Extraño visitante (Cuento corto literario)

in #spanish7 years ago (edited)

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En pleno centro dos torres adornan el centro de la ciudad, debajo de estas unos pasillos algo angostos están repletos con negocios comerciales, y por supuesto con el ir y venir de la gente que presurosa recorre cada uno de estos locales.

Entre todas estas tiendas una es la que más llama mi atención y hace que me dirija directamente sin siquiera mirar a los lados, una librería.

Al abrir la puerta y adentrarme un din-don advierte a los trabajadores que alguien ha llegado, con una atención más que agradable por parte del personal que allí labora, personas totalmente capacitadas para orientar a cualquiera sobre alguna inquietud, todo se encuentra iluminado como cual sol de mediodía, todo perfectamente en su sitio y en orden, así se encuentra este lugar.

Esta librería tiene algo especial, desde el momento que uno entra se siente muy acogedor el espacio recorrido, su dueño, un señor como de unos 80 años te recibe con una sonrisa y dispuesto a hablar de cualquier tema por el que acudiste allí, pero si lo conoces te hará traspasar una puerta por la parte de atrás donde encontrarás cualquier cantidad de libros usados y totalmente desordenados, aunque este espacio parece estar olvidado, no con mucha luz como en la entrada, te permiten ojearlos para que te enteres sobre el contenido de las obras, y si dejas hablar al señor seguramente te hará el relato completo de muchas de estas historias, es impresionante el conocimiento que éste tiene sobre tantos libros.

En este lugar es donde un lector se siente a gusto, por ese olor que guardan los libros viejos, es como si uno estuviera entre el conocimiento, la sabiduría, la literatura, la ciencia, o te puedes sentir en la ficción si así lo quieres, creo no existe un lugar más a gusto para hurgar entre ese montón de historias que guardan estas hojas maltratadas por el manoseo a que han sido expuestas por el tiempo.

Recuerdo la primera vez que entré al lugar, recomendación de un amigo, al preguntar por un libro un joven del personal llamó al dueño quien gentilmente me explicó que de ese escritor ya no se encontraban sus libros, sin embargo me obsequió uno muy viejo y maltratado, me dijo que era un autor de la Segunda Guerra Mundial, pero ante mi inquietud me dio uno que había estado ahí por mucho tiempo.

Un viernes por la tarde acudí a la librería, y con la atención de siempre me hicieron pasar a la parte de atrás, entre el montón de libros hallé uno muy pequeño que despertó cierta curiosidad, busqué un lugar donde me hice un puesto para no incomodar a nadie, y como si estuviera en casa comencé con la lectura.

Creo hasta donde recuerdo no tenía más de 72 páginas, y a pesar de hacer malabares para tomarlo, ya que se encontraba muy al fondo, su cubierta, recubierta y sus hojas se encontraban en buen estado.

Recuerdo que el contenido del tema era el de un hombre que alquilaba una casa, y una mujer joven había acudido a verla, quedó encantada con el lugar, a pesar de que era muy pequeña todo parecía encajar para las necesidades de la interesada.

Cuando le dijo para tratar lo del pago, el hombre de aspecto fornido con bigotes le manifestó que se entendiera con su sobrino, quien estaba por llegar, pero éste le pidió que esperara afuera del inmueble a lo que la joven accedió.

En ese momento fui interrumpido por el dueño de la librería quien me dijo que si quería tomar un café, “con gusto” contesté, también señalé que aunque estaba leyendo el libro yo le pagaría, a lo que ripostó: “El café y el libro son gratis, sigue disfrutando tu lectura hijo”.

La joven se encontraba en la parte de afuera cuando de pronto llegó el sobrino del señor, haciéndole saber que estaba interesada por la casa, éste manifestó no haber ningún problema, le dijo: “Hago el documento lo firmas y te vienes cuando quieras, te parece mañana a las 11:00 en el café que está al frente”; ambos acordaron sin ningún problema.

Al día siguiente los dos muy puntuales hicieron todo lo concerniente al papeleo, la joven recibió sus llaves e inmediatamente se dirigió a la vivienda, una vez más se encontró con el extraño señor dentro de la casa, la joven le comunicó que ya el negocio estaba hecho por lo que éste debía abandonarla, el señor afirmó con la cabeza no sin antes decirle que algunas veces lo tendría como visitante por allí.

Ya pasado un tiempo la joven asistía a pagar su renta puntual, se sentía muy bien donde vivía y así se lo hacía saber al sobrino del señor, todo esto sin que ambos cruzaran palabras sobre el extraño visitante.

En ese momento había llegado el cafecito ofrecido por el dueño de la librería, quien me dijo: “El libro que lees tiene un final escalofriante, pareciera un relato normal pero no es así, ya lo verás”.

En la tienda algunos empleados se marchaban al terminar su jornada laboral, algunas luces ya las habían apagado por lo que estaba algo oscuro, intenté apresurar la lectura para conocer el final.

Una noche la joven regresaba de su trabajo algo cansada, pero su mayor sorpresa fue al abrir la puerta de la casa y ver que el señor se encontraba sentado en la sala, ésta enfurecida le reclamó el atrevimiento de entrar sin su consentimiento, le hizo saber que al día siguiente hablaría con su sobrino, le pidió que saliera de inmediato de la vivienda, éste miró a la joven fijamente hacia la cara y le dijo: “Mañana cuando lo veas entrégale esto”; era una foto de él.

Al siguiente día, la joven muy molesta fue hablar con el sobrino y le dijo que no era la primera vez de su encuentro con su tío, éste asombrado le dijo: “espera, ¿a qué tío te refieres?”; ésta contestó a su tío: “El que me recibió por primera vez cuando estaban alquilando la casa, anoche estaba en la sala antes que yo llegara, a por cierto me dijo que le entregara esta foto”. La expresión del sobrino fue inmediata, su rostro palideció, la joven le asomó: “Oiga ¿qué le pasa?, ¿usted se siente bien?, está muy pálido”.

El muchacho una vez repuesto y al ofrecer sus disculpas le hizo saber a la joven que su tío hacía 10 años que había muerto: “Esa foto se la pedí un día para ponerlo en un álbum familiar, y siempre se negó a dármela, cuando murió en un último suspiro me susurró que algún día me haría llegar la foto, decía que no me la daría porque todos los del álbum estaban muertos y él seguía vivo”.

La joven se desmayó ante el sobrino, una vez despierta le pidió acompañarla a buscar sus cosas en la casa, cuando entraron la pequeña foto que le había entregado se encontraba en la pared de la sala en un retrato grande.

En ese momento el dueño se acercó y me dijo: “Nos vamos, ya cerramos, ¿llegaste al final? si no llévate el libro”; me despedí de éste, dejé el pequeño relato sin saber cómo era el nombre de la obra, lo que sí sé es que al dueño del lugar lo llaman cariñosamente Jack, y la librería El lector del centro.


T

Sort:  

Encontraste un rincón único,
un dueño único
y un espacio
que por lo que veo
se convierte en tuyo
a solo pisar el área.

Sueño con conseguir
uno así,
donde me esperen
miles de pinturas,
lienzos
y me ofrezcan café.

¡Oh dulce libro!,
¡Oh interesante café!,
perdón, es al revés, es solo
que la junta de ambos
desvarían mi mente.