Familia “La Calle” (Cuento corto literario)

in #spanish7 years ago

christopher-harris-55545-unsplash.jpg
Fuente


Harold, Alexia y Lidia conforman una familia muy humilde, el origen de ésta es algo rara, ya que nunca hubo un matrimonio, su hija y su nieta no son de su sangre, o biológicos, pero componen una familia, y además muy unida, donde reina el cariño y la comprensión entre los componentes de la base de la sociedad, muestran un lado humano poco común en las personas, se conmueven con cualquier injusticia que puedan presenciar, y siempre están presto para socorrer a quien lo necesite en cualquier circunstancia, de hecho en su vecindario gozan del aprecio de todos sus vecinos, quienes sienten admiración y respeto por esta familia que se apellida “La Calle”.


Capítulo I (Harold)

Harold era un hombre de mediana edad, que había heredado la casa y algo de dinero de su padre, un comerciante exitoso que siempre le había dado todo a su hijo, incluso la enseñanza de su negocio para que éste se labrara un futuro, luego de la muerte de su padre, quien le había encomendado mantuviera contactos con los clientes y no perder lo de las ventas se veía obligado hacer largos viajes para contactar con éstos, pero además de no tener éxito no le gustaba para nada esta forma de ganarse la vida, y menos dejar a su bella esposa sola.

Harold solía despilfarrar el dinero junto a su mujer en compras innecesarias sólo para complacerla y darle cualquier capricho que se le antojara, ambos llevaban una vida desordenada sin plantearse nada serio, solo de fiesta en fiesta, para excusa cualquier excusa era buena para festejar la ocasión.

Capítulo II (Alexia)

Alexia era una mujer humilde de muy buen aspecto que trabaja limpiando casas de gente adinerada una que otra vez, había perdido a sus padres muy joven por lo que tuvo que andar por las calles a temprana edad, sin hogar propio muchas veces dormía debajo de los puentes con un cartón como cobija, otras intentaba encontrar una habitación en una que otra pensión u hotel de muy mala y baja calidad frecuentado por todo tipo de personas.

A pesar que lograba cobrar su dinero por el trabajo que realizaba en las casas donde trabajaba limpiando, la paga era tan poca que no le daba para llevar una vida decente como ella quería, eso era lo que hacía que pernoctara en muchas oportunidades en la oscuridad de las calles.

Capítulo III (Lidia)

Lidia es una joven mujer que había terminado sus estudios secundarios con miras a dedicarse a una carrera universitaria, de un hogar formado por sus padres con una conducta muy estricta de la que ella siempre supo manejar y escabullirse en los momentos más difíciles, pero eso sí, la joven tenía presente sus valores y respetaba las normas de su casa.

Su vida transcurría entre los estudios y sus amigas en una que otra reunión de estudiantes, siempre bajo la mirada atenta de sus padres, quienes aspiraban que la joven iniciara estudios superiores y le diera el orgullo a éstos de un título universitario, un orden que interfería en la relación amorosa que mantenía con un compañero de estudios, ni en sombra podían verlo en casa de la joven.

Capítulo IV (El accidente)

Una vez de vuelta de esos largos viajes por negocios Harold volvió a casa y a la vida alocada que lo caracterizaba junto a su esposa, fiestas, alcohol y muchos invitados. Mucha gente rodeándole en busca de cualquier favor que éste le pudiera resolver, como siempre ganando amigos a punta de dinero.

Un domingo se encontraba en la parte posterior de su casa donde había un enorme patio con bello jardín, con la resaca que le había dejado la noche anterior comenzó desde muy temprano a tomar cerveza, luego destaparon una botella hasta estar embriagado ambos, le dijo a su esposa para ir a un restaurante, ésta sin importar el estado en que se encontraban le dijo que sí, salió en su auto a toda velocidad sin percatarse del camión del aseo que en ese momento cruzaba la esquina, por lo que el auto impacto de frente.

Su esposa no sufrió daño alguno, excepto uno que otro golpe en los brazos, Harold se fracturó una pierna, lo que hizo que su estadía en el hospital se prolongara por dos meses, y luego un largo período de recuperación en su casa.
A medida que pasaba el tiempo y el dinero se acababa su mujer poco paraba en casa, ni siquiera se molestaba en atenderlo, por el contrario, lo dejó abandonado sin que se supiera más de ésta, esto por supuesto deprimió mucho a Harold, quien ahogaba su pena y su despecho en el alcohol.

Pasado mucho tiempo, se había quedado sin amigos a los que tanto ayudó, al haberlo perdido todo, el hombre fue a parar a las calles cual mendigo sin un centavo, pidiendo dinero a cuanta gente pasara para así poder comprar carteritas de licor.

Capítulo V (El puente)

Alexia de tanto vagar buscando una que otra habitación un día decidió quedarse a dormir fijamente debajo de un puente donde pernoctaba cualquier clase de personas de mal vivir, teniendo que afrontar muchas veces agresiones de drogadictos y alcohólicos, eran dos caras distintas, en el día trabajando en casas de gente pudiente y en las noches resguardándose en lugares oscuros y sombríos, donde hacía malabares para protegerse del frío así como de propios y extraños.

Así día tras día seguía su vida limpiando casas, muchas veces la gente de mal vivir que la rodeaba la robaba, incluso propinándole golpes, y aprovechándose de que se encontraba sola.

Capítulo VI (El embarazo)

Una mañana Lidia al despertar y ver el calendario en la mesita de noche al lado de su cama tuvo una expresión de asombro, contó los días y se había percatado que no le había llegado el período, algo angustiada llamó a su mejor amiga para contarle de su atraso de mes y medio, ésta le dijo la acompañaría para que se realizara un examen y así descartar un embarazo.

Al día siguiente se había practicado una prueba de sangre, el resultado había dado positivo, lo que hizo que rompiera a llorar, a la vez que su preocupación aumentaba por lo que fueran hacer sus padres, la amiga quien buscaba tranquilizarla le aconsejo que viera primero a su novio para que se enterara de la situación.

Al llegar su novio y encontrarla llorando pregunto qué pasaba, ésta le dijo que estaba en cinta y que iban a ser padres, pero esto no fue ninguna alegría ni emoción para el joven quien enfurecido la emprendió con improperios contra la joven, éste dio media vuelta y se marchó sin la menor consideración con la que hasta ese momento había su pareja.

Lidia a pesar de su corta edad siempre había sido una muchacha muy firme y con cierto temple para afrontar los problemas que se le presentaran, así tomó la decisión y esperó al día siguiente para reponerse de tanto llorar y hablar con su madre.

Quizás esperando algún tipo de receptividad ante el problema le contó lo sucedido a la madre que sin pensarlo dos veces le dijo que se fuera de su casa inmediatamente, decisión que el padre de la joven apoyo sin miramiento alguno, y así es como fue a para a la calle.

Deambulando de casa en casa de sus amigas, durmiendo en sótanos y garajes llegó el día del parto en un hospital, un varón que llevaría pon nombre Matías había convertido a Lidia en mamá, sola sin ninguna persona a su lado se le dio el alta, ahí comenzaba su larga travesía en las calles.

Capítulo VII (El encuentro)

Cuando cae la noche gente de mal vivir, aunque confundidos entre éstos, otros que por causas del destino buscan hacerse un lugar, conformando un submundo en la parte más oscura de la ciudad, para tratar de dormir con un ojo abierto y otro cerrado, mientras otros están al acecho cautelosamente para dar con la víctima.

Entre olores nauseabundos y la fetidez de las aguas putrefactas del río que pasa bajo el puente, la temperatura baja de la noche, respirando la humedad entremezclada que va minando la salud, muchas veces sin un mendrugo, cada uno a un lado distinto, entre el tumulto de gente olvidada por sus seres queridos, se encontraban Harold, Alexia, Lidia y su pequeño Matías, entre seres que no dudarían ni un momento en hacerle daño a otro sin importar absolutamente nada solamente lograr su propósito.

Aunque Alexia, desde un primer momento, puso su mirada protectora sobre Lidia a quien el sueño parecía ganarle por el cansancio, se le acercó y le ofreció algún tipo de ayuda con el niño, le había dado algo de café mientras cargo al pequeño entre sus brazos, la joven madre no le quitaba la vista de encima ni un momento, un par de hombres con cara de muy pocos amigos y que ingerían licor deambulaban a las mujeres de una forma extraña, hasta que bien caída la noche se le acercaron intimidándolas, Harold que siempre se sentaba al lado de un señor mayor con artritis, y con quien siempre compartía la carterita y algunas veces le ofrecía comida estaba muy atento de la situación, uno de esto malhechores comenzó inmediatamente a tocar a Alexia, y como si de un resorte gigante se tratara Harold dio un salto para arremeter contra los dos intrusos golpeándolos de tal forma que salieron espavoridos despavorido perdiéndose en la oscuridad, y desde ese mismo instante imponiendo respeto tal que todos hablaban de él.

Así poco a poco hubo un acercamiento entre los tres, cuidando uno del otro su espacio, a veces Harold se quedaba con Matías, a quien cuidaba como si fuera su propio nieto, para que las mujeres se fueran asear y viceversa, había nacido un cariño mutuo así como un respeto, sin obviar las miradas que se daban Harold y Alexia mientras Lidia con su risa parecía aprobarlas.

Pasado ya cierto tiempo Harold los cuidaba de tal forma que hasta había dejado de tomar, y el dinero que conseguía lo empleaba para ayudar con la comida y conseguirle lo que pudiera a Matías.

Capítulo VIII (La redada)

Una noche cuando todo parecía estar tranquilo bajo el puente y bien entrada la madrugada la policía había rodeado todo el lugar, con unos faros que iluminaban lo más mínimo y sin ningún escape posible, a menos que alguien se aventurara a lanzarse a las aguas del río, llamaron a todos para que abordaron una especie de camión patrulla para ser trasladados hasta la comisaría central.

Sin mucha resistencia pero muchos sí con bastante resaca se montaron y fueron llevados has ta la estación policial, donde luego de cierta revisión habían comenzado el interrogatorio de indocumentados así como el chequeo de los papeles, los que casi ninguno portaba.

Harold no tenía papeles consigo pero toda la información que dio era cierto, y al cotejar con el registro no presentó problema alguno, pero fue remitido inmediatamente a rehabilitación por sus problemas de alcohol, al igual que Alexia a quien soltaron inmediatamente, a pesar de haber manifestado que no tenía hogar, solo esta gente, A Lidia y Matías los enviaron de inmediato a una casa-hogar, para brindarles cuidados a ambos.

Capítulo IV (El reencuentro)

Aunque fueron separados Alexia acudía a visitarlos, tanto a Harold como a Lidia, así mantenía el contacto entre todos, y les hacía saber la faltan que se hacían.

Harold había sido dado de alta por su problema de alcohol, Alexia quien lo esperaba afuera lo recibió con un fuerte abrazo, y en ese mismo instante sellaron su amor dándose un beso muy intenso, ambos con lágrimas en los ojos se besaron una y otra vez.

Luego mientras conversaban Harold le hablaba de su pasado por primera vez y le dijo “un día yo creí haberlo tenido todo con el dinero, hoy sé que eso no era así, hoy sí lo tengo en esta vida, te tengo a ti, a Lidia y mi Matías, y por ustedes voy a luchar siempre hasta el último día de mi vida”, ella lloraba de emoción mientras lo abrazaba.

Capítulo V (La venta)

Harold se dirigió a su antigua casa la cual encontró totalmente abandonada y mugrienta, las hojas de los árboles casi la cubrían, una maleza que casi impedía entrar, pero que en ningún momento lo frenó para echar andar su idea de ponerla a la venta, así fue como se puso a trabajar duro para limpiarla, y asesorado por una inmobiliaria de unos viejos conocidos de su padre quienes le habrían ofrecido ayudarlo.

Mientras se alojaba con Alexia en una fundación que colaboraba con personas que se encontraban en condición de calle, día tras día visitaban a Lidia y Matías y salían en las tardes a pasear, con la promesa de Harold de que pronto vivirían en familia en un hogar.

Así fue como llegó la llamada que tanto esperaba y finalmente se había vendido la vieja casa, lo que lo llevaría a otra negociación, comprar la casa nueva donde vivirían Harold, Alexia, Lidia y Matías.

Capítulo VI (La casa)

Muy temprano en la mañana Harold le había dicho a Alexia que lo esperara en la Casa-Hogar donde estaba Alexia, en la tarde que en las pasaría buscando, eso sí hoy iremos a pasear pero a un lugar a donde las voy a llevar.

En la tarde mientras Alexia, con Matías en brazo, le decía, tu “papá” me dijo que nos pasaría buscando, e inmediatamente que le decía llegaba Harold algo exaltado, dándole un beso a ambas y al niño habló: Vámonos tengo algo muy importante que mostrarles.

Y así fue como tomaron un taxi que las llevó a una urbanización de clase media con unas casas muy bonitas, Alexia le preguntó a dónde iban, y Harold contestó ya llegamos, el auto paró frente a una casa, al bajar Harold le dijo pasen y bienvenidas a su nuevo hogar, las lágrimas no se hicieron esperar, mientras Harold tenía una sonrisas de labio a labio mientras tenía a Matías en brazo, y decía déjalas Matías que esas lágrimas son de felicidad por eso quiero que lloren mucho.

Una vez de vuelta Harold le manifestaba que al día siguiente se vendrían a vivir, así que tomen todas sus cosas que mañana todos estaremos en casa.

Capítulo VII (“La Calle”)

Ya instalados en la casa un día Lidia le pidió a Harold y Alexia que le hicieran un gran favor, afirmando ambos que sí, para que la acompañara hasta el hogar de los padres biológicos de Lidia, si ponerle ningún pero se trasladaron todos hasta allá, al tocar la puerta abrió la mamá, al lado estaba el papá, quien con lágrimas en los ojos le dijo hija, ésta al verla solo llegó a decir, vine a presentarles a mis verdaderos padres, los que me aceptaron con Matías sin ponerme ninguna condición, los que me han hecho sentir lo que es contar con el cariño de una familia, solo a eso vine, a que conozcan a mis verdaderos padres, con estas palabras se retiraban del lugar.

Al regresar Lidia le preguntó: “Papá” crees que lo que hice estuvo bien, Harold mirándola fija a los ojos le dijo: Hija eso fue lo que dictó tu corazón y por eso tu “mamá” y yo estábamos allí para apoyarte, como siempre lo haremos, recostó su cara en el hombro de Alexia hasta que llegaron la casa.

Al pasar todos adentro de la casa y luego que de cerrar la puerta había un cartel que decía Familia La Calle, pero esta vez estaba sin comillas.


T