Con el paso del tiempo la pasión que existía entre Luisa y Héctor fue desvaneciéndose, y sus diferencias de opiniones y gustos se fueron haciendo cada vez más notables, las discusiones eran más frecuentes e irritantes. Parecía que el deseo de congeniar, llevarse bien, evitar malos entendidos o ceder para evitar incomodidades que tenían al comienzo había desaparecido completamente. Lo único que importaba ahora era quien tenía la razón.
Luisa se siente desgastada, quiere sentir la alegría de estar enamorada, la excitación de sentirse deseada y cortejada, quiere ser incluso celebrada, así como en los primeros años en su relación con Héctor, que cada vez que el la veía en su rostro se dibujaba una sonrisa de forma automática, cada vez que ella hablaba y él la escuchaba estiraba su mano de forma juguetona para tocarla, era un escenario completamente distinto al de ahora, que cada vez que Héctor la ve hace una mueca, y predispuesto a las peleas, cada vez que ella comienza a hablar, se cruza de brazos y ve a otro lado. Héctor también extraña la hermosa relación que solía tener con su esposa, le hace falta la calma y tranquilidad que le propiciaba su hogar, estar simplemente juntos pasando el tiempo, sin tantas quejas o insatisfacciones, extraña aquellos momentos en los cuales su simple presencia era suficiente para traer felicidad a la vida de Luisa.
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Luisa se decide a cambiar el rumbo de su vida para siempre, a dejar las peleas y los malos ratos con su esposo, ya era hora de sentir paz, de agradecer la vida, de sonreír y dejar marchar cualquier tristeza o viejo rencor. Dispuesta y decida reorganiza la casa y la limpia a fondo para darle la bienvenida a su nueva vida, Héctor a verla ir de una lado a otro, se fastidia pensando en las solicitudes que Luisa le pedirá, amargado simplemente por pensarlo va a su cuarto y da un portazo, luego se tira en la cama para dormir y no ser molestado. Pero Luisa está muy enfocada haciendo planes en su mente, sobre su nueva vida, sobre los proyectos que puede empezar a desarrollar. Fantaseando termina de limpiar y va y se da un rápido baño, Héctor se levanta cuando toda la limpieza ha terminado y pregunta si puede colaborar en algo, Luisa le responde que no, con un inesperado gesto de ternura, le da un beso en la frente. Y luego dice que volverá pronto, que va a preparar una cena deliciosa.
Héctor que no sabe asimilar el cariño de su esposa, le pregunta que de donde ha salido ese beso, Luisa le sonríe y le responde: “hoy es el inicio de una nueva vida, a partir de ahora se acabaron las peleas y los malos entendidos, lo que hemos estado viviendo no es vida, no podemos seguir de esa manera, es hora de recobrar la armonía en este hogar”.
Héctor se echa para atrás fastidiado esperando un interminable discurso, pero Luisa no agrega nada más. Agarra su cartera y se retira. Héctor medita en las palabras de su esposa en su ausencia. Al regresar los gestos de cariño continúan, Héctor se une a la actitud de su esposa, y comienza él también a hablarle con cariño, con ternura y se podría decir que hasta con amor. Luisa acaricia a su esposo cada vez que puede, le sonríe y coquetea mientras cocina, él se comienza a sentir animado y se une al coqueteo, la comida queda servida y sola por un momento en la mesa. Los esposos han llevado su juego a la alcoba, donde ríen, y se tocan con la misma emoción de su primer encuentro.
Había pasado mucho tiempo sin que Héctor hiciera el amor con Luisa, mucho tiempo sin tocarla, sin sentir su piel, escuchar su respiración y sus gemidos. Y ya hacía mucho tiempo en el que Luisa no tenía sexo. La conciencia de que Héctor le había sido infiel con otra mujer no le había permitido relajarse y aceptar el afecto de su esposo, cada vez que el la tocaba ella se imaginaba que de la misma forma lo había hecho con su amante y detenía todo y así fue como con el tiempo el sexo fue quedando en el olvido. Pero hoy es el inicio de una nueva vida, Luisa se entrega y disfruta con locura de cada caricia. Se miran, sonríen y acarician recordando el amor que solían tenerse, pero como están hambrientos regresan al comedor en busca de la comida que habían dejado allí olvidada.
“Tienes razón en lo que dijiste antes Luisa, una vida en conflictos no es vida, no podemos continuar de esa forma, yo también deseo y estoy dispuesto a que este sea el inicio de una nueva vida, sin tantas peleas, una vida llena de paz y armonía” _ Comenta Héctor mientras come, pero de pronto se detiene, se siente un poco mareado, y tiene una extraña picazón en su garganta, mira a su esposa sin poder emitir un sonido.
“Me alegra que estás de acuerdo amor, yo estoy segura de que así será, desde ahora en esta casa reinara la armonía, no más conflictos, ya no más peleas”- sonríe Luisa, mientras ve su esposo caer al suelo.
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