No sabes cuantas veces le susurre al silencio por las noches lo que sentía dentro de mi, le grite, pero nadie escuchó, ni siquiera ella.
Se asomaban las tinieblas, mientras mis lágrimas fluían, poco a poco, sumergiéndome en alta mar.
Intente nadar, pero no pude, las anclas estaban incrustadas en mis pies; en una noche silenciosa un alma se perdió.
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