He estado pensando mucho sobre mí últimamente y analizándome, me di cuenta que soy una obsesionada con los aromas, con los perfumes y olores de comida, también con las canciones, ya que me llenan de mucho sentimiento y paso todo el día escuchándolas o cantándolas. Me di cuenta de que tiene una razón y es el hecho de que son las cosas que más me hacen recordar y me pregunto:
¿No hay olores o canciones que les recuerdan a lugares, personas y momentos?
Que perfecto es el cuerpo humano que en su diseño se conectan el olfato y la memoria con el cerebro, porque cada vez que huelo el perfume que usaba mi mamá hace cuatro años recuerdo cuando la abrazaba en el Obelisco de Buenos Aires mientras disfrutábamos de las vacaciones en Argentina, porque cada vez que escucho una canción de mi banda favorita recuerdo mi viaje a España hace dos años, cuando las ponía en la radio mientras estaba de copiloto durante un viaje por carretera al atardecer.
Que perfecto es el cuerpo humano que hace que al percibir el olor del mar hace que recuerde a mi ciudad natal, la cual es costera y siempre tiene ese aroma característico, o cuando escucho en la radio la música folklórica de mi país hace que me de cuenta de cuánto voy a extrañarlo cuando tenga que partir.
Que perfecto es el cuerpo humano que me permite abrazar a la persona que amo, reconocer su característico olor para luego recordarlo siempre, así como también me deja escuchar una canción que me haya dedicado y sonreír.
Que perfecto es el cuerpo humano y que agradecida debo estar con la vida por vivir momentos y viajar a lugares que el olfato y el oído me permiten recordar, pero sobretodo que agradecida debo estar por poder oler, escuchar y VIVIR.
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