Importancia de la actividad física
La actividad física, cualquiera que sea su intensidad, facilita el gasto de energía y, por tanto, ayuda a la dieta
en la reducción de peso. Además contribuye a mantener la masa muscular (y la tasa metabólica basal) que
siempre se pierde, en mayor o menor medida, cuando se realizan regímenes hipocalóricos.
Igualmente mejora la salud en general. Se recomienda realizar entre 30 y 60 minutos diarios de algún tipo
de actividad física aeróbica (de intensidad moderada que ayuda a quemar más grasa). Hay que buscar
actividades físicas que resulten agradables y que se puedan hacer a diario, evitando aquellas que supongan
una carga que en pocos días será difícil de cumplir. Una muy recomendable es el paseo a buen paso
(búsquese compañía y marque cada día un objetivo al que llegar).
Suba las escaleras a pie en lugar de usar
el ascensor. Son sólo algunos ejemplos.
Beneficios de la actividad física
Las personas que se mantienen activas tienen en general menor riesgo de padecer enfermedades
degenerativas, especialmente enfermedad cardiovascular, hipertensión, infarto cerebral, osteoporosis y
quizás también diabetes no‐insulino‐dependiente (Diabetes tipo II, la que aparece en el adulto. Una
alteración metabólica en la que la hormona insulina no es efectiva porque los tejidos son relativamente
insensibles a su acción. La diabetes tipo I, insulino‐dependiente, de aparición en la juventud, se produce
porque el páncreas, encargado de segregar la insulina, deja de hacerlo. En consecuencia, la glucosa
aumenta en sangre y se produce hiperglucemia).
El ejercicio físico realizado regularmente también produce una mayor sensación de bienestar general.
Estudios recientes han puesto de manifiesto la importancia de la actividad física en el control de la
ansiedad, del estrés y en la mejora de la auto‐estima. El ejercicio tiene un efecto antidepresivo.
Los efectos sobre el metabolismo están bien documentados. Las personas activas físicamente tienen
mayores niveles en sangre de HDL‐colesterol. Son también especialmente efectivas metabolizando la
glucosa y controlando su concentración en sangre. La tolerancia a la glucosa (la capacidad del cuerpo para
regular la concentración de glucosa en sangre en respuesta a la secreción de insulina) es mejor hasta 48
horas después de realizar ejercicio.
El ejercicio físico también estimula la formación ósea y ralentiza la pérdida de hueso. La masa ósea de
algunas zonas del esqueleto es significativamente mayor en los atletas que en las personas sedentarias. En
la infancia y en la adolescencia, el ejercicio físico puede aumentar el pico de masa ósea, muy importante
para limitar la posterior pérdida de masa ósea en el adulto. En la pre‐ y postmenopausia, el ejercicio físico
realizado regularmente, puede favorecer el mantenimiento de la masa ósea y reducir el riesgo de fracturas
en la osteoporosis. La osteoporosis es una alteración caracterizada por una baja densidad ósea que
aumenta el riesgo de padecer fracturas en algunos huesos especialmente vulnerables. Se produce con
mayor frecuencia en las mujeres después de la menopausia.