Entre un festín de emociones, me preparaba para salir de mi ciudad natal; Los Teques, el día 10 de noviembre. Salí a hacer unas compras de último momento, y casi enloquecí. Los puntos de venta estaban excesivamente lentos, y eso me hizo desesperarme más de lo que estaba (creí que perdería el autobús) finalmente pude comprar mis cosas, y salí rumbo a Caracas. No sin antes haberme despedido de unas cuantas personas a las cuales aprecio mucho, y de mi amado perrito; Aslan Daniel. Me partió el alma despedirme de él, ya que pude ver la tristeza que tenía en su mirada. Supongo que sabía que me iba a alejar de él por un buen tiempo.
Entre lágrimas y sollozos, me monté con mi mamá y mi hermano en el autobús con rumbo a Caracas, despidiéndome a la vez de mi papá, que no pudo acompañarme por motivos mayores.
Partimos de Los Teques a las 18:17, y llegamos a Caracas a las 18:57 horas, lo supe porque vi la hora en La Previsora (una torre emblemática de Caracas que da la hora)
Iba a buena hora, ya que tenía que estar en el terminal de Rodovias a las 19:30 horas, ya que "el autobús salía a las 20:30 horas"
Al montarme en el metro con dirección a Colegio de ingenieros (que es donde queda el terminal) supe lo que me esperaba; ya que llevaba mi maleta con 23 kg (la cual originalmente pesaba 57 kg y sufrí para bajar su peso) mi equipaje de mano, que pesaba 10 kg, una bolsa que pesaba 2 kg, y un bolso con comida y dulces que pesaba 5 kg.
En fin, llegué al terminal, y me sentí sofocado, sentí que me robaban el aire. Había una cantidad inconmensurable de personas, estaba abarrotado.
Me dirigí a hacer la cola para que recibieran mi maleta, después de media hora, finalmente la recibieron y me dieron el ticket para retirarla en mi destino.
Me dispuse a esperar en la sala de espera (valga la redundancia) con mi mamá y mi hermano; tenía un estrés y una preocupación nada normal, ya que pensé que no encontraría pasaje para Santa Elena de Uairén. Cargué mi teléfono, mientras esperaba que anunciaran mi salida en el área de embarque.
Se suponía que mi autobús saldría a las 20:30, eran las 20:45 horas y aún no anunciaban mi salida. En vista de que era muy tarde, mi mamá y mi hermano decidieron irse, ya que era realmente tarde para ellos. Tuve una despedida emotiva, llena obviamente de lágrimas y sentimientos encontrados. A los 6 minutos de mi familia haberse ido, anunciaron finalmente mi partida. Hice la cola para confirmar mi pasaje, y me monté en el autobús, ese sería el inicio de un nuevo camino; de una nueva vida.
Una vez en el autobús, empecé a leer el libro ROBINSON CRUSOE que me había regalado mi buen amigo Jesús, y tuve una laaaarga espera, ya que el autobús salió a las 22:00 Horas.
Cuando el autobús arrancó, sentí una nostalgia indómita, y me dispuse a ver mi amada Caracas, ya que no la vería por un buen tiempo.