Caminaba por la calle y vio un perro acostado, sintió miedo porque sabe que los perros muerden, entonces pasó por su lado caminando de prisa y recordó que los caninos perciben tu miedo. Afortunadamente nada sucedió. Iba a una entrevista de trabajo, la cual pensaba que saldría mal, las palabras no lograrían salir con coherencia y solo haría el ridículo, pero lo hizo perfectamente, se expresó con naturalidad y confianza, se sintió muy bien y no solo eso, obtuvo el trabajo. Llamó a sus amistades y pensó que se burlarían por su nuevo empleo y que le recriminarían trabajar en algo tan simple y poco desafiante, pero no fue así, solo recibo apoyo y buenos comentarios. El juicio solo estaba en su mente.
Ya en la noche, se fue a la cama a descansar, pero sin creer que podría dormir, solo daría vueltas una y otra vez producto de un terrible insomnio, ya que ella es así, sufre de ansiedad… pero no fue así, se sintió tan cómoda y a gusto que cayó dormida enseguida.
Vino un nuevo día, el sol brillaba y la brisa refrescaba, ella hacía sus cosas de mala gana, porque en cualquier momento algo podría suceder. Tal vez sus compañeros de trabajo serían pesados y arrogantes, tal vez su jefe sería un abusador. Tal vez le tocaría trabajar horas extras, tal vez podrían despedirla… el empleo no podía ser tan bueno. Pero nada sucedió, y de hecho solo buenas noticias recibió.
Pasaron los días y a pesar de haber tenido una decepción en el pasado, se permitió comenzar a soñar con el amor, como cosa loca sucedió que ella encontró exactamente lo que pensó. Un compañero amable y amoroso a su vida llegó, pero el temor la invadió, en algún momento todo podría terminar, paranoica se puso a buscar, defectos por todos lados. Pero nada podía encontrar, nada tan grave que la hiciera enojar. Luego de varios días de amargura tomó conciencia de que se quejaba sin razón. Se descubrió a si misma buscando de forma exhaustiva la tristeza, buscando excusas para justificarla, buscando fallas en su vida. Se descubrió sintiendo miedo. Miedo a la vida. Pero respiró hondo y sonrió, porque por fin pudo darse cuenta de que lo bueno también sucede. Se desprendió de viejas concepciones y le dio paso a la felicidad.
Si digo que todo marchó perfectamente después de ese momento diría una mentira, ya que cosas malas ocurrieron en su vida, solo que está vez, estaba más agradecida y más dispuesta a disfrutar de la calma y la tranquilidad de cuando nada malo sucede. Cada regalo de la vida fue agradecido y disfrutado en su totalidad, sin que ningún recuerdo del pasado lo pudiera dañar. Ella finalmente pudo apreciar que las cosas buenas en su vida eran más.
Fuente
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Me encantó tu relato mi estimada amiga Sofía!! Suele ocurrir que nos aferramos a la rama del miedo, y no nos arriesgamos a volar, nos aferramos más en vez de optar por el amor y no por el miedo.
No hay razones para tener miedo, no hay motivos externos, el miedo está dentro de nosotros, en nuestra mente y no nos permite ver que en la vida sobran motivos para ser felices.
Tenemos que arriesgarnos a soltar la rama del miedo y caer en el océano de amor que nos espera para ser felices con todo lo que tenemos y no vemos, por miedo!!
Un fuerte abrazo!!!!