Cristian Hernandez, European Pressphoto Agency
Otra para la serie de Poesía en Silencio. Ésta la escribí con un poco de odio. Aun así, espero les guste.
CUANDO CAYÓ LA PRIMERA BOMBA
Cuando cayó la primera bomba,
pareció no importar mucho.
Había pasado ya lo peor:
la hambruna y la autodestrucción;
como en un cuento sin moraleja.
Cuando cayó la primera bomba,
volaron piernas y brazos.
Más de uno celebró
la muerte del enemigo;
corriendo hacia las ruinas
como buitres,
entre restos sangrientos fue hurtado
hasta un retrato familiar.
Cuando cayó la primera bomba,
se arrastraron los niños;
por el suelo y entre las aceras,
buscando refugio en canales,
y alcantarillas.
Sus rostros polvorientos,
algunos desfigurados.
Cuando cayó la primera bomba,
algunos miraron de lejos.
Entre risas pensando,
apostando a cuántos vivos
y cuántos muertos,
bebiendo cerveza en
una mesa improvisada.
Y cuando cayó la primera bomba,
resonó en la memoria de un cualquiera
el vivo recuerdo, hace años, de
cuando disparó la primera
bala
el hermano de María. De
cuando violó a la primera
mujer
el primo de José. De
cuando apuñaló por primera vez
el hijo de Jesús, y de
cómo él miró con odio
e impotencia
irse marchar a los tres
bajo el puente; de cuánto quiso
gritar y vengar,
o morir en el intento.
-¿Y tú aún quieres gritar?
-Sí, y gritaré ahora.