CARACAS.- Se necesita mucho coraje para vivir en Venezuela, porque presenta desafios y carencias de todo tipo.
Mi vecina está tocando mi puerta, iremos a buscar agua, no recibimos el vital liquido desde hace más de veinte días.
Nuestra comunidad está conformada por dos mil personas. Muchos padres están solos y están muy viejitos, sus hijos y nietos han emigrado. Algunos están enfermos, el panorama es desolador.
Soy de las nos sentimos jovenes y fuertes que aún estamos por estos lados, así que me toca ayudar a los demás.
Aún así me cuesta cargar el agua, son horas pérdidas en una cola para poder llenar nuestros tobos, potes, hasta las cucharillas lleno.
La sequía es intensa, pero debemos hacernos fuertes y sobrepasar todos los retos que se nos presentan.
En la fila los comentarios se centran en verificar que la manguera que nos surte el agua desde el tanque de reserva, tenga suficiente potencia.
Los que tienen carro, llenan en casa de sus familiares que sí tienen agua. Nosotros mientras esperamos el turno, nos saludamos, en ocasiones discutimos de politíca pero casi siempre nos mantenemos al margen.
Estoy haciendo un inventario de potes y de tapas, porque a veces se pierden o se los roban. Todos están identificados y contados.
Para trasladar el agua hacia los apartamentos, utilizamos bolsos, carritos y lo que sea que haga más llevadera la carga.
Los hombres se encargan de los potes más grandes y pesados.
La última sequía duró casi dos meses, no queremos que ésta vez sea igual. Una vez llenos y subida toda la carga de agua, nos sentimos satisfechos pues aún tenemos agua en la reserva del edificio y yo alcancé a llenar.
Tenemos que ir enfrentando la cotidianidad con valentía.
Tengo agua para hoy y para mañana, si no llega, tendrá que buscar más. No sé cuanto tiempo durará esto.
Mi paciencia se agota.
Atte
Myriam