Ella se pregunta si su musa tiene ansiedad.
Espera que no, espera que nunca tenga que sentirla.
Ella sabe perfectamente lo terrible que puede llegar a ser.
Le hace sentir que hay un infierno dentro de ella. Un infierno del que no puede escapar.
Le falta el aire aún cuando es totalmente capaz de respirar.
Su mente reproduce imágenes a una velocidad que no es capaz de procesar.
A veces tiembla sin temblar; a veces llora sin llorar.
Sí, es difícil para ella explicar la ansiedad.
Para entenderla hay que tenerla.
Y, por el amor de Dios, si es así espera que él nunca llegue a entenderla, para que así no pueda sentir lo que ella sufre todos los días en su interior.
Porque, al menos para ella, la ansiedad es una maldita tortura constante.
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