El diseño original del matrimonio
1.- Dios creó primero al hombre. Gn. 2:7-8,15.
La Biblia dice que Dios creó al hombre conforme a su imagen y semejanza. Pero que los creó varón y hembra, es decir, un hombre y una mujer, según lo afirma Génesis 1:26-27. Por Génesis 2:7-15 entendemos que primero creó al varón y lo colocó en un huerto que había formado. Le dio autoridad sobre la creación, pero con todo el dominio que tenía se encontró con la situación que no había ayuda idónea para él. Gn. 2:18.
2.- La mujer vendría a ser la ayuda idónea para el hombre. Gn. 2:18.
La variedad de árboles del huerto, así como la gran cantidad de animales, no satisfacían las múltiples necesidades de Adán. Hacía falta una ayuda especial, un complemento que pudiera compartir con él como ser humano: una ayuda idónea. Gn. 2:9,18-20.
3.- Dios creó a la mujer de una parte del hombre.Gn. 2:21-22.
Dios hace una intervención especial, haciendo caer sueño profundo sobre el varón, y tomando una parte del hombre (costilla) e hizo una mujer y se la entregó al hombre. Gn. 2:21-23.
4.- Dios fue quien estableció la unión matrimonial. Gn. 2:22.
Notemos que fue Dios quien entregó a Eva a Adán. Una unión establecida por Dios, como debe ser. Así debería ser, y no una unión propiciada solamente por los deseos de la carne. El matrimonio es para gente adulta, madura, responsable para asumir con toda seriedad y fidelidad ese compromiso delante de Dios, y de los hombres como testigo.
5.- Dios diseño el matrimonio para la procreación. Gn. 1:28.
Los hijos deben venir bajo los lazos santos del matrimonio. La Biblia dice que Dios los bendijo “y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.” Gn. 1:28.
6.- Adán comprendió que Eva era “hueso de sus huesos y carne de su carne”. Gn. 2:23.
Así debe ser. El esposo debe ver a la esposa como una parte suya, a la que debe amar, respetar, como a su propio cuerpo. Ef. 5:25,28-29.
Considera lo que digo, y el Señor te dé entendimiento en todo. 2 Ti. 2:7.
7 Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.
8 Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado. Gn. 2:7-8.
15 Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. Gn. 2:15.
26 Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.
27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Gn. 1:26-27.
18 Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él. Gn. 2:18.
21 Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar.
22 Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Gn. 2:21-22.
9 Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal. Gn. 2:9.
18 Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él.
19 Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre.
20 Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para él. Gn. 2:9,18-20.
28 Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra. Gn. 1:28.
25 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella,
28 Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama.
29 Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia. Ef. 5:25, 28-29.