-Entonces ¿qué hago aquí?.
Debo irme. Pensé.
Y en ese momento fue que escuche por primera vez, aquella voz masculina que salía de mi boca, diciendo vete.
-¿Quieres hablar con Uriel?...
-No, solo quiero que seas tú.
-No puedo ser yo, porque soy peor monstruo que ellos, puedo hacer todo lo que ellos hacen por separado y más.
-En algún momento pensé distinto, pero luego comprendí que cual era mi misión en este mundo.
-De acuerdo a lo que dices a los 21 años todavía recordabas a tu padre.
Hubo un silencio incomodo por unos minutos… Para ser interrumpido por el ruido estridente de un trueno.
-Eso me hace seguir recordando aquella noche lluviosa.
Como le decía, era una mujer rota, ya no sentía nada. Caminé bajo la lluvia sin saber a dónde iría, no regresaría a casa de mi padre, ni estropearía la familia de mi madre, así que solo me senté en la acera con lo poco que tenía, ya no me importaba nada y no agradecí a ningún Dios por los hijos que no tuve con él y por mi puta suerte de ser estéril, solo viví, sentí como cada gota caía sobre mí, el viento helado del invierno, mis pezones rígidos y aquel alivio dentro de mí por haber salido de allí; pero ese momento de éxtasis no duró mucho, porque escuché los ladridos de los perros buscándome.
-Como ya sabes a él no le importaba ser cruel, así que no esperé a escuchar a David gritar para correr.
Esa fue la única vez que me importó vivir, así que corrí como nunca antes para ser libre, cada paso que daba sentía menos miedo a pesar de que la niebla no me dejaba ver el camino y los ladridos de los perros cada vez se escuchaban más cerca, al darme cuenta lo difícil que era avanzar con tantas cosas dejé una de mis maletas y crucé hacía un parque boscoso donde perdí la noción del tiempo.
Ya algo mareada e hiperventilada dejé de correr al no percibir los bramidos de las bestias, al fin la travesía de abandonar todo atrás terminó con mis manos en las rodillas tratando de ver el horizonte que todavía tenía que recorrer para salir de allí.
Me sentí feliz, pero me desvanecí del cansancio entre las gotas de agua que caían de los árboles y aquel silencio ruidoso de la naturaleza.
Pasadas las horas llamé a Michelle para que me brindara un lugar donde dormir mientras conseguía donde vivir, ella accedió rápidamente, puesto que conocía mi situación.
Y de esa forma fue que me di cuenta que si una persona puede dejar entrar a su casa a un extraño, si cree que lo conoce. No pasé más de una semana junto a ella pero fue lo suficiente para entenderla.
-Le diré que entré a su casa siendo Verónica y Salí siendo Uriel.
Verónica no pudo disimular esa mueca que solo ella sabía hacer se dibujó en su rostro, al revivir episodios frenéticos; la miró a sus grandes ojos marrones observando el terror en su mirada que al darse cuenta que parte de su conciencia disfrutaba los crímenes cometidos, pero aun así conservaba su cara inexpresiva y su postura estricta frente a la situación, por eso no surgieron palabras de su boca, porque Alexa necesitaba controlar el deseo de Verónica de intimidarla.
-Te conozco más de lo que piensas.
-No soy lo que te imaginas.
-¿Y qué me imagino?.
-No soy el sujeto a estudiar, así que tú solamente responderás a mis preguntas.
-Hoy he decidido obligarte a ser medicada, serás trasladada a máxima seguridad, no puedes recibir visitas hasta que no vea mejora y con esto terminó la sesión.
-A veces la naturaleza crea cosas antinaturales para intentar hacer un equilibrio, yo no soy como usted, aunque pertenezca a su misma especie. No quiero ser lo que usted me pide, me niego a llevar esa vida maltrecha de sumisión y dolor. Pero a usted si le gustaría ser como yo, lo siento, reconocemos la empatía aunque seamos incapaces de sentirla. Personas como usted fueron mis víctimas…
buen trabajo amiga @yemala
@denissebermudez gracias. n.n
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