Destruyendo la capacidad de autorregulación de los diversos ecosistemas.
Por ejemplo, en el caso de la lactancia materna, el/la bebé regula la producción de leche en la madre. La succión, la cercanía, entre otras generan en la madre un estado hormonal que hace que produzca leche. Y la madre regula al bebé. Entre estos dos elementos hay un ecosistema que a su vez se incluyen en un ecosistema más grande: familiar, social, etc.
Nótese que hablo de ecosistemas y no de individuos. En la naturaleza ningún ser vivo se autoregula solo. En cada ecosistema todo está estrechamente relacionado. Hay muchas relaciones entre sus distintos elementos, de esa diversidad depende su resiliencia.
La intervención del mercado y del paradigma de la ingeniería lo que hace es simplificar estas relaciones y con ello debilitar los ecosistemas. Lo podemos ver en nuestras sociedades: en la medida que tenemos familias y grupos de convivencia más pequeños, nos hacemos más vulnerables, más fácilmente convertibles en dóciles consumidores. Pueden ver mi post anterior sobre nuestros orígenes matrísticos.
El quiebre de nuestra capacidad de regulación significa un gran negocio para el sistema.
Este negocio lo logran interviniendo desde afuera con la introducción de un sucedáneo de lo que la naturaleza provee gratis. Esto genera una inhibición de procesos espontáneos gratuitos y perfectos. Una vez inhibidos, hay que estimular esos procesos con productos, generando un mercado.
Sigamos con el ejemplo de la lactancia. Introduces un tetero con fórmula láctea y de inmediato disminuye la producción de leche y a sucederse un serie de problemas que hace que la producción interna que se bloquee, rompiendo la autoregulación.
Esto puede aplicarse en distintos ámbitos de nuestras vidas, incluso en la crianza. Por ejemplo con la imaginación de nuestros niños y niñas, que al introducirle desde muy pequeños una serie de imágenes por medios de equipos electrónicos se va limitando esa capacidad de crear, de imaginar. O también cuando se rompe la simbiosis animales-tierra con la cría de animales de forma industrializada en mataderos. O cuando se convence a las mujeres de que sus cuerpos necesitan tecnologías para poder parir. Nótese las similitudes entre la agronomía y la obstetricia.
Aclaro que el problema no está en el desarrollo tecnológico, sino en su uso excesivo e inapropiado según cierto paradigma imperante. Es decir, cuando se usan para bloquear, inhibir y sustituir lo que la naturaleza hace sola. Otra cosa es cuando se utiliza para resolver un problema o mejorar algo.
El quiebre de nuestra autorregulación nos convierte en seres desconectados/as, lo cual facilita el secuestro de la “verdad” por parte de la “ciencia” (convencionalmente aceptada) para ponerla al servicio de la industria. Esta desconexión se manifiesta y refuerza cada vez que desvalorizamos nuestra intuición como modo de percepción y conocimiento. También hace que desvaloricemos nuestras experiencias (conocimiento empírico), la cultura popular, nuestras observaciones, los saberes compartidos… y terminemos necesitando la opinión del “experto”. Es así como una mujer embarazada escucha más a un obstetra que a su propio cuerpo y guía interna, o que un campesino a veces escuche más a un ingeniero agrónomo que a su propia tradición e intuición.
Para recuperar nuestra salud y nuestro poder necesitamos reconectarnos a nuestros ecosistemas originarios e irnos desconectando del paradigma industrial.
Este es el post #5 de mi cuarentena de publicaciones en Steemit.