Caracas, Venezuela
2018.10.08
Autor: Marcos Mora
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Este artículo es en conmemoración de los 80 años de fundada la Escuela de Economía de la Universidad Central de Venezuela. Pues actualmente curso esa carrera.
Es una entrevista hecha por Victor Abreu en 2008 (hace 10 años) a Enrique Tejera, egresado de la primera promoción como economista, quien de inmediato pasó a dar clases y en olo otros 4 años se convirtió en el primer director de la escuela.
Reproduzco verbatim estas letras originalmente escritas por el entrevistador en una nota de facebook para poder leerlas en el formato de Steemit que es más grande y despejado para no forzar los ojos con la pequeña letra de facebook (de hecho llevo solo la mitad leída) y por supuesto para que otros podáis leer esta interesante historia de como nace una facultad entera junto con la propia escuela: la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales.
INTIMIDADES DE UNA INCIPIENCIA. CONVERSACIONES CON ENRIQUE TEJERA PARÍS
Este mes de octubre [2018] la Escuela de Economía de la UCV cumple 80 años de fundada. Reproduzco una entrevista que le hice hace 10 años a Enrique Tejera París, egresado de la primera promoción de economistas de la UCV y del país (1942) y primer director de la Escuela.
Un reducido grupo de calificados abogados decidió establecer una escuela de economía y ciencias sociales sin contar ellos con una formación especializada en esas áreas. Entonces, un profesor impartiría clases de historia de la economía auxiliándose con resúmenes elaborados por dos alumnos, de unos libros que además éstos le prestaban. Otro docente dictaba contabilidad basándose en la Enciclopedia Espasa. Los jóvenes cursantes se proveían de textos provenientes del exterior, que llegaban en barcos que torpedeaban durante la guerra. Originalmente no fue vinotinto sino morado el color que distingue a la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales (FaCES) de la Universidad Central de Venezuela (UCV) y a las áreas de conocimiento que en ella se cultivan. El sello de la UCV en el siglo XIX lo volvió a utilizar la Escuela de Economía en el XX y de allí se extendió su uso a las otras facultades. Estudiantes como Maza Zavala, Luis Pastori, Bernardo Ferrán y Francisco Mieres, participaron en una huelga para resistirse a la mudanza de la escuela, de la esquina de San Francisco a los terrenos de lo que fuera la hacienda Ibarra y luego será la Ciudad Universitaria de Caracas.
Estas y otras intimidades, sorprendentes y reveladoras, nos las desveló Enrique Tejera París, egresado de la primera promoción de economistas de la UCV y del país (1942), en entrevistas que nos concediera el 21 de junio y el 5 de julio de este año. El sitio convenido para los encuentros es el lugar donde reside. Se llama La Fronda, como aquel movimiento francés contra el absolutismo. No nos decepcionó cuando nos hizo saber que ese no era el motivo del nombre sino la frondosidad de los árboles de la zona, porque ambas posibilidades dan cuenta de una formidable aspiración de libertad.
En los anaqueles de su vasta biblioteca y sus varios estudios, pudimos reconocer, entre tantos títulos de economía y descontando los de otras disciplinas, la Teoría General de John M. Keynes, la Guía de Keynes de Alvin Hansen y una edición del voluminoso texto introductorio de Paul Samuelson, el más utilizado en todo el mundo. Espontáneamente nos obsequia Teoría y realidad económica, del famoso profesor A. C. Pigou, un viejo libro que registra las huellas del trabajo minucioso de quien hasta hace poco fuera su poseedor. La fecha escrita debajo de su firma es 1943, es decir un año después de graduado.
Apenas obtuvo el título de Licenciado en Ciencias Económicas y Sociales a Tejera París le tocó dar clases en la escuela que todavía seguirá dando sus primeros pasos. Fue nombrado por el Ministerio de Educación, como se procedía en aquella época. La materia que le asignaron fue Geografía Económica, que heredó de Ernesto Peltzer por recomendación del insigne alemán. Tejera apenas contaba con 23 años de edad. Estudiaba frenéticamente y se proveía por su cuenta de alternativas bibliográficas pertinentes, como lo había hecho cuando estudiante para resarcir las insuficiencias de la instrucción que recibía en un pequeño centro de estudios bajo la égida de excelentes abogados aficionados a la economía. Para preparar sus clases solicitó que le enviaran de Estados Unidos varios libros sobre geografía económica y unos mapas que mantenía desplegados en su cuarto.
Su afecto por los mapas seguramente creció cuando el devenir le encomendó cumplir importantes responsabilidades diplomáticas. Ahora, también la pared de la escalera que lleva a la biblioteca del piso superior de su casa está tapizada de mapamundis, dominándolos un detallado mapa de Venezuela. Aquéllos no corresponden a tiempos remotos. Son recientes. Así lo constatamos rápidamente al ver, por ejemplo, que ya no existían la Unión Soviética ni las dos Alemania.
Tras encarar satisfactoriamente su primer reto docente, el Ministro de Educación Luis Beltrán Prieto Figueroa le encomendó dirigir la escuela a tiempo completo. Corría el año de 1946. La originaria Escuela Libre de Ciencias Económicas y Sociales de 1938 ya se había convertido en Facultad en 1941, y el departamento de economía se convirtió en Escuela de Economía -nombre con el que se le reconoce hasta el día de hoy- en 1946, siendo su primer director Enrique Tejera París. En su gestión promueve una intensa reforma que empezará a ejecutarse al año siguiente.
“UNA ESCUELITA DE ECONOMÍA CREADA POR ABOGADOS”
“Farsa benévola”, nos dijo varias veces Tejera París. Al principio, no pudo menos que desconcertarnos aquel apelativo que nuestro entrevistado emplea para describir los primeros años de los estudios de economía en la UCV. Tiene que impactar a quienes nos aprestamos a celebrar con alguna emoción y orgullo institucional siete décadas de existencia. Ciertamente, a la distancia del tiempo, las conmemoraciones nos remiten automáticamente a una génesis idílica. Es la pauta reverencial. Pero la historia, en este caso de una institución, tiene entretelones que aquella pauta reverencial ignora. Entretelones no tan ejemplares y recordables en periódicos actos solemnes, pero muy necesarios y útiles a la hora de reconstruir con procurada fidelidad y rigor lo que somos.
Con su testimonio directo y franco, Tejera París sostiene sin ambages su visión y su versión: lo que después será la Escuela de Economía fue creada por unos competentes abogados que podían ostentar cierto conocimiento de economía poco más que superficial. Pero cuando Tejera recuerda y dice “farsa” no lo hace con acritud, sino sonriente. “Era casi cómico” precede una nueva anécdota. Y con “fue un golpe de audacia” suaviza la carga del recurrente apelativo, aunque las audacias pueden llevar a realidades muy buenas o deplorables. Al cabo resultó benigna y ahora estamos celebrando 70 años.
Cuando se abre la Escuela Libre y Tejera ingresa en ella, llevaba dos años cursando en la Escuela de Derecho. Sus principales profesores fueron los mismos a los que había oído en sus estudios de ciencias jurídicas, y sus nuevas clases un verdadero remake.
“La Facultad –asegura- era sólo un ensayo de escuela, que fue formada por cuatro o cinco abogados que tenían poca idea de economía. Sólo tenían idea Uslar Pietri y González Gorrondona. El doctor Uslar era un magnífico, un brillantísimo profesor, un gran expositor, de economía para los abogados, pero no de teoría económica. Casi todos los profesores, además, eran de la Escuela de Derecho. De modo que José Padrón Irazábal y yo nos pudimos graduar al mismo tiempo de economistas y de abogados, porque ochenta por ciento de la carrera de economía ya lo habíamos sabido de Derecho. Finanzas, Derecho Administrativo, Derecho Constitucional... Casi todo era derecho. Pero para los otros cursantes sí era novedad”.
- ¿Era escaso el contenido de economía?
- De economía no había sino Economía I y Economía II que daba el doctor Uslar Pietri y que era una repetición de la cátedra que nosotros como estudiantes de derecho (Padrón y yo, los demás sí estaban estudiando por primera vez eso) oíamos con el doctor Uslar Pietri…
- ¿Cómo era una clase con Uslar Pietri?
- Uslar Pietri era como una esponja. Él absorbía conocimientos y los sabía divulgar del modo más claro e interesante.
- ¿Recuerda algún texto de economía por el que estudió?
- El texto de economía que nos dieron en los dos primeros años, que era el mismo de la Escuela de Derecho, fue el de P. Reboud. En esa época se estudiaba en francés, no había textos en español, pero también tuvimos libros en inglés.
Con el tiempo, los estudios de economía se irán sofisticando y consolidarán un campo propio indisputable, a veces tan exclusivo y tan ajeno a otras consideraciones que no pocos se lo objetan. En la UCV nacieron estrechamente emparentados con las “ciencias sociales”. Le preguntamos a Tejera el porqué. “Era con ciencias sociales –insiste- porque la misma materia de sociología que había en la Escuela de Derecho que daba el profesor Benítez, la daba él mismo en la Escuela de Economía. Él era un abogado muy distinguido, un académico, pero abogado. Después, siendo director, invitamos al profesor George Hill, de la Universidad de Wisconsin, y a la profesora Hill, su esposa, para fundar la Escuela de Sociología, con un enfoque menos de ‘sociología descriptiva’ y más de ‘sociología aplicada’…”.
Obviamente, no es un desdén hacia los profesionales del derecho el que expresa este abogado, Doctor en Ciencias Políticas, y que se mantiene en la actualidad como docente en el campo del Derecho Constitucional en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la UCV, en los niveles de pre y postgrado, incluyendo el doctorado. Persigue ubicar en sus peculiaridades los orígenes de nuestra Escuela de Economía.
ANTES Y DESPUÉS DE PELTZER Y MOLL
Tejera París valora mucho la llegada del alemán Ernesto Peltzer a Venezuela y su pronta incorporación como profesor. Asimismo la del suizo Roberto Moll. A su juicio, con ellos mejoró sustancialmente la calidad de la escuela. Peltzer comienza a dictar sus clases de economía cuando la Escuela tiene dos años de funcionamiento. Utiliza su cátedra sobre geografía económica como excusa para enseñarles economía a unos jóvenes a quienes no les costaba mucho exhibir no muy copiosos conocimientos de la disciplina. Por su parte, Moll se incorporará impartiendo política económica. Nuestro entrevistado también reconoce apreciadamente las enseñanzas de Ricardo de Shelly Hernández, su profesor de estadística. “Con ‘d’ minúscula, porque era noble, aunque nacido aquí”, acota bromeando Tejera París. Todo ello contrasta con otros casos que nos da a conocer y que nos resultan casi pintorescos.
“Esa escuela era una farsa benévola –asevera-, porque nosotros no estudiamos economía, sino cuando llegaron el doctor Peltzer y el doctor Moll. Cuando llegó el doctor Peltzer no había manera de devolvernos a nosotros a primer año, Él nos dio por primera vez Geografía Económica… Cuando el doctor Peltzer se dio cuenta de que nosotros éramos de una ignorancia profundísima en materia de teoría económica, convirtió la clase de Geografía Económica en una clase de teoría económica al día. ¿Cómo lo hizo siendo alemán, tan cuidadoso? Tomó la teoría de la localización y nos dio economía alrededor de ella, y ahí es que empezamos a aprender economía. Peltzer me dio el libro de Thor Palender, Beitrag zur Standorts Theorie (Contribución a la teoría de la localización). Estaba en alemán. Yo tenía conocimientos del idioma porque tenía un profesor de alemán... Peltzer también usaba el libro de Marshall (ETP se refiere a Principios de economía, de Alfred Marshall) y el de Böhm-Bawerk, entre otros”.
- La ciencia económica, sobre todo desde la formulación neoclásica, tiene un componente matemático muy importante. ¿Cómo se las arreglaron con las matemáticas? ¿Estudiaron matemática como tal?
- Matemática como tal no estudiamos, pero acuérdate de algo: nosotros veníamos en esa época, todos, todos los que estábamos ahí, de un bachillerato en que se estudiaba aritmética razonada, álgebra, geometría, trigonometría y topografía y lógica. Eso era otra cosa… El texto de Reboud por el que comenzamos a estudiar economía los dos primeros años tenía algo de matemática, por supuesto, pero muy poco… Antes de ver clases con Peltzer la única introducción matemática que tuvimos fue con el profesor de Schelly Hernández, que era Director de Estadística Vital del Ministerio de Sanidad y un excelente estadígrafo. ¡Ese sí nos enseñó estadística! De no ser por la cátedra de estadística poco nuevo había para los que estudiábamos derecho.
- ¿Y ustedes veían todo lo que se estudia generalmente en una cátedra de estadística de una escuela de economía: estadística descriptiva, probabilidades…?
- Ahí sí, ahí sí… Como te dije, esa fue la única introducción matemática que nosotros tuvimos aparte de lo que traíamos de bachillerato, que era bueno, ¿ah? Además, yo venía estudiando en el Pedagógico, que se creó en 1936, y estudiaba ahí la especialidad de Historia y Geografía. Me gané por concurso ser ayudante del Laboratorio de Psicometría, en el que hacíamos muchos tests mentales. Después anularon el primer año que nosotros estudiamos porque el gobierno resolvió que la primera misión chilena que vino a formar el Pedagógico era comunista, que no era en realidad. Entonces abrieron la Escuela de Economía y ante eso yo decidí meterme. Y abrieron en el Ministerio del Exterior la Escuela de Servicio Exterior y me inscribieron, junto con Luis Cabana y otros más, pero me quedé en Economía… Ahora, volviendo a la pregunta anterior, la incidencia matemática en la economía la empezamos a ver con Peltzer a través de sus esfuerzos para enseñarnos economía. Todo eso con el pretexto de la teoría de la localización. Lo que él nos dio fue Economía I, prácticamente.
- ¿Y estudiaban microeconomía y macroeconomía…?
- Ah, eso sí, claro… Hasta ahí no había llegado la cosa. Uslar Pietri nos había enseñado que había microeconomía y había macroeconomía…
- En el plan de estudios por el que estudió figura Historia de la Economía y de las Doctrinas Económicas. ¿Cómo la vieron?
- Historia de la Economía nos la dio un abogado, Ramón Hernández Ron…
- Uno de los fundadores…
- Uno de los fundadores. Él había estudiado en la Escuela Libre de Ciencias Políticas de París. No había estudiado economía sino ciencias políticas y había visto economía como una de las materias. Sabía muy poco de historia de la economía. Yo acababa de regresar de Francia de vacaciones y había traído libros de historia de la economía. Él me pidió prestado a mí, su alumno, los libros para él darnos clase. Era muy buena persona y muy generoso, y me nombró “asistente” de Historia de la Economía. Entonces yo le preparaba junto con José Padrón unos resúmenes que nosotros hacíamos, y al mismo tiempo que estudiábamos nosotros, estudiaba Ramón y daba sus clases, aunque al año siguiente sabía más que nosotros.
- Muy cooperativas las relaciones entre profesores y estudiantes, sin duda. ¿Pero mientras la institución se irá enrumbando hacia una genuina escuela de economía no se registraron casos mayormente escandalosos?
- Bueno…, hubo un caso peor: el del profesor de contabilidad. Otro abogado, un tachirense muy locuaz, como son muchos tachirenses. Él le pidió a José Joaquín (González Gorrondona), al decano, que lo nombrara en algo. No podía dar economía, no podía dar estadística, ¡no podía dar nada! Además había sido un estudiante muy corriente, pero era muy simpático. Lo nombraron profesor de contabilidad. Él lo que nos dio fue historia de la contabilidad, basándose en la Enciclopedia Espasa, pero no logró entender ni enseñarnos a nosotros qué era un balance ni cómo funcionaba. Se quedó con la parte que como buen abogado entendió de la enciclopedia y nos dio durante un año la historia de la contabilidad. Y cuando no tenía nada que decir se las arreglaba no yendo a clase. De modo que nosotros tuvimos en el año como seis u ocho clases de contabilidad…, de historia de la contabilidad. Una vez alguien me preguntó cómo usted sabe tanto de historia de la contabilidad. ¡Pues por mi profesor… y la enciclopedia!
- ¿Tiene algo en contra de la Enciclopedia Espasa?
- ¡La Enciclopedia Espasa es muy buena! Son aproximadamente 100 tomos. Te confieso que la revisé toda página por página y me detenía a leer cuando algo me causaba un interés especial. Eso lo hice desde los 12 años hasta que me gradué, hasta los 23, cuando vivía en la casa de mis padres.
- Muy curioso el caso de su profesor de contabilidad. ¿Cuándo empezó a dictarse contabilidad propiamente dicha en la escuela?
- En la escuela reformada, siendo director, puse a dar clases al señor J. R. Espada, que sí sabía. Él tenía una academia donde enseñaba a nivel muy técnico. Creo que era puertorriqueño o había estudiado en Puerto Rico y tenía formación contable norteamericana… Lo cuestionaron porque no era doctor, pero yo lo puse a dar clases.
- Y usted también tuvo que saber algo de contabilidad, dado que después hizo un postgrado en moneda y bancos…
- Sí, pero yo no aprendí contabilidad cuando estudiante. Lo que aprendí lo estudié por mi cuenta. Yo tengo ahí (en la biblioteca) unos de libros de contabilidad que compré después, pero no creo que saldría bien en un examen.
- ¿Estudiaron contabilidad nacional? ¿O contabilidad social, como también se le llama?
- ¡No, chico, ¿no te estoy diciendo que aquello era un cuento?! Lo que supimos de contabilidad nacional nos lo enseñó el doctor Peltzer…
- Amén de lo que les enseñaba Peltzer y siendo usted tan consciente de las carencias en la formación que recibían, ¿cómo trató de suplir esas deficiencias?
- Tenía una regla peculiar. Durante la guerra el correo funcionaba muy bien. A veces no llegaba. A veces los libros llegaban mojados, porque al barco lo habían torpedeado y el incendio tuvieron que apagarlo y se había mojado el correo. Pero de resto funcionaba muy bien. Entonces a mí me llegaban los catálogos de las editoras de Estados Unidos. Yo buscaba todos los libros que costaban, si mal no recuerdo, menos de un dólar las cien páginas, calculando que si el libro salía a menos de un dólar las cien páginas era que tenía mucha popularidad y se vendía mucho. Y la economía de escala, eso sí nos lo había enseñado Peltzer, abarataba. Así me llegó el libro de Marshall… Casi todos eran libros de texto. Nosotros, todos, éramos autodidactas, porque no es que éramos ignorantes. Nosotros estudiábamos por nuestra cuenta, porque una vez al año te preguntaban lo que sabías.
- ¿Todos hacían lo mismo?
- Bueno, por lo menos los que hablaban otro idioma. Los doctores Peltzer, Moll y de Shelly nos recomendaban libros en inglés o en francés. Más que todo en inglés porque la guerra había trancado el acceso a libros que venían de Francia. Pedíamos libros de Estados Unidos y como te digo el correo funcionaba muy bien, a pesar de que hundían barcos… Yo no era el único que pedía libros. Hubo otros compañeros que también estudiaron muy bien y fueron excelentes economistas y lo probaron como ministros, directores y negociantes muy buenos…
- ¿Recuerda a algunos de ellos?
- Lástima que no tenemos la lista aquí… De mi grupo recuerdo a Salvador Lairet… De los que entraron al año siguiente…, a Ortega, que fue gobernador de Miranda. Ambos trabajaron mucho tiempo en el Grupo Mendoza…
- Eugenio Mendoza es emblema del empresario nacional de los inicios de esta etapa contemporánea…
- Sí y era un formidable descubridor de talentos…
- De los que estudiaron con usted, ¿Cuáles otros se destacaron?
- Muchos de esos… Los que vinieron en el segundo año, repito, también eran muy buenos y ahí se encontraban casi todos los que trabajarán en el Banco Central. Ya los que estaban en segundo año, incluyendo a Mayobre, fueron alumnos míos, porque al yo graduarme, ellos entraron al tercer año de la carrera, al que correspondía mi materia. Algunos de ellos eran mayores que yo. José Antonio (Mayobre), que era mi amigo fraternal, me llevaba seis años…
- ¿Aquellos exámenes de economía que tenían una vez al año, eran tan exigentes como los de derecho?
- En Derecho yo no era nadie, sólo un buen estudiante. Tuve que estudiar derecho sistemáticamente y con mayor esfuerzo, porque esa era una facultad implacable, era dura. Los exámenes eran aterradores... Los exámenes de economía con unos profesores que nos pedían prestados los libros a nosotros, tú comprenderás cómo eran…
- No deja sorprender y de tener cierta gracia los orígenes de la facultad y de la escuela…
- Era casi cómico lo de los fundadores. Todos venían del derecho. Era como un grupo de médicos muy bien intencionados que hubieran querido fundar una escuela de ingeniería. Todo médico puede saber de ingeniería lo que vio cuando construyeron su casa…
- Además de no carecer de cierta gracia, fue una iniciativa arriesgada, aunque a la larga haya resultado…
- Era un golpe de audacia bienintencionado. Pero ellos habían estado en la Escuela Libre de Ciencias Políticas de París y crearon una escuela libre de ciencias económicas y sociales aquí. Claro, no le podían ladrar en la cueva a la Escuela de Derecho creando una escuela libre de ciencias políticas, porque eso no se lo admitían, porque se suponía que la política se resumía en el derecho y se ejercía en el Estado, y el Estado se manejaba por el derecho.
- ¿A qué viene el término de “escuela libre”? ¿Por qué “libre”?
- Una “escuela libre” en Francia quiere decir una escuela puesta por particulares, que no pertenece al Estado. La única cosa es que no pueden ponerla de derecho, ni de medicina, ni de ingeniería, y de no sé qué… Entonces tenían que ponerla de algo que no existiera…
- En nuestro caso, la diferencia está en que esa escuela “libre” contó con los auspicios del Estado…
- Sí, al año de fundada.
PROFESOR, DIRECTOR Y REFORMADOR
Originalmente no fue vinotinto sino morado el color que distingue a la facultad y a las áreas de conocimiento que en ella se cultivan. Hoy en día el morado corresponde a los estudios de odontología. “Pero en ese momento –nos relata Tejera París- no había Facultad de Odontología, eso era una escuela de la Facultad de Medicina. Cuando nos tocó graduarnos, se nos pregunta a Padrón, a Hueck y a mí, de qué color iban a ser las cintas de las medallas. Nosotros dijimos bromeando que como la economía era mitad derecho y mitad ingeniería, por las matemáticas, entonces tenía que ser la mezcla de rojo con azul, y por tanto morado. Además, en ese momento la cinta que se conseguía más fácil era morada. No se nos ocurrió otro color.” ¿Quién les preguntó?, averiguamos. “El rector, el doctor Castillo, que era médico”. Ante la extrañeza que mostramos porque los graduandos tuvieran la potestad de escoger el color, nuestro personaje asegura: “Es que había una gran camaradería, en esa universidad tan chiquita…”.
“Lo que tú no sabes tampoco –continúa revelándonos nuestro entrevistado- es que el sello que tiene la universidad ahora se lo volvimos a poner inicialmente en Economía. Hasta el momento en que me nombraron director, todos los papeles de la universidad decían ‘Estados Unidos de Venezuela, Universidad Central’, y tenían el Escudo Nacional. Con el concepto de que éramos autónomos, yo volví a utilizar el sello de la universidad del siglo XIX, que tiene una lámpara, unos libros, un tintero… Ahora, no sé cuándo pasó el sello a otras facultades, pero salió de ahí de la Escuela de Economía”.
El relato de Tejera aporta abundantes y llamativos elementos generalmente desconocidos. Aparte de las anteriores curiosidades, en cierta medida desmitifica. Hace más humana y falible la historia de la institución. La llena de matices y perspectivas nuevas. Como protagonista su versión es imprescindible. Lo sabe y le interesa. Ninguna interrogante lo toma por sorpresa. Toda remembranza, toda anécdota, acude a él con una inmediatez asombrosa. Habiendo transcurrido tanto tiempo, impresiona la fluidez y contundencia de su verbo y sobre todo la claridad de sus conceptos, como quien no está improvisando nada de lo que dice.
En efecto, tuvo que ordenar sus ideas para lo que sería el primer tomo de sus memorias, La formación de un caraqueño, que le publicara la Editorial Planeta, cuyo capítulo XV dedica a los orígenes de la facultad. Nos lleva a su escritorio, nos suministra fichas y nos invita a anotar la referencia. No nos lo obsequia porque es el único que tiene, nos dice. Sí nos regala y dedica unas “semi-memorias”, Venezuela y el Dios de los borrachos, su más reciente publicación. Tejera París contraviene aquel aforismo de Oscar Wilde que dice que alguien que escribe sus memorias es porque está perdiendo la memoria. Continuamos indagando.
- Usted comenzó siendo profesor de Geografía Económica…
- Sí. En julio de 1942 nos graduamos Padrón y yo, Summa Cum Laude. Nos graduamos de abogados y de economistas al mismo tiempo. Asimismo obtuvo el título de Licenciado en Ciencias Económicas y Sociales Luis Hueck. Nosotros tres nos graduamos antes porque habíamos eximido el examen integral que se hacía al final... De modo que para septiembre era posible nombrarnos profesores. El doctor Peltzer me recomendó para que lo sucediera en la cátedra de Geografía Económica y entonces él tomó Economía I. Ahí comenzó a mejorarse la facultad, antes de mi reforma. Padrón Irazábal entonces entró a dar Hacienda Pública, y Hueck también entró como profesor… Así fue que los primeros tres economistas que nos graduamos inmediatamente fuimos contratados en septiembre del 42.
- Cuando asume la cátedra de Geografía Económica, ¿sigue en la onda de la teoría de la localización de Palender?
- Sí, pero no tanto como el doctor Peltzer. Primero, porque yo sabía muchísimo menos que Peltzer. Entonces, bueno…, imagínate tú, yo tenía 23 años. Segundo, porque yo había pedido una serie de libros de geografía económica a Estados Unidos e incluso unos mapas que puse en un cuarto que tenía… Yo también había estudiado un año en el Pedagógico, Historia y Geografía, como te conté.
- ¿La única materia que usted dictó fue Geografía Económica, allí en la escuela?
- No, no…, yo después fundé la cátedra de Administración Pública…
- Dentro de la Escuela de Economía…
- Dentro de la Escuela de Economía… Y la Escuela de Administración. Porque ese era el problema más grande que tenía Venezuela en ese momento… y sigue siéndolo.
- Cuando luego se encarga de la dirección de la escuela en 1946, ¿qué iniciativas emprende para modificar unos estudios que en conjunto consideraba deficientes, a pesar de los aportes de Peltzer y Moll?
- En 1946 hubo una ruptura brusca. Yo no fui sino un primus inter pares. De lo que soy responsable es de haber hecho la facultad y todas las demás escuelas. La reforma de los estudios de economía comenzó con un trabajo que presentó el doctor Peltzer, que lo discutió con nosotros y lo convertimos en la creación de la moderna Escuela de Economía, con un pensum totalmente nuevo. La reforma del pensum se dio al año siguiente, en 1947.
- Fueron años importantes en la historia de la escuela…
- 1946, discutiendo el trabajo de Peltzer, creando los departamentos y todo eso… Además, la escuela se mudó. Como los ingenieros eran ingenieros, arreglaron el trapiche de la hacienda Ibarra y a allí se pasó la Escuela de Ingeniería, que era una sola escuela. Después abrieron Arquitectura… Yo di clases ahí en Ingeniería, de economía para ingenieros… Entonces, al año siguiente, ya habían terminado unos galpones especiales para la Escuela de Ingeniería, y yo mudé la Facultad de Economía a esos galpones y me hicieron una huelga…
- ¿Quiénes?
- Los estudiantes, que eran Maza Zavala, Luis Pastori, Bernardo Ferrán, Francisco Mieres…, todo ese grupo, porque dijeron que eso era una cosa espantosa, porque quedaba muy lejos. Entonces Pastori declaró a la prensa que a él lo llevarían muerto o en camilla pero que nunca iría a clases en la hacienda Ibarra. Por supuesto a los cuatro días todos estaban ahí, porque o iban o no iban. Entonces yo en broma cuando llegó Pastori le dije: ¿te trajeron en camilla?... Yo los quiero mucho a todos ellos. Hasta hace dos años, prácticamente toda la directiva del Banco Central habían sido alumnos míos, pero seguramente saben más que yo.
- ¿Recuerda al grupo de nuevos estudiantes que le tocó recibir por primera vez siendo director y que se formarían como economistas en una escuela ya reformada?
- Sí, cómo no. Esa era el grupo en el que estaba Pastori… Creo que también Rangel Crazut, quien llegó a ser decano de la facultad. Recuerdo mucho a Pedro Miguel Pareles y a la que después sería su esposa, Sarah Orestes. ¡Brillantes estudiantes!… Ese primer grupo que ingresó resultó de una especie de concurso que hicimos para escoger a 30, los mejores, ya que esa vez tuvimos más de 50 aspirantes y eso era mucho para la cantidad de economistas que se necesitaba en ese momento. Yo creo que hoy se gradúan más economistas que los que se necesitan.
- ¿Hasta qué año fue director de la Escuela de Economía?
- Hasta 1948, cuando derrocan al presidente Gallegos y nos destituyen de la universidad a todos los que habíamos firmado un documento contra el nuevo régimen.
Primer inciso. Permítasenos hacer dos incisos antes de seguir reportando nuestros encuentros con Enrique Tejera París. Revisamos alguna prensa de aquellos días en que nuestro personaje dirigía la escuela. Efectivamente, los órganos periodísticos recogen el impasse con los estudiantes por la mudanza al trapiche de la hacienda Ibarra, o al trapiche de la Ciudad Universitaria, como también se le llamaba. “Creo que este es un problema que puede solucionarse satisfactoriamente”, declaraba el director de la escuela al diario El Nacional, en su edición del 27 de septiembre de 1947. Y continúa: “Pero mejor hablemos de la Escuela de Economía, de sus planes para este año”.
Tejera afirmaba entonces que un buen economista percibía un sueldo de entre 4 y 5 mil bolívares y usa ese dato para estimular a la “juventud estudiosa” para que se inscribiera en la escuela. Informaba asimismo que la facultad había cuadruplicado su presupuesto y que los nuevos recursos se iban a invertir en el mejoramiento de la docencia, en desarrollar investigaciones de interés nacional y en ampliar las facilidades para los estudios de los cursantes.
Es bueno subrayar aquí la importancia que el otrora director de la Escuela de Economía le daba a la realización de investigaciones aprovechables por el país. Enumera varias relacionadas con las finanzas municipales, con énfasis en la ciudad de Caracas, y con problemas sociales como: protección de menores, habitación y urbanismo, corrupción administrativa, sanidad y educación. El Instituto de Economía –agregaba- colaboraría con el Banco Central en estudios sobre la renta nacional y la planificación de actividades económicas. Aquel instituto estaba dirigido por el profesor Sánchez Sarto y los que menciona que intervendrán en las referidas investigaciones son los doctores Sánchez Covisa, Benjamín Cornejo, José Antonio Mayobre y Ernesto Peltzer.
Según la edición del periódico que glosamos, ¿qué estaba ocurriendo en el mundo y en Venezuela ese mismo día en que el director Tejera París hacía sus anuncios? Truman habla ante el parlamento brasileño: “Los problemas de la paz son más difíciles de lo que habíamos creído”. Molotov no asistirá a la inauguración de la Asamblea General de las Naciones Unidas, aunque se espera que llegue durante las sesiones. En Colombia, Jorge Eliécer Gaitán deja el puesto de senador para dedicarse de lleno a la campaña con motivo de las elecciones municipales que se celebrarán en octubre. El embajador de Guatemala presenta credenciales ante el presidente de la Junta de Gobierno Rómulo Betancourt. Andrés Eloy Blanco es nombrado presidente de Acción Democrática para que Rómulo Gallegos pueda entregarse a la campaña presidencial. Serán fundados cuerpos de Boy Scouts en las zonas petroleras. En el Centro Líbano-Sirio, la señora Olga Elkouri de Ghorra impone un nuevo récord de mecanografía al escribir en una Remington 242 palabras por minuto. La Cervecería de Caracas anuncia un programa de radio con melodías tropicales, en el que participan el cantante Reinaldo López y el compositor Aldemaro Romero. En el cine Hollywood se proyecta “Crimen sin castigo” (“¡Lo más emocionante que se ha filmado hasta la fecha!”), mientras que en las salas del Boyacá y el Ayacucho, “Lo mejor de nuestra vida”. En el Teatro Nacional, la Compañía de Comedias y Variedades presenta “Mi suegra es una fiera”.
Segundo inciso. Tejera París aún conserva muchos documentos importantes de los años en que se desempeñó como director de la Escuela de Economía (1946-48). De su archivo personal, al que abiertamente nos dio acceso, tomamos las siguientes notas:
Rutina estudiantil. Un papel que registra los horarios de clases, de fecha 1° de octubre de 1946, nos da idea de la vida de un estudiante de la escuela de entonces. Dice: “El horario de clases correspondiente al Primer Año (lo mismo que al Segundo) está dispuesto en forma de que el estudiante pueda aprovechar las tardes para el estudio en la casa, deportes o clases y seminarios de extensión. Las horas de 10-12 martes y jueves están reservadas al Seminario de orientación, a prácticas en la biblioteca y a reuniones eventuales con comerciantes, industriales y oficiales del Gobierno y otros profesores. Las horas 10-12 del sábado están reservadas a Deportes y, al estar el curso avanzado, a visitas y excursiones, incluso al menos una fuera de Caracas”.
Subsidios a estudiantes. En el mismo papel se lee: “Para estudiantes sin medios de fortuna que necesiten subvenir a sus propias necesidades, la Facultad procurará conseguir un cierto número de cargos a medio tiempo, en Despachos u oficinas públicas o privadas, a más de las Becas de OBE y otras personas. Los interesados podrán dirigirse individualmente al Director en solicitud de informes, cualquier día de labor, de 11 am. a 12.30 pm.”
Sueldos. Según el presupuesto de FaCES para 1946, el taquimecanógrafo ganaba (Bs. 600 mensuales) más que el decano (Bs. 500 mensuales). El director, dedicado a tiempo completo a sus funciones, ganaba Bs. 2.000 mensuales. En 1947 un profesor por horas cobraba Bs. 540, mientras que otro a tiempo completo Bs. 2.000 mensuales.
Las riendas de FaCES las tenía fundamentalmente el director, más que el decano. J. J. González Gorrondona, uno de los fundadores y decano ad honorem, le envía el 14 de octubre de 1946 una carta al rector de la UCV “… a fin de comunicarle que la Facultad estima que, existiendo un Director a tiempo completo, su Decano puede cumplir con los deberes de su cargo a tiempo convencional”. Todo ello para que “no me vea obligado a asistir a la oficina de la Facultad, sino las veces que sean necesarias para el fiel cumplimiento de los deberes de mi cargo”. * Nombramiento. En noviembre de 1946, el director designa a José Antonio Mayobre como Jefe del Departamento de Economía.
Premio “Santos Michelena”. Este galardón lo crea el director Tejera París en 1947 y favorecería al estudiante que se graduara con el más alto promedio ponderado. Consistía en una beca de $ 200 para realizar estudios en el exterior, por no menos de un año.
Apostolado docente. En el Plan de Trabajo de FaCES para el año académico 1947-1948 se lee: “A fin de poder atraer a nuestra Universidad los catedráticos que necesita, es indispensable, especialmente en las presentes circunstancias, ofrecerles ventajas y garantías realmente atractivas; éstas no pueden ser exclusivamente de índole económica, sino sobre todo de tipo moral. La enseñanza se hace atractiva cuando el ambiente que rodea la cátedra es de armonía, asiduidad y respeto. El profesor universitario no es un proletario de la educación, sujeto a su trabajo por un salario; pertenece más bien al tipo de los que pagarían por ejercer su misión”.
LA MENTE ESTRATÉGICA DEL ECONOMISTA
De los albores de lo que hoy es la Escuela de Economía y la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la UCV, de los que fue parte directa y activa, quisimos pasar a inquirir las apreciaciones de nuestro entrevistado sobre la especificidad del economista como profesional, en comparación con el de otras disciplinas tenidas como afines, dada su prolongada y dedicada experiencia en la administración pública y como político.
Enrique Tejera París se ha desempeñado como funcionario público a lo largo de casi toda su vida. Desde comienzos del gobierno de Isaías Medina Angarita hasta el derrocamiento del presidente Rómulo Gallegos, fue Fiscal General de Seguros, Director Administrativo del Ministerio de Agricultura, Jefe de la Misión de Inmigración en Roma y miembro de la Comisión de Asuntos Financieros y Administrativos del Ministerio de Hacienda. Aparte de haber fundado la Oficina Central de Coordinación y Planificación de la Presidencia de la República (Cordiplan) en 1958, para mencionar dos funciones importantes que luego cumplió, a comienzos de los sesenta fue presidente del Banco Industrial y Presidente Alterno del doctor Juan Pablo Pérez Alfonzo en la Corporación Venezolana del Petróleo (CVP), tocándole instalarla e iniciar la producción de la empresa estatal. “Pérez Alfonzo –nos comenta- era el Ministro de Minas y viajaba constantemente a la OPEP. De cada 10 reuniones de la Junta Directiva iba a una. Como representante del ministro yo presidía la compañía y la Junta Directiva. Las operaciones de la CVP las manejaba yo”.
Como excusa para conocer sus puntos de vista sobre el profesional de la economía y los asuntos de la administración y la política, le mencionamos que nos había llamado la atención una declaración que hiciera recientemente a la prensa y en la que señalaba como un error algo que no infrecuentemente se plantea como aspiración en la opinión pública, que es pretender confiar las funciones de gobierno en “buenos gerentes”.
Para sostener lo anterior nos ubica en tres niveles, de abajo hacia arriba, al gerente, al administrador y al político. Como dictando una clase sentencia: “el gerente tiene a su cargo la administración diaria de los negocios, el día a día”. El administrador tiene una visión de mayor aliento. El político tiene que tratar con gente que no controla y por lo tanto tiene sobre todo que persuadir.
- Usted también fue forjador de nuestra Escuela de Administración y Contaduría y durante años ha ejercido responsabilidades administrativas. ¿Qué nos puede decir de la administración? ¿Es el economista un buen administrador?
- En el mundo en este momento, las profesiones más costosas de conseguir son la gerencia y la capacidad administrativa, no importa de qué profesión sea. Puede ser médico, ingeniero, economista, abogado, lo que sea. La capacidad administrativa tú la puedes desarrollar mediante cursos, pero es una vocación. O sea que tú no puedes formar un administrador si no le gusta y desde niño no arreglaba los juguetes, si no era ordenado con sus libros y todas esas cosas… En general, los mejores administradores no son los economistas. Son los ingenieros y los médicos. Claro que en todas las profesiones hay buenos administradores… Es una cuestión genética… El administrador es un hombre con una vocación para resolver dilemas, en tanto que el economista no necesariamente. El economista es un hombre formado en la idea de manejar varias variables al mismo tiempo. Toda la educación matemática que se nos da es para manejar variables, varias, siempre son varias. Es decir, la mente del economista, como la del filósofo, y la de los militares, es una mente estratégica, que tiene que pensar en una composición de factores, y que tiene que pensar en la confluencia de esos factores a un cierto tiempo que a su vez es un factor indeterminado…
- A veces uno se encuentra con jóvenes que ingresan a estudiar economía creyendo que es algo muy similar a la administración. ¿Qué diferencia habría entre un economista y un administrador?
- La diferencia es de enfoque. El economista es más del enfoque estratégico, de ver cómo maneja varias variables simultáneamente. Los administradores y los gerentes resuelven situaciones de carácter instantáneo… Y por eso los médicos son muy buenos administradores. Administran muy bien el tiempo y el dinero. Porque ellos tienen que tomar decisiones instantáneas… Y hay una cosa curiosa. En el mundo, en algunos países más desarrollados, las únicas carreras que se estudian exclusivamente en postgrado son el derecho y la medicina. Una de las razones es que pueden hacer más daño más rápidamente…
- Los economistas también pueden hacer mucho daño…
- No, no, no, es de otro tipo, es una cosa más difusa… Los banqueros sí, la parte financiera, las finanzas, pero las finanzas no son sólo economía, eso es más bien administración de dinero. El financista tiene que saber economía, pero debe tener primero que todo una vocación financiera… Los abogados tampoco son muy buenos administradores, porque el derecho es una ciencia eminentemente abstracta. Los abogados y los médicos se forman en algunos países en postgrado por la simple razón de que tienen derecho de vida o muerte. ¡La sentencia de muerte! Pero con un agravante para los abogados, y es que tú tienes cierta posibilidad de escoger o cambiar de médico, pero tú no puedes cambiar al jurista que está de juez, porque a ti el tribunal de distribución te dice: su juicio va para el juez tal, y ese juez tiene el poder de quitarte a tus hijos, te puede quitar tu fortuna… Venezuela es de los primeros países en que se eliminó la pena de muerte, pero en ciertos países los abogados todavía te pueden quitar la vida.
LOS AVATARES DE LA PLANIFICACIÓN
Su jardín, de “tema selvático”, lo diseñó en plastilina antes de verlo realizado. Eso lo hizo en Washington durante dos años. No tardamos en convencernos de que Tejera París mira a la distancia y le es caro trabajar en contextos convenientemente organizados. Ha tenido que ser así para poder desempeñar paralelamente tres cargos de primera importancia en los años sesenta: Embajador en Washington, Embajador ante la Organización de Estados Americanos (OEA) y Director Ejecutivo del Fondo Monetario Internacional (FMI). Este último cargo lo ejerció en representación de Venezuela, México y Centroamérica, en la época en que se crearon los Derechos Especiales de Giro (DEG).
“En la mañana –nos cuenta- yo iba a la OEA a atacar duramente a los Estados Unidos por la invasión a la República Dominicana. En la tarde, como embajador, iba a negociar con los Estados Unidos derechos especiales para nuestro petróleo. Al final me quedaba en mi oficina en el Fondo Monetario porque en ese momento el bolívar era la moneda más fuerte, quizás del mundo, y yo estaba defendiendo el oro y la posición de Venezuela cuando creamos los DEG´s. Hubo un momento en que los Estados Unidos no pudieron pagarnos durante 24 horas. Hubieran tenido que sacar oro y eso hubiese sido un escándalo en EE.UU…”.
Antes, durante la dictadura perezjimenista –estando exiliado-, fue funcionario de las Naciones Unidas, llegando a presidir la misión que formuló el Informe sobre Planificación en América Latina. Fue profesor fundador en la Escuela Brasileña de Administración Pública y Director-Fundador del hoy llamado Instituto de Administración Pública de América Central. Dictaba clases de organización y métodos. También fue docente en los cursos de desarrollo económico de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL). Sobre estos temas tiene varias publicaciones.
Si nos habló de la administración como una vocación, la planificación ha sido otra de sus pasiones. La materia fue tomada muy en serio en Venezuela durante un largo período. ¿Qué ha ocurrido con la planificación? A este protagonista de los orígenes de la Escuela de Economía que también lo fue de Cordiplan y del Sistema Nacional de Planificación, era necesario preguntárselo.
- La planificación ha sido otra de sus principales áreas de interés. Ese fue un tema persistente en América Latina con la propuesta de la CEPAL. Después viene la llamada “década perdida” de los ochenta… ¿Qué pasó? ¿Cómo está la planificación y el concepto de desarrollo que se tiene hoy en día?
- Está más dura que nunca porque en este momento, este gobierno se maneja ya por el concepto de la planificación central. Es el Gosplan, prácticamente… Ahora, eso se empezó a echar a perder cuando lo volvieron Ministerio. Cordiplan en vez de ganar perdió, porque el ministro nombrado resultó ser un igual. En cambio, hasta ese momento, en el gabinete el Jefe de Cordiplan se sentaba siempre al lado izquierdo del Presidente…
- Y era asesor…
Era un Jefe de Estado Mayor… El Sistema Nacional de Coordinación y Planificación empezó a deteriorarse con la designación de ese economista venezolano muy brillante que fue Gumersindo Rodríguez, que no aceptó como todos sus antecesores ser sólo Jefe de Cordiplan y se hizo nombrar ministro sin cartera…
- Ministro de Estado…
- Ministro de Estado… Y entonces ahí empezó a bajar el nivel automáticamente. Se puso al mismo nivel de los demás ministros…
- Y perdió significación…
- Perdió significación administrativa, aunque aumentó su influencia, su espíritu macroeconómico.
- Ahora, hay unos papeles del Cordiplan de 1989 en los que se afirmaba que el papel de la planificación debía ser otro, y se le daba más peso a la política macroeconómica, a que no había que planificar tanto. Eran los años de las políticas de ajuste y de reformas estructurales…
- Sí… Aunque eso viene de antes… Cordiplan manejaba básicamente una planificación administrativa, presupuestaria y fiscal. Básicamente. Accesoriamente, una planificación a largo plazo, macroeconómica. Las dos cosas operaban al mismo tiempo. Funcionando el Sistema, mientras yo estuve, y después con Pérez Alfonzo, Pérez Guerrero, Hurtado y Oberto, el Jefe de Cordiplan tenía, y de acuerdo con la ley sigue teniendo, no sé cómo será ahora, el derecho de llamar a cualquier funcionario público de planificación a trabajar en Cordiplan. ¿Qué hice yo? Para planificar el presupuesto llamé a Cordiplan al Director General de Presupuesto del Ministerio de Hacienda y lo nombré Jefe de la División de Presupuesto de la Oficina. Se pasó allí semanas enteras haciendo el presupuesto nacional y la proyección a cinco presupuestos. El Plan de la Nación siempre abarcaba cinco años. Eso se mantuvo… Y con los ministerios, cuando ya teníamos construido el proyecto de presupuesto, invitábamos a los directores administrativos de cada ministerio a discutir su proyecto con nosotros en Cordiplan. Les hacíamos ver las incidencias por lo menos en los siguientes cinco años. En el caso por ejemplo de obras públicas la incidencia duraba más, diez años…; en materia eléctrica duraba noventa años… Entonces, los economistas tenían un papel operativo… Pero luego viene el nombramiento de Gumersindo, que fue el primer economista puro que llegó ahí, y como buen economista no era buen administrador. Es un economista muy brillante, muy buen economista. Pero él empezó a hacer pasar por encima la macroeconomía, por encima de esa microeconomía fiscal… Y lo que le interesa al pueblo de Venezuela no son los estudios teóricos…
- Sino lo que le llega…
- Exacto. Y lo que le llega es a través del presupuesto, en un país en que todo es el presupuesto. Aunque hay que tener claro que no se trata meramente de repartición, sino de creación de la riqueza. La riqueza no es una cantidad fija, permanente.
- Doctor Tejera, en el campo de la planificación, ¿cuál ha sido su mayor fracaso?
- Siempre se tienen fracasos, son parte de las probabilidades. Mi mayor fracaso es no haber determinado a tiempo en el Decreto-Ley Orgánico de Cordiplan, la diferencia entre la política y las políticas. El Jefe de Cordiplan, el planificador, debe presentar dos o más alternativas al decididor, al Presidente, que resuelve según su propia política. Un brillante Jefe de Cordiplan, Matos Azócar, renunció por este conflicto y, lamentablemente, esa confusión entre decisión y alternativas, pasó a la Constitución de 1961, cuando le hicieron la “Enmienda Dos” para introducir la planificación. Ese error se heredó en la Constitución de 1999.
Enrique Tejera París igualmente fundó el Departamento de Economía y Administración de la Universidad Simón Bolívar. De la casa de estudios situada en el valle de Sartenejas se jubila como profesor universitario. Es Individuo de Número de la Academia Nacional de Ciencias Políticas y Sociales, correspondiéndole el Sillón N° 20. Su discurso de incorporación a dicha academia, del 21 de noviembre de 1989, se titula Contribución a la reforma del Estado: planificación, políticas y toma de decisiones. La figura del Primer Ministro. De los movidos años finales de la década de los noventa es también su libro La Constitución somos nosotros mismos (1999). La labor universitaria y las funciones públicas siempre las alternó con el activismo político, desde sus mozos años estudiantiles cuando militaba clandestinamente en el Partido Democrático Nacional (PDN) y llegó a presidir la Federación de Estudiantes de Venezuela (FEV), hasta concluir su período como senador en 1994. Los últimos cargos públicos que ha ocupado son: Ministro de Relaciones Exteriores (1989) y Embajador en la ONU (1991-98) y el Reino de España (1998-99).
Nuestras conversaciones fueron extensas, muy cordiales y amenas. Cubrieron numerosos y variados temas. No por menos relevantes e interesantes, lamentablemente para la elaboración de estas páginas tuvimos que prescindir de parte de las palabras que nos brindara, para ajustar el texto a la motivación principal de esta edición especial. Le agradecemos mucho la paciencia, la amabilidad y el desprendimiento que anchamente nos dispensó. Y tampoco menos importante, su alto sentido del humor.
Entretanto, nuestro personaje prosigue en la redacción de sus memorias. Varias mañanas se reúne con una historiadora para trabajar en ellas. En el jardín de su casa tiene un vagón de tren, que perteneció a la compañía alemana del Gran Ferrocarril de Venezuela. Le costó 2.500 bolívares en su momento. Dentro del vagón tiene dispuesto un agradable estudio. En un lugar destacado vemos los tomos del Diccionario de Historia de Venezuela editado por la Fundación Polar. Nos asegura con entusiasmo que no puede vivir sin él. En la parte externa del exquisito vehículo de antaño, al lado de una de sus puertas, hay una pequeña placa grabada que dice que ese vagón fue adquirido por Enrique Tejera París en 1961. Pensamos: le importa mucho la historia y cómo la historia va a registrar su actuación.
(Victor Abreu, "Intimidades de una incipiencia. Conversaciones con Enrique Tejera París". Entrevista publicada en Catalina Banko y Carlos Peña (comp.), Escuela de Economía de la UCV. Una trayectoria de 70 años, Caracas: FaCES, UCV, 2008, pp. 63-86. ISBN 978-980-00-2517-8)