Pasa, que vuelve a pasar. Pasa que siempre ha estado ahí y los ojos, los míos, han cambiado la forma de mirarle. Pasa que no tengo palabras. Y exactamente, no es que no tenga palabras, más bien tengo demasiadas, porque a veces la inspiración es tan grande y la explicación correcta tan extensa que nunca acabaría...
Y pasa, aparte de pasar algo, que las palabras bonitas me las reservo para quien me enfoca la mirada.