Will the Korean multinational, with this new equipment, be able to beat Apple and take away Huawei?
Four years have passed. It was March 2013 and Samsung's sales growth was for everything, for example, to launch its new smartphone in the biggest market (New York) of its main competitor (Apple). Its executives said, at the gates of Radio City, late afternoon: it is a message from Korean power, it is a message to the technological world that only sees the iPhone as the most desired. This is Samsung. It is the face of Apple. The reason for his conviction: there were no other big ones in the business at that time like those two players. Neither the historical nor the new made their hands shake.
Now, four years later, after 2016 with 428.5 million cellphones shipped worldwide, according to IDC figures, among all brands, much higher than the 400.7 million that moved in 2015, The largest cake market is divided into three: Apple, Samsung and Huawei. So, as happened in that March of 2013 and after a year touched by the failure of Note7, Samsung had to give a new blow. And he did it again in New York. There, at the Lincon Center, group president DJ Koh introduced the Samsung Galaxy S8, the crown jewel.
Technically they offered a large team, both the 5.8-inch and the 6.2-inch, as they launched the S8 and S8 + (Plus). This is "the new era of smart phone design," said the executive. In essence, it does look good. What they did was extend their screen to the limit, leaving the traditional black border almost nonexistent. They removed the front button, made it "invisible" and what happens is that it activates to the touch. Like the Edge, its display is curved on the sides, the processor improves image display and color contrast, a traditional 12-megapixel camera and the front with autofocus. The memory is 64 GB, external up to 2 TB, 3000 mAh battery and 3,500 for the plus.
But beyond the foreseeable, the attention of the expected assistant who already have others was noticed. The Samsung is called Bixby (the Apple is called Siri) and promises to connect with determinant applications developed by Koreans, such as health or those that link to the smart home, the gateway to the internet of things. It attracts, with many stars in the qualification, the facial recognition, that of the iris - although they already had it with the S4, that changed the screen with just to move the eyes, the fingerprint and the one of turning the phone into a computer of desk. It has an accessory called DeX, it is like a base on which the cell phone is placed and if you have a monitor and a keyboard, the phone becomes the brain and you have your desktop computer. Attract, yes, but will it reach you so that the brand manages to forget the failure of Note7 and, by the way, surpass Apple and take advantage of the growing Huawei?
Versión es Español
¿Podrá la multinacional coreana, con este nuevo equipo, superar a Apple y sacarle distancia a Huawei?
Cuatro años han pasado. Era marzo de 2013 y el crecimiento en ventas de Samsung le daba para todo, por ejemplo, como para lanzar su nuevo teléfono inteligente en el mayor mercado (Nueva York) de su principal competidor (Apple). Sus ejecutivos lo decían, en las puertas del Radio City, caída la tarde: es un mensaje del poder coreano, es un mensaje al mundo tecnológico que sólo ve al iPhone como lo más anhelado. Esto es Samsung. Lo es la cara de Apple. La razón de su convencimiento: no había otros grandes en el negocio en ese momento como esos dos jugadores. Ni los históricos ni los nuevos les hacían temblar la mano.
Ahora, cuatro años más tarde, tras un 2016 con 428,5 millones de celulares despachados en todo el mundo, de acuerdo con las cifras de IDC, entre todas las marcas, monto muy superior a los 400,7 millones que movieron en 2015, la mayor torta del mercado está dividida en tres: Apple, Samsung y Huawei. Por eso, como sucedió en aquel marzo de 2013 y tras un año tocado por el fracaso del Note7, Samsung tenía que dar un nuevo golpe. Y lo hizo, nuevamente, en Nueva York. Allí, en el Lincon Center, el presidente del grupo, DJ Koh, presentó el Samsung Galaxy S8, la nueva joya de la corona.
Técnicamente ofertaron un equipo grande, tanto el de 5,8 pulgadas como el de 6,2 pulgadas, pues lanzaron el S8 y S8+ (Plus). Se trata de “la nueva era del diseño de teléfonos inteligentes”, dijo el ejecutivo. En esencia, sí que se ve bien. Lo que hicieron fue extender su pantalla al límite, dejando el tradicional borde negro casi inexistente. Eliminaron el botón frontal, lo hicieron “invisible” y lo que sucede es que se activa al tacto. Como el Edge, su pantalla es curva en los laterales, el procesador mejora la visualización de la imagen y el contraste de los colores, una tradicional cámara de 12 megapixeles y la delantera con autofoco. La memoria es de 64 GB, externa hasta de 2 TB, batería de 3.000 mAh y 3.500 para el plus.
Pero más allá de lo predecible, llamó la atención la esperada puesta en marcha del asistente que ya tienen otros. El de Samsung se llama Bixby (el de Apple se llama Siri) y promete conectar con aplicaciones determinantes desarrolladas por los coreanos, como las de salud o las que enlazan a la casa inteligente, la puerta de entrada de la internet de las cosas. Atrae, con muchas estrellas en la calificación, el reconocimiento facial, el del iris -aunque ya lo habían hecho con el S4, que cambiaba la pantalla con sólo mover los ojos-, la huella digital y el de convertir el teléfono en una computadora de escritorio. Tiene un accesorio llamado DeX, es como una base en la que se coloca el celular y si se tiene un monitor y un teclado, el teléfono se convierte en el cerebro y listo, tiene su computador de escritorio. Atrae, sí, ¿pero le alcanzará para que la marca logre echar al olvido el fracaso del Note7 y, de paso, supere a Apple y le saque ventaja al creciente Huawei?