La ciudad de Bruselas, conocida por su rica historia y su peculiar sentido del humor, alberga no solo una, sino dos estatuas que han capturado la atención y la risa de los visitantes: el famoso Manneken Pis y su contraparte menos conocida, pero igualmente encantadora, Jeanneke Pis.
Jeanneke Pis, ubicada a pocos pasos de la Grand Place, es una pequeña estatua de bronce que representa a una niña desnuda haciendo pipí. Aunque no es tan célebre como su homólogo masculino, Manneken Pis, tiene su propia historia intrigante. La estatua de Jeanneke Pis fue erigida en 1985 como respuesta a la creciente popularidad del Manneken Pis y como un intento de equilibrar las representaciones de género en el corazón de la ciudad.
La historia de Manneken Pis se remonta al siglo XVII, cuando la ciudad de Bruselas regaló la estatua a la noble familia Van der Gracht. La escultura original ha sido reemplazada por réplicas a lo largo de los años, y su presencia se ha convertido en un símbolo icónico de la irreverencia y el espíritu lúdico de la ciudad. A lo largo de los siglos, Manneken Pis ha sido vestido con una variedad de trajes, donados por gobiernos extranjeros y organizaciones, lo que refleja la diversidad cultural de Bruselas.
Jeanneke Pis, en cambio, es una adición más reciente al paisaje urbano, pero no carece de su propia singularidad. La estatua fue creada por el escultor Denis-Adrien Debouvrie y representa la inocencia y la alegría de la infancia. Aunque Jeanneke Pis no ha alcanzado la misma fama que su contraparte masculina, su presencia no pasa desapercibida, y los visitantes a menudo se deleitan con su encanto juguetón.
Ambas estatuas comparten la misma esencia de humor y provocación que caracteriza a la ciudad de Bruselas. A través de la representación de figuras infantiles realizando una acción tan cotidiana pero a la vez inesperada, estas estatuas capturan la esencia del espíritu bruselense: la capacidad de reírse de sí mismo y abrazar la irreverencia como parte integral de su identidad cultural.
