No es suficiente ser salvo o salva, la boca, la forma de hablar, debe también demostrarlo. Esto es parte del proceso al cual se refiere el apóstol Pablo cuando dice: Realicen su propia salvación.
¿Qué significa exactamente realizar nuestra salvación?
En Efesios 2:8-9, Pablo, quien escribió esta frase a los Filipenses, afirmo claramente que la salvación no se puede ganar, que es dada por la gracia de Dios y que la recibimos mediante la fe; que no es una recompensa por las buenas obras, para que nadie se gloríe, Sin algo de comprensión, estos dos pasajes de Filipenses pueden parecer contradictorios.
El nuevo nacimiento, el envió de su Hijo Jesucristo a vivir en nosotros, el darnos Su Espíritu Santo y crear en nosotros un nuevo corazón, es algo que solo Él puede hacer por Su gracia, misericordia, amor y bondad. Él hace todo el trabajo y nosotros recibimos el don gratuito por la Fe.
Realizar la salvación que nos ha dado de manera gratuita es exactamente otra fase de nuestro caminar con Él. Podríamos decir que Él deposita una semilla en nosotros, y que luego cooperamos con la obra del Espíritu Santo para que esa semilla crezca y llegue a ser una planta que ocupa toda nuestra vida.
La Biblia se refiere a Jesucristo como “La Simiente”. El termino simiente o semilla, significa que si tengo una semilla, puedo tener una cosecha.
Jesús es la Semilla de todo la bueno que Dios quiere que tengamos. Es Dios quien planta la semilla, pero somos nosotros quienes debemos cultivarla, alimentarla, regarla y cuidarla. El terreno en el cual se planta debe ser arado y surcado, y guardado libre de malezas.
Nuestros corazones y nuestras vidas son el terreno. Todo lo que en él hay que cambiar o remover, no se puede hacer al tiempo. Es un trabajo y solo el Espíritu Santo sabe el “Cuando y el como” apropiados para realizarlo. Mientras obra en nosotros sobre ciertos asuntos, debemos someter nuestra voluntad a Él, lo cual significa someter la carne a la guía y dirección del Espíritu. Si alguno de nosotros quisiera regresar al punto de partida de nuestro caminar con Dios, e hiciera un inventario de todas las cosas que han cambiado en su vida, se sorprendería de la diferencia entre lo que era entonces y lo que es ahora.
Cuando Dios quiere usar algo, con seguridad el diablo procura robárselo. Cuando se es llamado a enseñar o predicar la palabra de Dios, Satanás esta siempre pujando por la propiedad del Señor.
Cuando leemos estos versículos sabemos que tenemos un camino por recorrer, el nos revela que tenemos que hacer algo con nuestras bocas, nuestras palabras ante de que podamos utilizarlas como lo habíamos planeado.
Dios llamo a Jeremías “profeta de las naciones”, e inmediatamente el comenzó a decir lo que Dios no le había dicho que dijera.
El Señor tuvo que enderezar su boca, ponerlo a hablar lo correcto, antes de que pudiera utilizarlo. Y no será diferente con nosotros.
En primer lugar, debemos entender que cuando Dios nos llama a hacer algo, no debemos decir que no podemos hacerlo. Si Dios dice que podemos, ¡podemos! Con frecuencia expresamos nuestras inseguridades verbalizamos lo que otro han dicho previamente de nosotros, o lo que el diablo no ha dicho.
¡Necesitamos decir de nosotros, lo que Dios ha dicho de nosotros!
Jesús dijo: Yo no les hablo mis propias palabras, sino las palabras del que me envió. Yo solo digo lo que he oído decir a mi Padre (Juan 8:28)
Dios nos llama a un nivel más elevado. Nos reta a no continuar pronunciando nuestras propias palabras. Él quiere que hablemos, no lo que hay en nuestra alma, sino en nuestro espíritu.
Dios está preparando a Su pueblo para utilizarlo en la cosecha del tiempo final. Pero nadie ha sido usado jamás sin preparación. Eso quiere decir que Dios tiene que tratar con nosotros, y que debemos someternos y ser sumisos a Su Obra en nosotros.
Dios quiere “afinarnos”. Él ha estado obrando en nuestra vida, en términos generales durante años, pero este es el momento para algunos precisos ajustes finales. Estas palabras no son una revelación nueva, puede ocurrir que a nosotros estemos tomando ciertas libertades que ya no se pueden permitir.
Dios nos llama a un nuevo nivel más alto, y en cada nuevo nivel de la Bendiciones y del poder de Dios, enfrentamos nuevos obstáculos.
Debemos comprender que la palabras incorrectas le pueden abrir puertas al enemigo que no queremos abrir.
Sea lo que se que Jeremías estaba haciendo previamente, no era tan agresivo contra el reino de las tinieblas como Dios lo tenía planeado.
Es cierto que en nuestras vidas, Dios tendrá que tratar con asuntos que paso por alto. No podemos andar en la carne hasta cuando comencemos a ejercer nuestro don ministerial, y luego rápidamente andar en el Espíritu. No habrá poder ni unción liberados o transmitidos a través de una vida así.
Luego vemos en la historia de Jeremías como Dios le dice que hará en Su Palabra, sea fuego en su boca y la gente como la leña.
Eso no ocurrirá con nosotros si permitimos una mezcla de palabras en nuestra boca. Quizás nunca experimentemos completa perfección en esta área, pero es tiempo de buscarla de una manera más seria.
Generalmente cuando se le pide algo a Dios, hay cosas que debemos quitar del camino para que llegue lo que hemos pedido.
Cuando Dios lo llamo para ser su vocero ante el Faraón y los Israelitas, Moisés se quejo diciendo que no era lo suficientemente elocuente para hacer lo que Dios le pedía porque tenía un problema vocal.
La respuesta de Dios fue: ...¿Quién dio la boca al hombre?... ¿No soy yo, Él Señor? (Éxodo 4:11)
A veces pensamos que Dios no lo sabe todo a cerca de nuestras debilidades, pero si lo sabe.
En el versículo 12 Dios le dijo a Moisés: ahora, pues, ve, que yo estaré en tu boca y te enseñare lo que has de hablar.
La próxima vez que Dios le pida ser su vocero y surja el temor en su interior recuerde: si Él lo envía, Él estará con su boca y le enseñara lo que ha de decir.
El llamamiento de Isaías es un excelente ejemplo de la necesidad que Dios tiene de limpiar la boca antes de usar al hombre.
Este pasaje bíblico nos enseña que cuando nos acercamos a la presencia del Señor, Él obra en nosotros.
En este caso Isaías comprendió que tenía una boca inmunda. El clamor de su corazón fue por un cambio y Dios le envió Su ayuda.
La llegada del Serafín como un carbón encendido se registra aquí como un acontecimiento instantáneo, pero no siempre ocurre de esa manera con nosotros, todos preferiríamos la liberación milagrosa, pero creo que en la mayoría de los casos el Señor debe hacernos pasar a través de un proceso de limpieza.
Lo que necesitamos asimilar de estos versículos es el principio que en ellos se establece.
El versículo 7 declara que el pecado de Isaías fue perdonado; por lo tanto, podemos deducir que su boca inmunda era pecadora, y que como tal debía ser tratada.
Luego en el versículo 8 el llamamiento de Isaías. Dios le dijo: ¿…quien irá por nosotros? E Isaías respondió: Heme aquí, envíame a mí. Su corazón estaba dispuesto a servir al Señor; Como Él lo sabía lo guió a Su Presencia.
Dios siempre busca a alguien que tenga un corazón perfecto para Él, no necesariamente alguien que tiene un desempeño o un récord perfecto delante de Él. Cuando el Señor el dueño del corazón de alguien, siempre puede cambiar el comportamiento de esa persona.
Esto debe alentar y animar a quienes desean ser utilizados por el Señor, pero sienten que tienen demasiados defectos. ¡Dios utiliza vasijas quebradas! Nosotros venimos al Señor tal como somos y Él nos moldea y nos convierte en vasijas útiles para su uso (Isaías 6:8; 2 Timoteo 2:21)
Después de que la boca de Isaías fue limpiada Dios le dijo en el versículo 9: andad y dile a este pueblo. El llamado, la unción y la comisión, a veces ocurren de manera individual y aun en diferentes periodos de tiempo.
Dios nos llama y nos unge, pero esa unción incremente a medida que se gana experiencia en el ministerio y se es sometido a la obra del Espíritu Santo en el alma. Él conmociona y envía para construir Su Reino solo después de haber establecidos las bases o fundamentos apropiados.
Si usted quiere edificar el Reino de Dios, debe tomar tiempo para colocar el fundamento apropiado. Y poner su boca en línea es unos de los primeros pasos para establecer ese fundamento.
Jeremías, Moisés, e Isaías, todos comprendieron que Dios tenía que cambiar alguna cosas de sus bocas, si era que iban a cumplir el llamamiento divino.
Y esto es válido para todos nosotros.
Dios sanara nuestras bocas pero antes de que lo haga debemos ser conscientes de que necesitamos sanidad. Jesús dijo que es la verdad la que nos libera. Y esta es la verdad que necesitamos decirle al Señor:” ¡Que mi boca se salva!