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(Toda obra aquí publicada es de mi autoría)
¡El gran día había llegado! La providencia había designado que fuese en aquellos extensos y verdes campos de las sabanas de Carabobo, justo el día de las fiestas de San Juan Bautista, el cielo azul era adornado por algunas nubes rebeldes, el astro Rey no mostraba clemencia alguna ante los más de 11 mil hombres que se encontraban en aquellas hermosas estepas. Ese día, ese 24 de junio se enfrentarían dos naciones; aquella hija que deseaba ser independiente contra aquella madre que se negaba a dejarla ir.
En el centro de aquella planicie, en una colina no muy alta, se encontraba el Mariscal Miguel de la Torre, quien observaba el campo, su robusta consistencia y sus pómulos sonrojados por el inclemente sol se concentraba en un viejo catalejo, con el que veía en la lejanía al gran Ejército Libertador; veía a la Segunda y Tercera división al mando del General Manuel Cedeño y el Coronel Ambrosio Plaza respectivamente, en frente, sin embargo, no podía avistar a la poderosa Primera División al mando del General José Antonio Páez, mientras que al noroeste, en un cerro al que nombran Buenavista, el alto mando colombiano bajo la tutela del mismísimo Simón Bolívar dirigía los movimientos.
—¡Señor! —Llegó un vigía al sitio donde se encontraba el Mariscal La torre. —Los insurgentes vienen por el norte, intentan atacar por el flanco derecho. —Dijo aquel joven mientras aún jadeaba del cansancio.
—¡Joder, enviad al Burgos, Húsares, Príncipe e Infante! —Ordenó. Las trompetas sonaban dando las ordenes de movilización, el comandante de la Primera División española, Tomás García, se puso al frente de sus hombres, movilizándose aquel gran grueso del ejército del Rey.
El General José Antonio Páez marchaba al frente de la Primera División; portaba un elegante uniforme de húsar rojo con botones dorados, un quepí con zamurito negro y un sable, cosa rara en un hombre que está acostumbrado a batirse a lanzazos. Su división estaba compuesta por los batallones Bravos de Apure y Cazadores Británicos, y 6 regimientos de caballería: Húsares de Páez, Lanceros de Honor, La Muerte, Honor, La Venganza y Cazadores Valientes. Páez había ordenado al Cazadores Británicos detener el avance del Burgos, con quienes mantenían un intenso tiroteo y soportando las cargas de la caballería del Príncipe.
—¡Mi General, mi General! —Decía el Coronel Juan José Rondón al General Páez. —El Bravos de Apure se replegó, los españoles están dando la batalla, me han informao que la legión británica ha perdio a 13 de sus oficiales, Sir Ildeston ha caído en combate, si no los ayudamo, estamo perdios. —Dijo con su acento llanero. Páez se encontraba sereno mientras veía el combate en las lejanías. «A los de la legión inglesa les están dando palo cochinero del bueno, son bravos los ingleses esos del zipote. Debemos hacer algo». Pensaba mientras el tiroteo entre españoles y británicos se intensificaba.
—¡Coronel Rondón! —Gritó Páez—. ¡Ordene a todos los regimientos una carga general! —Páez se colocó su quepí mientras se ponía en marcha. A unos metros de él, se acercaba en su caballo el Teniente Pedro Camejo; un negro fornido, con barba, alto, llevaba una pañoleta en la cabeza y un uniforme rojo.
—¡Deje que este negro vaya primero mi General! —Dijo interviniendo en el cabalgar del General.
—¡Carajo negro, es que usted si es metiche! ¿Es que acaso usted no ve que esta batalla es furiosa negro? ¡Vaya y fórmese con su escuadrón que esto no es pa´cobardes! —Dijo Páez entre regaños y un dejo de burla hacía al Teniente Camejo, quien, como niño regañado volvió a su posición.
—¡Llaneros, los bravos de Apure están siendo derrotados, y los ingleses que luchan en nuestra guerra están soportando como varones! —Proclamaba Páez frente a más de 2500 jinetes. —¡Es hora de entrar en batalla! ¡Recuerden hombres de América, esta es la gran batalla por Venezuela! —Dijo con gran euforia mientras movía su sable al frente, —¡Viva la Patria Carajo, A LA CARGA MIS VALIENTES! —Ordenó con gritos de coraje que hacía años no soltaba, solo comparable con aquel “Vuelvan carajo” de las legendarias sabanas de las Queseras del medio. Una gran alabanza de gritos y hurras se escucharon en aquel sitio.
II
La legión británica se encontraba soportando los violentos embates de los batallones Burgos y Príncipe, sus fuerzas habían sido diezmadas; 17 oficiales, incluyendo a su comandante Thomas Ildeston, habían caído valientemente defendiendo la retirada del Bravos de Apure.
—¡Sire, estamos perdidos, no resistiremos otra carga más! —Dijo el Teniente británico Peter Ferguson al Capitán Henry Watts.
—¡Sigan resistiendo, de aquí no pasarán! —Dijo el Capitán, quien se encontraba con una herida en un brazo.
—¡Nos estamos quedando sin munición Sire! —Dijo otro Soldado desconocido. El Capitán sabía que estaba perdido, solo un milagro les salvaría. Ordenó un nuevo ataque mientras a menos de 40 varas, el batallón realista Burgos se reorganizaba y se preparaba para un ataque fulminante. Funesta escena la que tuviesen que presenciar los británicos al ver que el Burgos recibía refuerzos, el batallón Hostalrich venía en apoyo junto con el Príncipe. El final de los británicos estaba cerca, cuando los anglos habían perdido todas las esperanzas de sobrevivir ante el inminente y arrasador ataque español, un soldado gritó con fuerza.
—¡Sire, allá vienen! —Dijo señalando una pica, la cual llamaban la mona. En aquel lugar, un poco alejado de la posición de la legión británica, el Capitán vio con asombro una enorme humareda de polvo que se levantaba con el viento, de la misma zona, cientos de aves emprendían un vuelo temeroso y, a pesar de los disparos y los cañonazos, los británicos empezaban a sentir un temblor en el suelo, el cual se intensificaba con cada segundo que pasaba. De repente, en aquel horizonte, empezaban a aparecer jinetes, parecían salir de aquella línea lejana que separa el cielo y la tierra; uno, diez, cien, mil… Acompañados por miles de gritos de coraje, sincronizados como aquel coro guerrero que precede a las grandes batallas del tiempo.
«General Páez». Pensó el Capitán mientras las tropas británicas recuperaban el ánimo.
—¡Viene la ayuda, todos a la bayoneta! —Gritó el Capitán con euforia, por momentos olvidaba su herida en el brazo, la cual se hacía mortal con cada segundo que pasaba. Aquellos británicos recuperaban las esperanzas.
—¡Hombres de España! —Exclamaba el T. Cnel Francisco Illas, comandante del Batallón Hostalrich y hombre con mayor jerarquía en aquel componente realista después del Coronel Tomás Garcia. —¡Allá viene el delincuente al que llaman Páez con su masa de forajidos! —Dijo mientras les señalaba con su sable—, ¡pues que sepa que aquí lo recibiremos y le daremos escarmiento a su alma traidora! —Dijo. Los Soldados reales sentían coraje en aquellas palabras, ellos sabían que eran la mejor infantería del mundo, la que derrotó a Napoleón, y no les importaba luchar contra caballería, así fuese esta la famosa caballería llanera. Los españoles posicionaron dos piezas de artillería, los Húsares se dividieron en 3 regimientos posicionados en el flanco derecho mientras la infantería combinada de los tres batallones realistas hacía una larga línea de tiro de a tres hombres en fondo, la primera línea agachada y la segunda en espera. Recibirían a la caballería patriota en pleno, estaban dispuestos a entablar encarnizada lucha, todo o nada…
Continuará….
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Juan Carlos Díaz Quilen
Serie Héroes Muertos
Primero muerto que cobarde (I° parte).
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Hermano tremenda historia, siempre es necesario recordar esos pequeños sucesos que pueden cambiar el curso de toda una Nación por el valor o por la cobardía de un hombre. Esperamos más narraciones así.
Gracias hermano.
excelente relato muy adictivo, esperamos algo con relación a la historia contemporánea de Venezuela...
Gracias amigo, un abrazo
Upvoted ☝ Have a great day!
Done, have a nice day
Lo leo de nueva cuenta y no dejo de sorprenderme. Es como presenciar la batalla, entre la incertidumbre y la emoción. Uno de mis favoritos, definitivamente.
Pero mira a quien tenemos por aquí, que grato encontrarte por este medio @rheannsinclair por esta red social puedes publicar tus dibujos y ganar upvotes, anímate que nos podemos ayudar.
¡Gracias por la bienvenida! Pues ahí voy de a pocos, publicando unos arts viejos, pero espero subir cosas nuevas en estos días. Y por supuesto que contarás con mi apoyo absoluto.
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