Veo como me miras, conozco esa mirada, la he visto antes en otros ojos y siento mucho no poder corresponderte. Siento tus caricias, el trazo de tus pequeñas manos por mi cuerpo y siento no sentir nada.
Siento tus piernas temblar, tu cuerpo sudado contra el mío, tus labios besando mis mejillas, mis párpados, mi nariz, mi frente y siento no sentir nada.
Recuerdo cuando empezamos a vernos, me sentía nervioso, algo ansioso, estando contigo se apagaba una suerte de ruido, pero solo era un placebo. Me entretenía de a ratos, me encanta oírte hablar sobre edificios, la arquitectura del banco central, como la disposición de los pilares permiten la constante entrada de aire y brisa, que mantiene una buena temperatura adentro y los alrededores del edificio.
Mientras yo te contaba de aquel monaguillo quien se quitó la vida por amor en la capilla del calvario y como desde ese dia nadie se ha casado otra vez en ese lugar, de hecho hasta el sol de hoy sigue abandonado.
Pasear por el Teresa Carreño, mientras me hablabas de la fascinación de los 70 por la arquitectura Brutalista. Reconocer de las manos tuyas una nueva forma de ver Caracas, causó una fascinación en mí. gracias a ti no veo los edificios como antes.
Meternos en Cafés extraños o en bares de mala muerte fue una buena aventura, entre viejos prostitutas y una extrema y palpable sensación de peligro que se aminoraba con chistes y risas. La Esq piñango, a la que yo rebautice "peligro por Maria" atravesada a altas horas de la noche como si nada y siempre tuviste razón.
Siempre estuve ausente aunque a tu lado, presente en otra parte, aunque hubo momentos donde honestamente tome tu mano, solo porque quería sentirla cerca, nunca mentí, simplemente no puedo darte lo que esperas.
En otra ocasión me hubiera enamorado de ti, de tu forma de ver la vida, de la perfección que tu vista le da al universo, como para ti todo encaja de esas frases "Si no está destinado a ser, por lo menos va a pasar" de tus extraños playlist y de tu forma de pintar, de tu voz leyendo y explicando de poesía, aunque no lo entendiera quedaba fascinado con verte.
Siempre lo supe, nunca quise admitirlo, pero nunca te podría mirar con esos ojos con que los poetas miran al amor, nunca podría tener para contigo esa intimidad que ya se me ha olvidado cómo mostrar, me esforcé para encontrarte en canciones, en escritos, en mensajes, en buenos días en buscarte.
Ese carácter orgánico que tiene el estar enamorado, como algo que no se puede mostrar de manera consciente porque nace de la nada, como algo innato que tienes o no tienes nunca creció entre nosotros, o al menos no en partes iguales. Ambos estábamos solos, ambos queríamos sentir el calor de otras personas , sentirnos especiales y queridos, en cierto sentido lo logramos.
La sensación uniforme producida por las figuras geométricas de gran magnitud, la frialdad que genera a la vista y al contacto el hormigón armado, produce un rechazo innato debido a la poca familiaridad, sin embargo una vez que la sociedad de apodera de la estructura, ornamentando con luces de colores que iluminan las paredes grises del hormigón, el resultado es completamente diferente, la estructura renace entre calidez y colores que le dan un nuevo matiz, un contraste entre la frialdad del gris hormigón y los ornamentos.
Si no estaba para ser, por lo menos va pasar.
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