Para que el temor de Dios sea don del Espíritu Santo ha de ser un temor filial.
El don de temor, es el menor de los dones del Espíritu Santo: «el principio de la sabiduría es el temor del Señor» (Prov 1,7). Es cierto; pero aun siendo el menor, posee en el Espíritu Santo una fuerza maravillosa para purificar e impulsar todas las virtudes cristianas, como la castidad y el pudor, la perseverancia, la mansedumbre y la benignidad con los hombres. El espíritu de temor ha de ser, pues, inculcado en la predicación.
La Biblia inculca desde el principio a los hombres el santo temor de Dios: «Israel, ¿qué es lo que te exige el Señor, tu Dios? Que temas al Señor, tu Dios, que sigas sus caminos y lo ames, que sirvas al Señor, tu Dios, con todo el corazón y con toda el alma, que guardes los mandamientos del Señor y sus leyes, para que seas feliz» (Dt 10,12-13). En este texto, y en otros muchos semejantes, se aprecia cómo el temor de Dios implica en la Escritura veneración, obediencia y sobre todo amor.
Hi! I am a robot. I just upvoted you! I found similar content that readers might be interested in:
http://es.catholic.net/op/articulos/14678/el-don-de-temor.html
Congratulations @tiotano! You have completed the following achievement on the Steem blockchain and have been rewarded with new badge(s) :
You can view your badges on your Steem Board and compare to others on the Steem Ranking
If you no longer want to receive notifications, reply to this comment with the word
STOP
Do not miss the last post from @steemitboard:
Vote for @Steemitboard as a witness to get one more award and increased upvotes!