Con este post quiero iniciar un relato que constará de varios capítulos, no sé cuántos exactamente, pero no muchos. En este caso me alejo de la ciencia ficción y me adentro en un drama adolescente visto desde un punto de vista adulto y un poco desesperanzador, para lo que el amor romántico se refiere. Espero que os guste.
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Capítulo 1: Mi primera novia guardaba una cuchilla
Se encontraba en el último pliegue de un pañuelo de papel que ella misma dobló con mucho mimo y ceremonia.
Yo por aquel entonces no sabía nada de su existencia, hacía relativamente poco que nos habíamos conocido y las emociones que compartíamos eran bastante primarias. Todo era felicidad, todo eran risas y tonterías, algo que se encuentra en la epidermis de cualquier relación. Jugábamos con los avatares que habíamos creado de nuestra persona y los confundíamos con la idílica interpretación que teníamos el uno del otro. Esto sumado la revolución hormonal que nos anestesiaba del mal ajeno, permitía que cualquier elemento de la tabla periódica se enlazara irregularmente aunque no fuera posible. A día de hoy pienso que no se trataba de química, que era más bien la fuerza de la gravedad la que nos atraía irremediablemente hacia una inevitable colisión.
Creo que mi ensoñación duró más que la suya, no por nada en especial, solo por mi capacidad de evadirme al mundo onírico que realmente fundamentaba mis principios. Al fin y al cabo mi educación se basaba en creencias y supersticiones y aunque a esa edad ya se me hubiesen revelado algunos trucos de ilusionista, quería seguir creyendo en la magia. Pero desperté y no de golpe, fue algo como el laberinto que se recorre para escapar de la duermevela. Con los músculos entumecidos dentro y fuera de la realidad, incómodo en cualquier caso, hasta que conseguí moverme mecido por la inercia que impulsa la adrenalina.
Recuerdo que era a mediados de Diciembre. Pasábamos la mayor parte del tiempo en la calle para poder estar solos. Con el escaso dinero que lleva un adolescente encima íbamos de parque en parque buscando un banco. Necesitábamos intimidad y analizábamos los bancos más alejados de transeúntes y farolas, pero que a su vez estuviera lo suficientemente iluminado como para sentirnos seguros. Y nos daba igual que fuese de madera, metal o piedra, hacía frío igualmente. No nos importaba, era la excusa perfecta para acercarnos cada vez más.
Me empezaron a surgir mis primeros miedos y dudas. Ella se dio cuenta y me consoló. Me sentí comprendido y en ningún momento reparé en que esos mismos demonios que a mí habían empezado a rondarme ya habitaban en ella. Si hubiera sido consciente habría sabido que me mentía, pero otra mentira que sí advertí hizo que aquella pasara desapercibida. El número de mentiras no habría cambiado mi reacción en ese momento. Las personas tienen secretos, qué más daba. Incluso me sentía con cierta ventaja por ser el primero en descubrir una. Yo era feliz y el hecho de que empezáramos a conocernos verdaderamente era que estábamos avanzando.
Sin embargo, como ya había dicho, ella siempre fue por delante mía y el motivo de su condescendencia hacia mí es algo que solo ella sabrá, por muchas vueltas y divagaciones que yo haya hecho desde entonces.
Conflictos adolescentes, interesante tema, estoy pendiente de los siguientes capítulos, muy buen trabajo colega.
Gracias @darius86 Estoy tirando mucho de recuerdos porque ya tengo una edad XD