¡Sácame una foto Josema!. Una desde este ángulo, o espera, mejor desde ahí. Y ahora una con la pierna apoyada en la barandilla. O que se vean solo los pies en la arena, o el bol fusión moderno que voy a pagar 18,50€, (la ensalada de toda la vida con algúna semilla nueva más). Espera, quizás desde este ángulo no se vea la mierda del suelo (la que he tirado yo claro está). O quizás desde allí mejor, al borde de la cornisa esa (donde se mató aquella pareja cuando se hacían una selfie). Pero saca otra, ahora con morritos, y ahora otra mirando al infinito, y una última cogiendo el sol entre las manos...
Ya está, ahora sí, para el Instagram que se va la foto. Pero antes le doy diez y siete dosis de filtros, le quito las manchas, las arrugas de la cara y la nube esa que está torcida. (Suerte tienen algunos que las fotografías ya no se revelan y no tiene coste alguno sacarlas).
Y así, en cuarenta años cuando me ponga a revisar todas las fotos que tengo me daré cuenta de que me falta vida para poder verlas todas, y que esa vida que me falta la gasté sacando las malditas fotos mientras me perdía lo que estaba pasando a mí alrededor.
Pero oye, que me quiten lo "likeao".
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