Desiree, la niña de un año de edad que iba en brazos de su madre cuando la embarcación comenzó a hundirse.
Era un viaje de diligencias hacia la isla mas cercana. La salud de la niña lo ameritaba. La pequeña embarcación zarpó con mas pasajeros de lo permitido por su tamaño y capacidad. En medio del mar el agua comenzó a entrar por las ventanillas, la madre llevaba la niña entre sus brazos cuando se percató que el bote estaba por hundirse. La madre observa a Desiree, la niña que antes reía presiente el pánico de la madre mediante la expresión de su mirada y suelta gritos de terror. La madre se desespera pensando en la tragedia que estaba por venir.
Como reacción al desespero, la madre comenzó a respirar profundo, se rasgó la ropa, sin soltar a la niña se desnudó frente a todos los tripulantes. Aparece el padre de Desiree, la toma y se lanza al mar para salvar a la bebé, la niña que lo estaba enseñando a amar incondicionalmente. En el mar, con un brazo la sostenía y con el otro intentaba mantenerse a flote junto a su hija. Ya no podía más, había pasado el tiempo, estaba hundiéndose, levantó a la niña con sus dos brazos hacia la superficie como último recurso para salvarla, mientras él se desvanecía y le llegaba la muerte por inmersión.
De repente, el padre abrió los ojos, respiró botando una bocanada de agua salada y tosiendo convulsivamente. Estaba en otra embarcación, había sido rescatado,miró a su alrededor, su esposa estaba allí arropada con enseres de pesca, mirándolo fíjamente, la gente lloraba abrazada, él solo gritó pensando en lo sucedido, Desireeeeeeee.
Aparece un marinero y le dice, aquí está la niña, cuando la levantaste a la superfice, yo la tomé desde mi barco y cuando comenzabas a hundirte, tu esposa te sujetó por el cabello. ¿Estás bien?, ya todo pasó. Es Dios, terminó diciendo.