Una historia puede ser una infinidad de formas y en ellas vertimos los contenidos más diversos que la imaginación nos permita crear. La ficción es la base que nos permite construir historias. No necesariamente contamos cosas que nos han sucedido y se apegan fielmente a la realidad, de ser así no serviría de nada la imaginación. Tampoco escribimos cosas totalmente nuevas ni productos exclusivos de la novedad imaginativa. Elaboramos formulas y estrategias que nos permiten crear historias donde combinamos nuestras vivencias con elementos nuevos que las hacen más llamativas y disfrutables.
La ficción es el gran elemento impulsor de una historia. Para demostrar mi afirmación les haré un corto ejemplo amigos lectores. Podría escribirles un pequeño relato sobre algo que haya vivido o presenciado. Les contaré lo siguiente:
Hace unos años mientras visitaba a mis abuelos en su granja pude ayudarlos con sus tareas diarias. Era una granja bonita y llamativa con muchos rincones que conocer. Esos días fueron soleados y calurosos. A cada momento nos sorprendían los sonidos de la fauna silvestre que la visitaban constantemente y dentro de ese grupo resaltaban las innumerables y coloridas aves con sus cantos alegres. Durante el día hacíamos muchas labores divertidas como cuidar y alimentar a los animales de la granja. Entre esos animales había una peculiar gallina que cacareaba frecuentemente y era muy ruidosa. Un día la seguí hacia el gallinero y desde un rincón apartado la observé un buen rato hasta que puso un huevo. Me emocioné mucho por lo novedoso del momento para mí. Luego me fui a la habitación hasta que llegó la noche y al día siguiente mi abuela, que era una mujer muy cariñosa y sencilla hizo un delicioso omelet con los huevos que recolectó.
Mi relato no fue particularmente novedoso ni llamativo. La historia no es original, es cotidiana y ordinaria. Pero hagamos uso de elementos ficcionales para aderezarla y veamos sí funciona mejor:
Hace unos años visité a mis abuelos en su granja. Era un sitio con un halo misterioso donde un silencio reiterativo parecía ser cómplice de cosas ocultas. Una tarde nublada, mientras paseaba por sus rincones sintiéndome un poco nervioso, visualicé a una gallina que cacareaba de forma muy extraña y comencé a observarla. Parecía tener serios problemas para caminar, así que la seguí hasta el gallinero detallándola desde las sombras. Escondido detrás de un árbol la miré mientras pujó un largo rato. Después de unos dilatados minutos se levantó nuevamente y salió. Para mi completa confusión, en su nido, pude apreciar aquel asombroso acontecimiento, como si aquella ave poseyera antiguos poderes alquimistas había dejado sobre su nicho un reluciente huevo de oro, tan brillante y macizo que me era imposible dejar de mirarle. De la nada apareció mi abuela. Mientras murmuraba algunas cosas caminó directamente al gallinero, vio el huevo, pero lejos de sorprenderse lo tomó con premura entre sus manos y lo llevó a un pequeño cobertizo en el patio donde lo lanzó sobre decenas de huevos de oro. Aquel deposito era el recipiente de un tesoro indescriptible que a pesar de lo sombrío del día brillaba con una incandescencia escalofriante.
Muchas veces nos vale más contar lo extraordinario por sobre lo ordinario porque con ello sacamos al espectador de su espacio de confort y al conseguir su atención lo adentramos de cuerpo y alma dentro del mundo que creamos para él.
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El arte de contar historias es el arte de la imaginación. Los relatos cortos como los cuentos o las historias largas como las novelas se fundamentan en el uso de la ficción. Por más que un autor nos garantice que sus relatos son enteramente apegados a la realidad, nos es imposible aceptar tal afirmación porque siempre estará presente el elemento ficcional y extraordinario para enaltecer su historia. Además, siempre que contamos algo que nos pasó en la vida nos es muy difícil recordar el cien por ciento de lo vivido. Nos faltará recordar algún detalle relevante y tendremos que llenar esos baches de la memoria con nuestra imaginación. Es imposible que seamos Funes el Memorioso y recordemos absolutamente todo.
Cuando decidan contar una historia sean creativos, imaginen con libertad y dejen que sus ideas fluyan como la corriente caudalosa de un impetuoso y profundo río. Mezclen sus elementos de vida y al anexarle otros creados para la ocasión sean bondadosos y no se limiten. Pero háganlo con buen gusto y respeto por las Letras porque entre líneas y formas podremos ser capaces de incluso crear literatura. ¿Quién dice que es imposible crear historias de gran calidad literaria para nuestros Blogs de Steemit? Muchos de los que he leído tienen autores con un talento notable para escribir y contar historias.
Amigo lector, espero que mi corta reflexión les ayude de algo para incentivarlos a usar su creatividad. Poco a poco iré subiendo más reflexiones sobre el tema para compartir mi experiencia con ustedes y a la vez aprender de los comentarios que hagan sobre los temas.
Saludos cordiales.
Excelente post
Hola @letraviva!!
Me gusto desde tu nombre de usuario hasta el último párrafo que escribes. De verdad que podemos hacer de un hecho cotidiano convertirlo en un evento extraordinario, donde podemos trasmitir lo mágico que puede ser la vida si lo miramos desde el punto adecuado.
Excelente trabajo, Saludos!!
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Muchas gracias, excelente tu post! te sigo.