Los venezolanos vivimos en una constante "Sentencia de muerte" que se intenta ejecutar apenas ponemos un pie fuera de casa o incluso muchas veces dentro de ella... No permitamos nunca que se diga que no somos ciudadanos luchadores, que no somos trabajadores, que no somos sobrevivientes, pero por encima de todo que no se diga que no somos ciudadanos VALIENTES, pero en MAYUSCULAS, en NEGRILLAS y en VOZ ALTA, porque VALENTÍA es lo que nos sobra para luchar contra esta tragedia tan inmensa, contra el hambre, la miseria humana, la depresión, las enfermedades, la desesperación, la emigración obligada, esa agria sensación de caminar siempre con el viento en contra y la brutal inseguridad que nos arrastra a diario, peor que un desastre natural.
Hace unos días me salve de un robo y una pistola y tengo que dar gracias a dios y las doy mil veces, no era mi día, no me tocaba, a pesar de haberme convertido en la atacante del delincuente, logré salvarme… Si analizamos lo ocurrido, no debí hacerlo ciertamente, me las jugué todas, pero sentí una furia tan grande tan abismal, que imaginé que mil venezolanos decentes iban conmigo, no tuve miedo, sentí furia, sentí indignación, me expuse… y es que acaso no nos exponemos constantemente con solo aceptar vivir en este absoluto deterioro social?... en esa fracción de segundos me preguntaba: hasta cuando, hasta cuándo vamos a permitir que nos siga pasando esto YA BASTA, POR DIOS YA BASTA!!!!!!
Huir de la muerte y la miseria se plantea entonces como un acto legítimo, sin embargo emigrar es una decisión de alta factura, de un quiebre emocional, económico y familiar que a veces resulta desbastador, pero nuestras condiciones de vida se han reducido a la mínima expresión y nos preguntamos: estamos viviendo o estamos muriendo en vida.
Emigrar o quedarse, la gran duda del venezolano...
La misma tragedia quizá?
Se necesita de personas fuertes, para hacer a otros fuertes, estamos perdiendo nuestro recurso más valioso: HUMANOS!!