendieron de la peor forma en la que se pueda tratar al cliente. Bajo la excusa más quemada, usada y vieja del libro me informa de que “no tenemos sistema”. Sin contar que el muchacho que me atendió parecía sacado de uno de los barrios en los que dices “por ahí no porque asaltan mucho”.
Nunca le había encontrado un mejor ejemplo de la frase del profesor y humorista venezolano, José Rafael Briceño al decir “El próximo que me hable de la hospitalidad del venezolano lo mato” de la serie de videos “Briceño en Off”. Pues la segunda vez me atendió un señor con el peor humor del mundo y con la pereza equiparable a la del propio animal y no tuvo una mejor respuesta que decir que llevaba 3 sábados continuos trabajando lo cual a diferencia de los demás no pude encontrarle coherencia entre que había trabajado esos 3 sábados y estaba de mal humor y que no habían puesto mi paquete en sistema para poder retirarlo.
No fue hasta el martes 24 de Noviembre a las 3:15 Pm que me dirigí a la oficina resignado a que me dieran una nueva excusa de la ineficiencia del sistema postal e irme derrotado una vez más sin mis libros. Me volví a topar con el señor trabajador sabatino pensando quien por suerte no me atendió esta vez. Mientras hacia la cola esperando que nos hicieran pasar a la oficina o por lo menos tomar los números de guía.
Por más increíble que me parecía ocurrieron ambas cosas, por dentro estaba festejando ya que podía ser un buen augurio hasta que escucho de boca del señor de los sábados que algunos paquetes no habían llegado, en ese momento volví a citar en mi mente al profesor Briceño con la frase “la próxima cola que haga será para comprar un revolver” y mi favorita “por este tipo de cosas es que uno termina agarrando una arrechera y enterrando un cadáver por la guaira” que en este caso cambie la Guaira por donde se llega al barrio del muchacho que me atendió la primera vez, creo que me atraparían antes de llegar a la Guaira con un cadáver.
Luego de otros 15 minutos escuche el tan esperado llamado de mi nombre y fui hasta el mostrador para retirar mi tan esperado paquete que había estado anhelando tener desde hace una semana. Por fin durante toda mi aventura épica para retirar mis cómics me encontré con una persona que sabía que trataba con personas a lo que agradecí para acto seguido pagar y que me entregaran el paquete, mi emoción era como si fuera Jerjes al derrotar a Leónidas y sus 300 espartanos. En el primer tomo decía “Vas a reír. Vas a llorar. Esta es la vida de Scott Pilgrim” a lo que pensé que llegados a este punto creo que reiré más de lo que lloraría con esta épica vida cotidiana.