Abrí mis ojos, entre parpadeos regrese al mundo real, observo y quiebro de nuevo, Aura se llamaba, sentía que me quemaba por dentro, un fuego abrazador alrededor de mi pecho, como si mi corazón ya no soportara más este dolor. Levante mi frágil cuerpo y observe la hora de mi reloj, Muy temprano, ni siquiera el sol se había asomado; 5:24 A.M. la hora el cual mi desgracia vuelve a empezar.
Me cepille, prepare mi desayuno y observe mí móvil, tenía cinco mensajes de Vicent: —Oye, ¿Estás bien? — ¿Nora dónde estás? — Nora por favor responde. — Fui a tú casa pero parece que no había nadie. — Nora llámame cuando puedas, estoy preocupado.
Aquellos mensajes me inundaron momentáneamente de felicidad, por un instante me sentí amada y querida; lo llame inmediatamente y a los pocos segundos contestó de manera alterada y con una voz algo ronca, estaba dormido y lo desperté.
— ¡¿Estás bien?! Te busqué, pero no estabas, ¿Estás en tu casa? Es difícil estar sola en una inmensa casa, ¿Puedo ir? —
Mi voz un tanto sutil y quebrada, con un tono casi susurrado le respondí: — Aquí te esperaré. —
Apenas el sol salía de su escondite golpearon la puerta y el sonido retumbando por toda la casa. Era él.
Abriendo la puerta estaba él, aún tenía ojeras, los ojos pesados, quizás no durmió bien. ¿Por mí?
Con una pequeña mueca de alegría me saludo e inmediatamente pregunto: — ¿Te encuentras bien? —
A lo que sutilmente le respondo — Estoy bien, solo quise huir, como siempre lo he hecho, ¿Por qué te preocupaste por mí?, no somos amigos y casi nunca hemos hablado.
— No es muy tarde Nora, nunca es muy tarde, estamos a tiempo para ser amigos, además yo siempre quise que fuéramos amigos, pero tú eras muy cerrada, no dejabas que alguien tratase de entrar en tu vida, pero ya es cosa del pasado, estemos en este momento ahora.
— Discúlpame Vicent, seremos amigos ahora; bueno ya que te desperté. —encorvo sus labios para formar una ligera sonrisa y agregué. — ¿Quieres algo de café?
—El correspondió con una alegre sonrisa y me comentó: — Un buen café negro y como nunca hace falta mi cajetilla de cigarrillos, sería un buen comienzo del día de hoy—.
—Sonreí animada y le respondí entre risas: Morirás de cáncer, que buen comienzo para ti.
Entre el café y el humo del cigarrillo le comente mis sueños que he tenido, mientras más le explicaba, más cigarrillos fumaba.
Y entonces el con pericia me respondió: — Tus sueños podrían significar muchas cosas, pero viéndolos desde mi punto de vista podría pensar que ese gran árbol significara un deseo intenso de poder crecer, ser reconocida, las mariposas quizás es un deseo de poder tener amistades y que estas siempre estén a tu lado, el chico quizás es una parte reprimida de ti, quizás porque siempre te preguntaste si fueras chico no hubieras pasado por todo esto, la pequeña niña, esa quizás sea tu mayor deseo, el poder ser libre, sin más dolor ni agonía y quizás tu sub-consiente la transformo en una pequeña y dulce niña, ya que tú vida ha sido muy corta, sin experiencias vividas, lo convirtió en una débil y frágil niña, bueno, es lo que se me ha ocurrido. Claro, es una teoría. —
Me quede impresionada al ver tal análisis, quizás puede que tenga razón, pero al final solo es una hipótesis. Me pregunté a mi misma. ¿Por qué mi mente jugaría conmigo?
¿Tan destruida y colapsada esta mi mente?
¿Tanto sufrimiento se ha acumulado en mi subconsciente que de alguna manera busca despertar? Soy una imbécil.
Al par de unos minutos, Vicent se tuvo que marchar y de nuevo quede en soledad. Miles de preguntas inundan mi mente. Me nublo ante mis pensamientos. ¿Qué propósito tengo en esta miserable vida?
¿Por qué me ha tocado sufrir tanto? ¿Le hice algún mal a una persona alguna vez? Sí. Le hice mal a alguien, a mí misma. Nunca he tratado de superar mis problemas, no alcance a enmendar mis errores. No logre salvar a mi madre, mucho menos podré salvarme a mí misma.
Decidí tomar un baño para relajarme, despejar mis pensamientos y limpiar mi alma.
Después de aquella ducha relajante, me observo al espejo unos instantes en lo cual observo como este se va fracturando lentamente. Una grieta, luego otra, luego gran parte de este. Hasta que se destroza en miles de pequeños pedazos rajando mi piel y cortando parte de esta. El tono carmesí de la sangre recorría, pero no me movía ni un centímetro simplemente observaba ese color rojo en mis dedos.
Algunos de los fragmentos del espejo estaban intactos en lo cual reflejaban mi rostro. Un rostro el cual ya ha perdido todo.
Parpadeo un par de veces y veo todo totalmente normal. ¿Estoy alucinando? Mi subconsciente me habrá querido decir algo, pero no logro descifrarlo.
Busque libros, necesitaba saber que significaban aquellos sueños; necesitaba respuestas. Entre hojas encuentro que nuestras peores emociones: “odio, soledad, tristeza…”
Otras despiertan un ser completamente nuevo en nosotros, en otro verso encontré que: “El peor error que cometemos es sucumbirnos en soledad”. “Esto trae como consecuencia el hábito escapar de la realidad, buscando alternativas tales como las drogas, lujuria e incluso el suicido”.
“Los sueños representan nuestras emociones vividas a corto, medio y largo plazo. Si siempre tienes emociones optimistas y eres alguien mayormente animado por lo general tendrás sueños positivos. E viceversa, si se sufre de depresión se suele obtener sueños negativos o por lo general tu subconsciente hará que cree una realidad en omisión al mundo real donde no te consuman tus pesadillas. Aunque no todo el tiempo aquello siempre te protegerá”.
Lo que descubrí en aquellos libros me dejaron en un estado emocional totalmente crítico. Me he ocultado toda mi vida, está ha sido un engaño. Simplemente una ilusión, deseo cambiar, quiero cambiar. Necesito saber si el problema es la vida o soy yo…
Decidida a emplear un cambio en algunos aspectos de mi vida, intente sonreír, me arregle más linda, me arregle el cabello, me puse gafas y fui rumbo a la universidad. Deseo cambiar como persona, deseo ser feliz…
Apenas entre percaté que con cada paso que daba en aquel lugar más mirabas se posaban ante mí, sonreía de lo extasiada que me sentía. Atraía miradas y estas no me lastimaban.
Entre a clases con una sonrisa radiante, todos me observaban y se preguntaban: “¿Es Nora?”. En lo cual me dirigí al asiento que se encontraba a un lado de Vicent, en lo cual tomo asiento. Tartamudeando Vicent me comenta: — Nora. ¿Y ese cambio repentino? ¡Solo me fui de tu casa hace un par de horas y ahora mírate! — sonreí ante el comentario, quise cambiar, anhelo saber si el problema soy yo o la realidad.
Tras pasar la clase me percato que me traban de igual manera e inclusive podría comentar que peor que antes. Ahí fue cuando me di cuenta que no soy yo, ni es la realidad. Es la sociedad, esta sociedad está podrida, es la que ha acabado con miles de hombre y mujeres. Mis ánimos bajaron, por más que intente cambiar siempre me despreciarán, me criticaran, me odiaran; cada mirada me destroza aún más y cada palabra me fragmenta mucho más.
¿Por qué me maltratan de manera tan despreciable? Si nunca les hecho algún mal. ¿Por qué quieren verme destrozada? ¿Les produce algún tipo de placer?
Vicent me tomo de la mano y me saco de allí. Una vez enciende un cigarrillo y lo aspira como si fuera el último que fumaría en toda su vida, como si de un último aliento le queda un gesto pesado y vociferando comenta: — ¡Malditos desgraciados! ¿¡No saben que con miradas y palabras pueden asesinar a las personas!? —termino de comentar tomando otra calada de su cigarrillo. — como dice un viejo dicho: “la peor arma de un ser humano son sus palabras”—prosiguió.
Gran razón tenía. ”Nora no dejes que te afecten, tu eres fuerte, confío en ti”. Sus palabras simplemente rebotaron, simplemente no les preste ni la mínima atención, ya mi corazón se había roto en pequeños pedazos difícil de arreglar. Con una voz suave y quebradiza le respondí: —Gracias Vicent, de verdad te agradezco tu apoyo. Te llamo luego. —me di vuelta y a un paso lento me fui marchando, Vicent solo se quedó ahí parado, observándome, queriendo alcanzarme y acompañarme en aquel recorrido. Pero algo lo impedía mover sus pies.
Llegue a un parque no tan lejos de la universidad, solo desee sentarme un rato en aquel pasto, para tranquilizarme y recapacitar. Una infinidad de pensamientos rondan mi cabeza.
“¿Por qué mi vida es una basura?”
“¿Por qué no sirvo para nada?”
“¿Por qué nunca logro ser feliz?”
Le mentí a aquella niña, no conozco la felicidad, ni mucho menos la amistad. Solo dolor y oscuridad. ¿Ella tenía razón? ¿Mi corazón se consumirá entre la oscuridad? Me dirigí a una vieja casa del árbol que había en aquel amplio parte, saque el frasco de píldoras y come una. Quería escapar de aquel sufrimiento eterno que esconde mi corazón.
Fuente
Inmediatamente abrí mis ojos nerviosa, me encontraba en una opaca habitación, sin luz. Solamente de un pequeño orificio en lo cual se asomaba una pequeña luz del sol. Pero algo lo cubre en cuestión de segundos, escucho una voz muy sombría y gruesa, susurrándome al oído: “ya eres mía”.
El miedo y la desesperación se apodero de mi cuerpo, ligeras gotas de sudor frío caían de mi cuerpo, mis ojos alterados y desorientados sin lugar a donde observar, mis manos temblaban sin que nada pudiera hacer. En lo cual sentía como lentamente unas manos con unas ligeras garras recorrían desde mis tobillos hasta mi cuello aprisionándome cada vez más con una fuerza sobrenatural. Nuevamente se escuchaba aquella voz: “ya eres mía”.
Intenté gritar, pero cuando más lo intentaba con todas mis fuerzas, mi voz desaparecía lentamente, mi mente gritaba a todo pulmón. Pero ya ningún sonido salía de mis labios.
Empecé a maldecir desde mis adentros. —Maldito demonio, te mataré, te destruiré, no podrás conmigo.
Era lo único que podría hacer, ningún sonido salía de mis labios, no podría moverme, no podría hacer nada. Solo podría nada más que insultar, maldecir y gritar desde mis adentros.
Pero nuevamente aquella sombría voz repitió la misma frase: “ya eres mía”.
Mi mente colapsó, cayendo en picada dándose por vencida, todo tiene límites y lamentablemente toque fondo.
De pronto una figura aparece entre las sombras. Era yo, imitaba mis movimientos como si de un espejo se tratase.
Pero con la pequeña y simple diferencia que esta tenía una tétrica y maquiavélica sonrisa. Me repugnaba observarla, no podría eludirla, a donde movía mi mirada esta me observaba.
Entre el miedo y la desesperación empecé a golpearla, mientras más fuerza aplicaba más me dañaba. Mi corazón se sentía como si se rompiera lentamente. Mi pecho ardía, entre golpes utilicé toda mi fuerza y está se quebró saliendo de ella mariposas negra. Mis latidos se detuvieron, mi alma se vació, cuando me di cuenta de mi error era demasiado tarde…
Liberé a mis demonios, mi alma ya se había perdido. Arrodillada en el sueño, el orificio donde salía aquella tenue luz solar empezó a derrumbarse y a lo lejos solo podría escuchar una ligera voz.
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Jesus M.-