¡Hola!
Tal como indiqué en mi artículo introductorio me gradué de Ingeniero Químico en la Universidad de Carabobo, Venezuela; en el año 2.000. Recuerdo que durante mi formación en la universidad mi profesora de la cátedra Alimentos, la Ingeniero Morela Barreto (Q.E.P.D), el último día de clases nos dijo:
“Olvídense que van a ser Ingenieros Químicos solamente. Ustedes a lo largo de sus carreras en algún momento realizarán trabajos que pudiesen estar relacionados o no con la misma. Tal vez algún día realizarán funciones propias de un Ingeniero Industrial, Ingeniero Civil u otra especialización de la Ingeniería; y también deben estar abiertos a las oportunidades de otras profesiones.
No sientan pena por ello; esfuércense, hagan todo con ética, amor y profesionalismo para que todo salga bien”.
¿Qué es una profesión? y ¿ De qué se trata ser un profesional?
Después de todo razono:.
Para responder a estas interrogantes voy a hacer uso del diccionario de la Real Academia Española (R.A.E) donde se define a la profesión como:
“Empleo, facultad u oficio que alguien ejerce y por el que recibe una retribución”.
En cuanto al Profesional la R.A.E lo define como:
“Persona que practica habitualmente una actividad de la cual vive”.
Retomo la reflexión de la profesora como fuente de inspiración para redactar el presente post, el cual dedico a millones de valiosos venezolanos que han cruzado las fronteras de este país en busca de un mejor porvenir para ellos y sus seres queridos; pues es ampliamente conocido a nivel nacional que la cita anterior es un fiel reflejo de la realidad de muchos paisanos en el extranjero y vaya para ello mi más sincero mensaje de aliento.
Cada día conozco más historias de venezolanos que enfrentan una dura realidad como inmigrantes, personas talentosas que valientemente decidieron dejar a un lado los frutos cosechados a lo largo de años de esfuerzos en nuestro país y que ante la crisis humanitaria que vivimos consideran que sus proyectos se han reducido a un imposible de materializar en esta tierra; por lo que se desplazan a otras latitudes como alternativa para disfrutar de una mejor calidad de vida.
Por demás está decir que, ellos se van con el corazón destrozado, invadidos por la nostalgia de dejar a sus seres queridos ante un futuro incierto tanto para los que se van como para los que se quedan, pero confiados y esperanzados en Dios y en sus propias capacidades para que las expectativas sean plenamente satisfechas en sus nuevas vidas.
Los casos que citaré a continuación e identificados con pseudónimos, los he tomado de experiencias reales; cada uno tiene sus particularidades en cuanto a los motivos y estrategias puestas en práctica para radicarse en otros países. No obstante; convergen en características como:
*Personas que independientemente de la edad toman la difícil situación de partir solas o en compañía de su familia; que en el mejor de los casos han planificado dar este paso con el apoyo de algún amigo o familiar quien temporalmente les brindará hospitalidad mientras consiguen un empleo que les permita obtener el sustento de cada día con dignidad.
Este es el caso que más se relaciona con mi familia; ya que uno de mis hermanos, Frank, Ingeniero Químico al igual que yo, está próximo a partir solo hacia el Norte de América, confiando ser recibido en el hogar de un amigo mientras se estabiliza laboralmente. Esta situación nos genera un profundo trabajo de preparación mental y emocional para todos a quienes les amamos y mucho más para él, porque deja aquí a su esposa y a sus dos pequeños hijos.
*Hay personas que antes de emigrar ya han obtenido algún empleo o establecido un negocio que les facilitará reiniciar sus vidas en la que posiblemente consideren su nueva patria. Entre ellos puedo mencionar a mis colegas Coach y Practicantes en Programación Neurolingüística José Fernández, Lucy Pérez, Angela Gutiérrez, María Torres y Juan Tovar, quienes además están graduados como Licenciados en Contabilidad, Médico, Abogado, Licenciada en Administración e Ingeniero Industrial respectivamente.
*Por su parte están quienes han partido hacia algún país vecino u otro de América del Sur a través de la modalidad “Mochileros”, caracterizados por ser viajeros que se trasladan por carreteras recorriendo miles de kilómetros durante más de una semana. En ellos se encuentran mi vecino Richard Vera sin oficio definido, Raúl Sifontes, joven con experiencia en música, Mery Ramírez, Licenciada en Contaduría y Luis Jiménez, Abogado y Contador.
A pesar de lo poco confortable de este sistema de traslado, la lista de espera para abordar los vehículos es larga a tal punto de que los boletos se compran hasta con dos meses de anticipación. Su acrecentada demanda se explica por los bajos costos que acarrea en comparación con el precio de un boleto aéreo, llegando a convertirse así en el medio más usado para emigrar durante los últimos tres años.
Aunque no se trata de una regla, por lo general los mochileros proyectan llegar a su nueva patria en escala. Inicialmente se establecen en un país vecino de Venezuela donde asumen la responsabilidad de uno o más oficios que les permita reunir suficiente dinero para cubrir los gastos del posterior traslado a un tercer país ubicado en este u otro continente en el cual desean establecerse definitivamente.
*En cambio hay otras personas que parten en condiciones más dramáticas, acompañadas sin más que por sus maletas llenas de esperanzas, con escasez de recursos económicos, sin tener a dónde llegar, sin amigos ni conocidos que los reciban; es una verdadera aventura que naturalmente es muchísimo más compleja que los ejemplos anteriores.
Son personas que viven en sitios públicos o en albergues creados como manifestación de solidaridad por políticas de Estado de la nación que los acoge, ciudadanos de dicha nación o por venezolanos previamente allí establecidos.
Resulta de interés aclarar que no estoy hablando de personas etiquetadas como profesionales sólo porque sean acreedores de un título universitario, tampoco hago alusión a que ellos consideren tal título como su mejor recurso para la vida. En cualquier caso estoy refiriéndome a seres humanos que se han propuesto metas personal y profesional a ser alcanzadas fuera de su país natal; con el enorme deseo de que su profesionalismo les permita dar su aporte a la sociedad en cualquier área en la cual se desenvuelvan y siempre dispuestos a entregar lo mejor de sí para que esta experiencia de desplazamiento geográfico valga la pena sin llegar a convertirse en una quimera.
Preciso información de venezolanos, académicamente preparados a nivel de Pregrado en universidades o institutos tecnológicos, que incluso han realizado estudios de Postgrado, con amplia, mediana o poca experiencia laboral y que estando en el extranjero a corto plazo han sido creadores de oportunidades laborales relacionadas con sus títulos universitarios. Para ellos mi más sincera felicitación por avanzar con pasos firmes en sus proyectos de vida, segura estoy que sus vivencias llenarán de esperanza a un gran número de coterráneos al demostrar que si ellos han podido superar las viscisitudes otros también lo lograrán; definitivamente sus estrategias son grandes modelos a seguir por aquellos que desean alcanzar hazañas similares.
Sin embargo; hay otros venezolanos a quienes el camino al éxito se les hace más espinoso; a pesar de sus títulos, experiencia laboral, talentos y potencialidades han tenido que dedicarse a trabajos que no se relacionan con su formación académica ni conocimientos donde tienen mayores habilidades y destrezas.
Ahora bien; bajo mi percepción tal vez compartida por algunos; pienso que si alguien se encuentra en este escenario laboral no significa que se desmoralice y que en consecuencia sus actividades la realice sin profesionalismo ni entusiasmo; por el contrario es allí donde entra en juego el reencuadre de los cambios.
Mi recomendación es que aprecien este empleo como el medio de ingreso para cubrir sus necesidades de manera transitoria, pues si amplían el enfoque y cambian el marco podrán considerar estas circunstancias como el trampolín para impulsarse y emprender nuevas acciones hasta conquistar el cargo u oficio acorde con sus aspiraciones personales y/o profesionales.
En particular admiro y expreso mi apoyo moral a quienes se identifican con este contexto porque el reto de adaptación y superación de prejuicios propios y sociales es mayor. Reencuadrar estos cambios profesionales implica tener la conciencia y humildad para desprenderse del ego aceptando que un título no es lo que les da vida e identidad, no son un diploma ni un grado, sino el cúmulo de experiencias y decisiones con las cuales han asumido los retos de la vida y que por ello pueden realizar honradamente, con ética, con su frente en alto y profesionalismo lo que consideren apropiado para su desarrollo humano, dentro del marco legal claro está.
Ya para culminar les digo a esos guerreros paisanos estén donde estén que sigan adelante, mantengan el enfoque con el cual salieron de Venezuela, crezcan en todos los sentidos, instrúyanse, capacítense, triunfen en todo lo que decidan emprender y demuestren al mundo entero que son capaces y merecedores de las oportunidades que ostentan en tierras lejanas.
Y a ti apreciado amigo Steemiano me despido deseándote lo mejor cada día y como siempre espero tus valorados comentarios.
Muy cierto tu post. Es impresionante la manera en que se desenvuelve la vida venezolana en estos tiempos
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